Dentro de la historia de la música, han existido pocos casos como el de Gioachino Rossini. Hombre de contrastes, fue decisivo en su época y estuvo olvidado durante cien años. Era innovador y, a la vez, retrógrado. Introductor de formas nuevas y cultivador de las antiguas. Un hombre de oficio y, además, artista. Bohemio pero asimismo burgués. En él, se dan cita lo más noble de la música europea de entonces, junto a páginas apresuradas y triviales.
Esta abundancia de contradicciones, acaso sea fruto del periodo histórico en que le tocó vivir. Porque, Rossini, fue, ante todo, un hombre de su tiempo. Tenía un pié en la Europa liberal y el otro en el Antiguo Régimen. Con una mano usaba el clavicémbalo y con la otra el piano. No es pues extraño que compusiera, en confusa mezcla, arias del setecientos, llenas de floridos ornamentos vocales, y, también, otros fragmentos con dramáticos acentos, que enseñaron a sus sucesores el camino por el que habría de ir la música europea del siglo XIX.
Compositor de gran fama y un artista de peculiar carácter, fue capaz de extender el nombre de Italia en todo el mundo y, todavía hoy, es sinónimo de estilo italiano. Su apellido es una de las razones por las que están orgullosos los italianos de su país. Se le conoció por “El Cisne de Pesaro”, “Monsieur Crescendo” y, en su juventud, “el Tedeschino (el pequeño alemán)”. El mayor anhelo de Rossini fue escribir música para agradar al público, ya fuera con el drama o con la burla. El Cisne de Pesaro, durante su vida vivió momentos de bonanza, también, los tuvo muy difíciles, pero siempre supo componer para divertir y entretener. El público, se olvidaba de todo, al asistir a sus representaciones.
La teoría de Rossini era que “la música tiene por objeto el deleite y aconseja la melodía y la diversidad de ritmos”. Muchos de los críticos le achacan falta de dramatismo en algunas de sus óperas. Así dijo de Rossini el propio Wagner: “fue un fabricante, extraordinariamente hábil, de flores artificiales, que construía con terciopelos y sedas, y pintaba con colores engañosos…. Pero lo hacía tan bien, tan bien, que parecían flores naturales”. Pese a esos comentarios, Rossini llenó toda una época y ejerció un poderoso influjo en los colegas que habrían de venir.
Aunque el de Pesaro tuvo una vida bastante larga (setenta y seis años), no puede decirse lo mismo de su carrera operística (diecinueve años), que comparada con la de otros grandes compositores, como Verdi (que llegó a su senectud componiendo óperas), resulta, al menos, sorprendente. Pero a cambio de esta brevedad en su producción, hay una ingente cantidad de obras (cuarenta y una, si se cuentan los dos pastiches que autorizó), originadas, como ya se ha dicho, en un lapso de tiempo bien corto. Dejó de componer óperas a los treinta y siete años. Su retiro fue voluntario y aún, hoy en día, no se conocen las causas exactas de su inesperado alejamiento, cuando estaba en la cumbre de su fama. No obstante lo cual, él siguió ejerciendo su oficio de músico- muchas veces para sí mismo- y llegó a completar dos piezas sacras importantes (Stabat Mater y Pequeña Misa Solemne), algunas obras menores y pequeñas piezas para piano (los llamados Pecados de Vejez). En conjunto, puede estimarse que, desde 1930, año de su excedencia, son unas ciento cincuenta composiciones las que realizó, cifra, desde luego, nada despreciable.
Es difícil imaginar hoy, hasta qué punto Rossini llegó a ser un ídolo universal, considerado el primero (y casi el único), compositor operístico de su época, y el modelo a imitar por todos los compañeros de profesión de su generación. La música, de sus contemporáneos y aún la de muchos de los que nacieron algunas décadas más tarde, refleja, generosamente, la influencia del maestro de Pesaro.
Esto es algo que resulta evidente incluso en algunos giros melódicos de Schubert o Weber (que detestaban a Rossini), y, también, entre los músicos que se esforzaban en seguir vías distintas (Francisco Asenjo Barbieri con la zarzuela española, por ejemplo). Esta tremenda influencia, la ejerció Rossini, tanto en la ópera Bufa (en la que apenas, dejó algo que hacer), como en la Seria, en la que estableció las nuevas normas del género (abandono de las formas clásicas, dejando paso al sentimiento y la expresividad), a pesar de que esas constantes sentimentales, no formaban parte de su manera de ser. Phillip Gossett, musicólogo estadounidense, dijo del Cisne de Pesaro, lo siguiente: "Rossini, disfrutó del prestigio, la riqueza, la aclamación popular y la influencia artística, como ningún otro músico de la primera mitad del siglo XIX. Sus contemporáneos, le reconocieron el más grande compositor italiano de su tiempo”.
Sin embargo, durante años, Gioachino Rossini fue conocido, prácticamente, por “el Barbero de Sevilla”, que siempre ha estado omnipresente desde que se estrenó, y, además, por un resurgimiento ocasional de su “Guillermo Tell”. Pero, desde la década de 1950, ha habido lo que se ha venido en llamar, “Renaissance (renacimiento) rossiniano”, de sus obras, propiciado por una serie de cantantes, especialistas en este género, y por los festivales que, en su ciudad natal y otras localidades, han recuperado sus olvidadas óperas, con la aclamación de público y crítica.
Infancia y Juventud (1792/1812)
La primera paradoja del músico, es su fecha de nacimiento. Gioachino Antonio Rossini, nació el 29 de febrero de 1792, en un año bisiesto, caracterizado por la extrema violencia que ejerció la Revolución Francesa sobre las estructuras del Antiguo Sistema Político. El futuro compositor, vino al mundo en Pesaro, ciudad italiana abrazada por el mar Adriático y las montañas. Esa población, pertenecía- igual que hoy en día- a la región de Marche. Su régimen político, en aquel momento, era el que practicaba la Iglesia, pues estaba integrada en los Estados Pontificios, regidos por el Papa Pio VI.
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Giuseppe Rossini (Vivazza) |
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Anna Guiradini |
Recibió clases de su padre y después de dos sacerdotes hermanos (Giuseppe y Luigi Malerbi). Con nueve años, durante el carnaval de 1801, Rossini realizó su debut musical en el Teatro de la Fortuna, de Fano, tocando la viola en la orquesta. En esa misma función, su madre interpretó un papel. En la biblioteca que tenían los dos clérigos, tuvo acceso a partituras de Haydn, Mozart y otros autores de valía. Del estudio de estas páginas, derivó su estilo peculiar, en el que los contemporáneos, detectaron cierta dosis de influencia germánica. Por eso, fue conocido Rossini como “Il tedeschino (El pequeño alemán)”.
En 1804, un nuevo traslado, llevó a la familia Rossini a Bolonia. Cuando su padre tenía que tocar, le dejaba al cuidado de un carnicero amigo, que también le dio lecciones de música. Otro de sus maestros fue Angelo Tesei, que le enseñó a leer a primera vista, tocar acompañamientos en el piano, y cantar, lo suficientemente bien, como para tomar parte, en solitario, en la iglesia. El pequeño Gioachino, colaboró en la economía familiar con las ganancias que obtenía de ese empleo.
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Ferdinando Paër |
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Stasnislao Mattei |
Se cree que es precisamente en ese momento, donde conoce a Isabella Colbran, la que sería, en un futuro, su primera esposa. Los primeros trabajos como compositor fueron: una cantata, de 1808 (Il pianto d’armonia sulla morte d’Orfeo- El armonioso llanto sobre la muerte de Orfeo), por la que se le otorgó el primer premio del Liceo, y su primera ópera, de 1809 (Demetrio y Polibio), encargada por la familia Mombelli y que no se estrenó hasta 1812.
Pero la verdadera oportunidad le llegó en 1810. El Teatro San Mosè, de Venecia, necesitaba una ópera bufa para completar su temporada por incumplimiento de un compositor, que no había entregado su prometida ópera. Unos cantantes (la familia Morandi), amigos de sus padres, le ofrecieron la posibilidad de escribirla a Rossini y éste, aceptó inmediatamente. Así nació su segunda ópera (La cambiale di matrimonio- La letra de cambio matrimonial), que resultó un éxito completo, pues recordaba suficientemente a las obras de Cimarosa, para que el público admitiese, a cambio, ciertas libertades y una densidad orquestal, no conocida hasta entonces en el género.
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Giovanni Simone Mayr |
En 1812, le llegó una petición del más prestigioso teatro de Italia, en fuerte competencia con el San Carlo de Nápoles. Se trataba del Teatro alla Scala de Milán, en el que debutó con “La pietra del paragone (La piedra angular)”. Consiguió cincuenta y tres representaciones, todo un record, con una aceptación popular extraordinaria. Fue en el final de esta ópera, donde el público, escuchó, por primera vez, el crescendo rossiniano. El éxito alcanzado, fue el espaldarazo definitivo para Rossini, y le proporcionó inmediatamente, nuevos contratos para los teatros. Con esto, consiguió estrenar, un total de seis óperas, en este decisivo año de 1812. Como consecuencia de su éxito, el compositor fue eximido del servicio militar. Es importante, ya que, en las dos guerras que había abiertas entonces (Guerra de la Independencia y Campaña Rusa), se originaban grandes pérdidas humanas de entre los aproximadamente 90.000 reclutas de la península itálica.
El triunfo (1813/1814)
Aún habría que esperar hasta el 6 de febrero y el 22 de mayo, ambos de 1813, para que a Rossini le viniera la consagración definitiva con dos de sus obras (“Tancredi” y “L’italiana in Algeri- La italiana en Argel”), que le convirtieron, de la noche a la mañana, en el compositor más famoso de Italia y el más solicitado. Si grande fue el éxito de su anterior ópera milanesa, aún lo fue más en estas dos nuevas creaciones, una Seria y la otra Cómica, pudiéndose calificarse estos triunfos, como apoteósicos, atronadores e inenarrables.
El compositor, tenía veintiún años entonces y consiguió difundir su ópera seria (Tancredi) por toda Europa. Contribuyó a ello, la riqueza de la melodía, expresada en su línea vocal por la contralto protagonista. Su famosa aria “Di tanti palpiti”, se convirtió en el primer éxito popular de Rossini y fue cantada por toda clase de gente, de un extremo al otro del viejo continente. Es famoso el hecho de un juez que tuvo que prohibir se cantara en su juzgado, harto de oírla a todos los que estaban esperando justicia. Lord Byron, ensalzó este fragmento en su “Don Juan” y Wagner, más de cincuenta años después, la citó en sus “Maestros cantores de Nuremberg”. Las huellas de Paër y Paisiello, están, innegablemente, presentes en fragmentos de la partitura
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Isabella y el Bey (L'italiana in Algeri) |
Periodo Napolitano (1815/1822)
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Domenico Barbaja |
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Interior Teatro San Carlo- Nápoles |
De la importancia de este periodo napolitano, da idea el conjunto de las diez óperas que se estrenaron allí: “Elisabetta Regina d’Inghilterra (Isabel, reina de Inglaterra)” “Mosè in Egiptto”, “Ermione”, “La donna del lago”, “Maometto secondo”, “Armida”, “Ricciardo e Zoraide” y “Zelmira”. A estas ocho, hay que añadir “La Gazzetta”, debutada en el teatro Dei Fiorentini y, “Otello”, en el teatro Del Fondo. Las obras revelan la adopción, por parte de Rossini, de una nueva estética típica de los primeros años del romanticismo. Muestran un mayor número de fragmentos dedicados al coro, un recitativo acompañado mucho más dramático, en el que, la orquesta, ejerce un papel fundamental. Rossini, abandonó, asimismo, las oberturas de tipo tradicional para involucrar a su audiencia en el drama, desde el comienzo de la obra.
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Giovanni Paisiello |
Este delirio del público napolitano, se repitió, también, con “Otello”. Sobre esta ópera, hubo un desacuerdo entre el empresario y Rossini. Barbaja, estaba enfadado por los retrasos del compositor. Se quejó, por escrito, al administrador de los Teatros Reales. “Otello”, debía haberse estrenado el 10 de octubre de 1816. Fue pospuesta para el 4 de diciembre. Como el San Carlo, que había sufrido un incendio, no estaba, todavía, disponible, la puesta en escena se realizó en el pequeño Teatro del Fondo. La elección de Rossini, de un tema de Shakespeare, fue bastante al azar. Prensa y público, recibieron con entusiasmo el trabajo.
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Giovanni David |
“La Gazzetta”, fue una ópera de circunstancias, muy del gusto del siglo XVIII, estrenada en 1816, y que ya había sido musicalizada por muchos compositores. “Armida”, de 1817, es un drama a la antigua, que fue bien acogido, a raíz de su estreno, pero resulta una obra lenta y compleja. Rossini escribió una ópera de tema bíblico (Mosè in Egitto- Moisés en Egipto), debutada en la cuaresma de 1818. Gozó de bastante éxito aunque, el público la recibió con burlas y risas, pues la escenografía del estreno (sobre todo el paso del Mar Rojo), fue lamentable y ridícula. Por eso, en posteriores representaciones, Rossini introdujo en ese momento, las plegarias de Moisés (Dal tuo Stellato Soglio), que se convirtieron en uno de los éxitos más queridos y famosos, de todo el siglo XIX.
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Nicolò Paganini |
“Maometto secondo” (1820), tuvo una mayor fortuna, al menos con la crítica. Sería rehecha en Paris, bajo el título de “L’assedio di Corinto”. Con “Zelmira” (1822), terminó Rossini su relación con el Teatro San Carlo. El compositor estaba fatigado de una vida tan agitada. En Nápoles, Rossini, había sentado las bases de su fortuna y Colbran, con su gran talento vocal y dramático, había contribuido al éxito de sus obras.
Domenico Barbaja
Domenico Barbaja (1778/1841), fue una figura importante en la carrera de Rossini. Era uno de los más diestros empresarios musicales y recibía el apodo de “Virrey de Nápoles”, por el poder que llegó a acumular. Astuto, audaz y ambicioso, era inteligente, muy sagaz, y con una actividad infatigable. Ejemplo clásico de hombre que se forja a sí mismo, pasó de camarero y empleado de una casa de juegos, a señor todopoderoso del negocio operístico. Tenía un instinto certero cuando enjuiciaba cualidades artísticas. Instigador de intrigas en el terreno comercial, fue, también, cantante.
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Domenico Barbaja |
Barbaja, al igual que Rossini, era un “bon vivant” y un gourmet y tuvieron los dos una relación muy estrecha. El empresario, se había instalado en Nápoles en 1808, y fue allí donde obtuvo la licencia para mantener una casa de juego. Al año siguiente tomó la dirección de los dos teatros Reales de Nápoles (San Carlo y el Fondo), a los que pronto añadió, el Dei Fiorentini y el Nuovo. Más tarde, tomó la gestión del Teatro alla Scala y el de la Canobbiana, ambos en Milán. Por último, también se hizo cargo del de Ópera Italiana de Viena.
Isabella Colbran
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Isabella Colbran |
En lugar de trinos y acrobacias vocales, introdujo un arte más realista, que no sólo denotaba virtuosismo sino, también, hondo sentimiento. Rossini siempre tenía en el oído, la voz de su mujer, Isabella, cuando creaba los principales personajes femeninos. Sabía expresar muy bien en el palcoescénico, los caracteres de sus heroínas, tales como, generosidad, soledad, resignación…. Sin embargo, la Colbran, no se sentía cómoda en el campo de la ópera Bufa, ya que se inclinaba más a las situaciones trágicas.
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Isabella Colbran |
Años de afirmación (1815/1823)
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Teatro alla Scala di Milano |
Fueron estos años de furor compositivo, en los que el músico, tuvo que explotar a fondo su fogosa inventiva. 1817 y 1819 (con cuatro óperas por cada año), fueron los más productivos, y también, 1816 (con tres óperas). Al finalizar esta etapa, Rossini consiguió llegar a ser, el compositor más famoso de su tiempo, el ídolo de los teatros de Europa, la obsesión principal de sus imitadores y el punto de referencia de la ópera-comique francesa.
La primera de las óperas de este periodo, estrenada en Roma, en diciembre de 1815, fue “Torvaldo e Dorliska”, que tuvo un gran fracaso, aunque cuenta con páginas excelentes. En la siguiente, Rossini evocó el ayer rococó de sus óperas bufas, de elaborada ornamentación vocal e instrumental. Fue en 1816, en el Teatro Argentina de la ciudad eterna. Se estrenó (con fiasco y mucho éxito el día posterior), la obra que ha inmortalizado a Rossini en el mundo entero: “Il Barbiere di Siviglia”. A pesar de los esfuerzos del compositor por calmar los ánimos, partidarios de Paisiello (músico napolitano, autor de otro Barbero, que fue famoso hasta entonces), crearon una perturbación en la primera noche y el debut se convirtió en un fiasco.
En la segunda función, Rossini, se puso enfermo, por si acaso, y decidió no ir al teatro, aunque se lo exigía el contrato. La actuación fue un éxito sin precedentes. El elenco y el público, buscaron a Rossini en sus alojamientos, con velas encendidas y cantando melodías de la ópera. La obra, se extendió pronto por toda Italia y llegó a Londres el 10 de marzo de 1818 y a Nueva York al año siguiente. Es la única ópera de Rossini que ha mantenido su lugar en el repertorio de los teatros del mundo, desde su creación.
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Cenerentola: Escena |
No olvidó Rossini, ni en “El Barbero” ni en la “Cenicienta”, las onomatopeyas, las situaciones absurdas y la expresiva y brillante orquestación. El compositor, no volvió a escribir más óperas bufas, a la manera italiana, pero sí lo hizo, a la francesa, con “Le comte Ory”. Este año de 1817, es uno de los más productivos para Rossini, pues estrenó, en Milán y Roma, otras dos óperas, “La gazza ladra (La urraca ladrona)” y “Adelaide di Borgogna”. La primera, una ópera semi-seria, debutó el 31 de mayo. Se representó rápidamente por toda Europa llegando a Inglaterra en 1821 y, seis años después, a América.
“La gazza ladra”, es significativamente más larga que cualquiera de las óperas anteriores de Rossini. Tiene un final feliz, pero está llena de drama, que se refleja en la música. Fue muy bien acogida en el Teatro alla Scala de Milán. Los comentarios de crítica y público, resultaron extraordinarios. Pero se inició entonces, un preocupante declive de la Colbran que, parece, restringió la capacidad de componer de Rossini, aunque en las obras escritas para otros cantantes, tampoco estuvo muy afortunado. Respecto a “Adelaide di Borgogna”, estrenada en Roma, asimismo en 1817, la crítica apunta que es la peor ópera seria del Cisne de Pesaro.
“Edoardo e Cristina”, de 1819, estrenada en Venecia, es un conjunto de arias de óperas anteriores. Nada nuevo aportó, “Bianca e Falliero”, del mismo año, debutada en Milán, con un éxito discreto. “Matilde di Shabran” (1821), es de un carácter mixto y gozó de cierta fama. “Adina”, estrenada en Lisboa en 1826, pero compuesta en 1818, es una ópera cómica menor.
Matrimonio Rossini-Colbran (Marzo 1822)
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Colbran y Rossini |
Visita a Beethoven (Abril 1822)
Pocos días después de la celebración del matrimonio, la pareja se trasladó a Viena, para organizar una especie de festival Rossini (abril-julio 1822). El 13 de abril de 1822, se debutó en la plaza “Zelmira”, con el mismo elenco de Nápoles y fue un éxito, más bien, tibio en la primera noche, pero mejoró en los días siguientes. Dejaron Viena, el 22 de julio de 1822 y regresaron a Italia, a su villa de Castenaso. En su visita a la capital austriaca, tuvo lugar el bien documentado y aireado encuentro con el genio de Bonn. Rossini quedó impresionado por la mala situación económica y las condiciones modestas en que vivía el colega alemán, al que admiraba y respetaba.
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Alegoría de Beethoven |
Congreso de Viena (Octubre 1822)
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Caricatura Congreso Verona |
Adiós a Italia (1823)
Los siete años que Isabella Colbran, llevaba cantando en Nápoles, hicieron mella en su voz, que ya había comenzado antes a deteriorarse, confirmando, esa tendencia, más acusadamente, en este año de 1823. Pero eso no impidió que, ese mismo año, estrenara la ópera “Semiramide”, en Venecia. Rossini consiguió disimular en la partitura, las faltas vocales de la Colbran. La obra es una vuelta a la vieja ópera Seria de estilo rococó. La ornamentación de la línea vocal es obsesiva, incluso, en los papeles secundarios. Extraordinario elogio al canto adornado y florido, supuso el adiós definitivo de Rossini a Italia.
Estadía en Londres (1823)
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El puente de Londres |
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El Royal Ópera House Londres |
Dio conciertos, se dejó querer por la sociedad inglesa, bebieron té en las casas de moda, tocó el piano, y enseñó canto a las familias adineradas, quienes pagaron estas clases a precio de oro. Se comprometió a realizar una nueva ópera titulada “Ugo re d’Italia”, que nunca llegó a concretarse, y montó, con sus obras, una especie de festival. Esta fue la última actuación pública de la Colbran. En los próximos cinco años, residiría en Paris con su marido. Se fueron de allí a mitad del verano de 1824.
Primer periodo francés (1824/1830)
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Théâtre-Italien, Paris |
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Teatro de la Ópera- Paris |
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Luigi Cherubini |
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Honorato de Balzac |
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Rossini en Paris |
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Caricatura Rossini |
Fin de carrera (1829)
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El retrato más popular de Gioachino Rossini |
- Indolencia
- Miedo al fracaso
- Falta de necesidad por la riqueza acumulada
- Su estilo lo distanciaba de las nuevas ideas estéticas
- Agotamiento físico
- Hastío de su trabajo
- Precarias condiciones de salud
- Cambios políticos y artísticos que no le satisficieron
- No admitió el nuevo estilo romántico
- Falta de inspiración
- Cansancio por la composición de “Guillermo Tell”
- Sensación de que su época ya había pasado
La pereza era la causa que esgrimía el compositor. Su temor al fiasco, queda revelado en estas palabras del propio Rossini: “Otro éxito en mi carrera, no añadiría nada, mientras que, un fracaso, podría perjudicar mi reputación. No tengo necesidad de uno, y no desearía el otro caso. Tengo suficiente dinero, como para permitirme descansar. He compuesto demasiado en Italia. No quiero hacerlo en francés y no puedo musicalizar en alemán”. Sin embargo, aunque no volvió a componer óperas, continuó activo en el mundo musical, merced a sus relaciones. Fueron bastantes las composiciones que realizó (breves y no tan breves, religiosas o profanas). Y dedicó una atención especial a la Gastronomía, casi, su segunda profesión.
Esta es una anécdota, relatada por otro gran gastrónomo (Alexandre Dumas), referida a las causas del porqué dejó de componer el pesarés: De todos los festines y francachelas que hubo de embucharse en su vida trashumante, el compositor -banquetes mitológicos o reales ¡qué más da!- quizás “Una comida en casa de Rossini” (1849), relato de horror de Alexandre Dumas, incluido en su obra Los mil y un fantasmas, fue el único convite que pudo ocasionarle al Cisne de Pesaro, una terrible indigestión. Dumas, en su libro, relata una conversación de sobremesa entre el gran novelista y el compositor. ¿Por qué no escribe ya música para la ópera? Rápido, ligero, Rossini respondió: “Creí haber dado una razón poderosa: La pereza”.
Tiempos difíciles (1831/1836)
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Olimpia Pélissier |
Regreso, enfermo, a Paris, en 1832, siendo atendido por Olimpia Pélissier (la Colbran estaba en Bolonia). La sífilis (contraída en su primera estancia es Paris), se manifestó en el compositor. Estaba mal de salud física y mental con, uretritis y gonorrea, que se habían convertido en crónicas, lo que le provocaba muchos dolores. Era la consecuencia de “muchas noches en los brazos de Venus”, como uno de sus amigos explicó. Su estado, obligaba a cateterismos frecuentes y a otros tratamientos rigurosos y debilitantes. No había antibióticos en aquellos días.
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Gioachino Rossini |
Olimpia Pélissier
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Olympe Pélissier |
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Olympe Pélissier |
Años terribles (1837/1854)
Después de haber conseguido, en 1836, el reconocimiento de una pensión vitalicia, otorgada a Rossini por el Gobierno Francés, el músico decidió regresar a Italia, a su residencia de Bolonia, donde se ubicó hasta 1848. Su madre había muerto en 1827, y estaba ansioso por estar con su padre. Este largo periodo, que termina en 1855 (definitivo retorno a Francia), cuenta como los años más críticos de su presencia en este mundo. Son muchos los factores que se combinaron. Vamos a intentar resumirlos:
A. Empezó con un crispado ambiente político en Francia
B. Se le destituye de todos sus cargos públicos franceses (1830)
C. El músico ejerció una larga querella contra el Estado francés
D. Consigue una pensión vitalicia en compensación (1836)
E. Sus óperas, perdieron estimación
F. Se produjo la ruptura matrimonial con Isabella Colbran (1837)
G. Aumentaron sus dolencias físicas y mentales
H. El Cisne, empeoró, gravemente
I. La existencia de Rossini se convirtió en un infierno
J. Los tratamientos curativos eran insoportables
K. Rossini vivió en estados depresivos, con graves crisis nerviosas
L. Padeció neurastenia (trastorno psicosomático).
M. Se temió, seriamente, por la salud mental del músico
Separación (1837)
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Isabella Colbran |
Poco tiempo después del estreno de “Guillermo Tell (1829)”, Isabella Colbran, ya retirada de los escenarios, regresó a Bolonia desde Paris (6 de setiembre de 1829), acompañada de Rossini, para luego regresar él solo a Francia. La razón de este abandono, parece haber sido la dependencia a los naipes adquirida por la diva. Según manifestó el compositor, en la ciudad luz "Se dio al juego y al gasto imprudente. Sus ingresos no eran suficientes y las deudas contraídas fueron muchas”. Rossini se quedó unos días en Bolonia, bajo los cuidados de su anciano padre y regresó a Paris en 1830, dejando sola a su esposa. Era un hombre eminentemente práctico, y se dio cuenta de que la decadencia de su mujer, iba unida a un aumento de su afición a jugar a cartas.
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Rossini |
El juego suponía, cada vez, mayores pérdidas, por lo que Rossini, finalmente, confinó a su esposa en Castenaso, y controló rigurosamente sus gastos, para evitar que volviera a las andas con el naipe. La infeliz Colbran se vio así reducida a una vida de estrecheces y soledades. Esta situación se prolongó hasta que, en noviembre de 1837, acordaron separarse legalmente. Siempre se trataron con respeto y amistad y, según los biógrafos, siete semanas antes de la muerte, Rossini fue con Olimpia a Castenaso y tuvieron una larga conversación entre Isabella y Rossini. La que había sido extraordinaria cantante, murió en su villa, en el año 1844. Un año después, Olympe Pélissier, pasó a ser la segunda esposa legal del compositor. Los dos llevaban conviviendo juntos, trece años.
Bolonia (1837/1848)
Rossini y Olympe, se instalaron en Bolonia, después de su regreso de Francia. El músico, se iba convirtiendo en un depresivo con manías obsesivas. Se incrementó la virulencia de la sífilis, la cual hizo que la existencia de Rossini, fuera un verdadero tormento. Los dolores eran, cada vez más insoportables. Los tratamientos, dolorosísimos. Como consecuencia, Rossini padeció graves crisis nerviosas y depresivas, que se incrementaron por su carácter hipocondríaco, agudizando su nerviosismo e insomnio, hasta el punto de convertirse en un neurasténico. Llegó a temerse, muy seriamente, por su salud mental.
Florencia (1849/1855)
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Batalla de Novara Revolución italiana de 1848 |
El martirio pudo, al fin, terminar. En 1855, llegaron noticias de Paris, de que existía un novedoso tratamiento contra la sífilis. Olympia, no dudó un momento en llevar a su esposo a Francia, el 25 de abril del año citado, acompañados de dos fieles sirvientes, que no les abandonaron nunca.
Se le sometió al nuevo método curativo. La aplicación resultó muy exitosa. Y desapareció la sífilis. Mejoró tanto su salud, que se acrecentaron sus ganas de componer. Recuperó su habitual porte, su mordacidad y su sentido del humor.
Nueva residencia (1856/1868)
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Calle de Chaussée d'Antin |
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Dibujo con autógrafo |
Alejandro Dumas, padre |
Allí se interpretaron las últimas composiciones del maestro. Eran piezas breves, denominadas con el título genérico de “Pecados de vejez”. En 1863, terminó su última gran obra: “Pequeña misa solemne”, para dos pianos, armonio y cuatro solistas vocales, acompañados de un coro de ocho voces. Incluye, curiosamente, una carta de Rossini a Dios, en la que se excusa por el carácter operístico de su música. En sus ágapes sabatinos, Rosini fue capaz de mezclar cultura con gastronomía, al más alto nivel. Los periódicos de la época, relataban las reuniones con mucho detalle
Último Adiós (1868)
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Caricatura Wagner |
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Muerte de Rossini |
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Tumba de Rossini en Florencia |
PERSONALIDAD
Gioachino Rossini, además de ser un gran compositor de óperas, agregó su nombre a la historia por su mordaz sentido del humor y unas grandes ganas de sacarle gusto a la vida, gozándola lo más posible con todos los sentidos, pues tenía como fin supremo de la existencia, el placer, ya fuera en comida, bebida, amor, diversión o deleite. Es una manera positivista, hasta el extremo, de concebir nuestro pase por este mundo. Tratemos en lo que podamos de perfilar un poco más su caracterología.
Aspecto
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Un joven Rossini |
Carácter
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Manuscrito de Rossini |
1. Sensual, amante de la vida y propenso a fuertes depresiones
2. En su grave enfermedad nerviosa, se percibe la locura
3. Era un hipocondríaco, con un miedo patológico a la muerte
4. Con problemas para comer y dormir
5. Padecía del oído, por sus afecciones nerviosas
6. En la correspondencia de Rossini, no aparece ninguna carta de amor
7. En el epistolario, no hay la más mínima emoción personal
8. Las cartas a sus padres, son frías a pesar de que los adoraba
9. Las cartas dirigidas a Olimpia, destacan por su elegancia
10.Hay en ellas muchas noticias sobe sus manías de vejez
11. Poseía una personalidad extrovertida
12. De talante alegre y confiado
13. Estaba orgulloso de sí mismo
14. Era ingenioso y cáustico
15.Tenía grandes apetitos gastronómicos y sexuales.
16. Disfrutaba de la vida, aprovechándola al máximo.
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Reloj con la figura de Rossini |
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Partitura autógrafa |
Relaciones Mundanas
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El Rossini maduro |
Pensamiento
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Un Rossini casi desconocido |
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Fotografía |
Ideas Políticas
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Curiosa fotografía de Verdi y Rossini |
En la mesa
Gustó, desde siempre, de la buena mesa: se dice que podía comer veinte filetes en un día. La disfrutó, principalmente, en sus años parisinos: este último periodo de su vida, fue cuando más se acentuó su amor y gusto por la gastronomía. Disfrutó todos los placeres mundanos, desde comida, bebida y tabaco, hasta mujeres (con un éxito nada despreciable entre ellas). Su vida estaba llena de trufas, aceitunas, foie gras, mantequilla, carne, pasta, macarrones, huevos, carne estofada, manitas de cerdo y riñones y, también, de quesos y salchichones, que le volvían loco.
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Tournedó Rossini |
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Rossini y Meyerbeer |
Pereza
Uno de los rasgos más conocidos de la personalidad de Rossini, fue su holgazanería. Se cuentan innumerables historias sobre el particular. Sin embargo, yo siempre razono con lo mismo: esta faceta no se demuestra en su profesión, por lo mucho que compuso y en poco tiempo. Sí parece que ya, desde chico, era un haragán para todas las cosas que no le interesaban. Escribir música, sí le gustaba. Son famosos sus incumplimientos con los empresarios. Parece que su ópera más famosa (Il Barbiere di Siviglia), la compuso en un tiempo record, porque, como de costumbre, se le pasó la fecha de entrega.
Trabajaba en su dormitorio, en bata. Un amigo, le dijo que era curioso que hubiera compuesto “El barbero”, sin afeitarse. Rossini, respondió rápidamente, “que si se hubiese afeitado, habría tenido que salir de casa, y, por lo tanto, nunca se habría completado la ópera”. Era muy perezoso para trabajar. Rossini, explicaba así como se enfrentaba a las Oberturas para sus óperas: “Espero hasta la noche anterior al estreno. No preparo nada, salvo la presencia de un copista para cuando termino”. Y el compositor de Pesaro, nos sigue diciendo: “Escribí la obertura de la Gazza Ladra, el día antes del estreno, en el techo del Teatro alla Scala, donde había sido encarcelado por el director, y custodiado por cuatro tramoyistas”. Sigue Rossini, demostrando su pereza: “Para el Barbiere, me fue mejor: ni siquiera tuve necesidad de componer una obertura, la saque de “Elisabetta” y al parecer, el público quedó muy contento”.
Espíritu burlón
El compositor, dotado de un humor socarrón, dice, en una de sus cartas: "Después de hacer nada, no conozco ocupación más agradable que comer, comer bien, quiero decir. El apetito es para el estómago, lo que el amor es para el corazón. El estómago es el director del coro, que dirige y opera una gran orquesta de pasiones. Un estómago vacío, es el fagot o la flauta, en la que el descontento se queja o grita la envidia. Por el contrario, el estómago lleno, es el triángulo del placer o de los címbalos de júbilo. En cuanto al amor, yo considero esto, como la diva que canta en la Cavatina cerebro, que intoxica el oído y secuestra el corazón. Comer y amar, cantar y digerir: éstos son los cuatro actos de esta ópera bufa que llamamos vida, y desaparece como la espuma de una botella de champán. Quién la dejó escapar sin haberlo disfrutado, es un loco".
Relación de Óperas
Para aquellos que tengan curiosidad, he confeccionado un cuadro en el que se reflejan todas las Óperas del compositor, con los datos del año de estreno, lugar, género, número de orden cronológico y la vocalidad de los protagonistas.
ÓPERAS DE ROSSINI CLASICADAS POR SU ESTRENO EN LOS TEATROS
| |||||||
Nº
|
NOMBRE DE LA ÓPERA
|
Clase
|
Estreno
|
Lugar
Estreno
|
TEATRO
|
Protagonista
| |
Mascul.
|
Mujer
| ||||||
3
|
L’equivoco Strava.
|
SS
|
1811
|
BOLONIA
|
Corso
|
C
|
CS
|
5
|
Ciro in Babilonia
|
SE
|
1812
|
FERRARA
|
Comunale
|
CM
| |
25
|
Adina
|
SS
|
1826
|
LISBOA
|
San Carlos
|
C
|
SS
|
7
|
La pietra del paragone
|
CO
|
1812
|
MILAN
|
Alla Scala
|
C
|
CS
|
13
|
Il turco in Italia
|
CO
|
1814
|
MILAN
|
Alla Scala
|
C
|
SC
|
12
|
Aureliano in Palmira
|
SE
|
1813
|
MILAN
|
Alla Scala
|
CM
| |
30
|
Bianca e Falliero
|
SE
|
1819
|
MILAN
|
Alla Scala
|
CM
|
SS
|
21
|
La gazza ladra
|
SS
|
1817
|
MILAN
|
Alla Scala
|
C
|
SS
|
18
|
La Gazzetta
|
CO
|
1816
|
NAPOLES
|
Fiorentini
|
C
|
SC
|
19
|
Otello
|
SE
|
1816
|
NAPOLES
|
Fondo
|
BT
|
SCO
|
15
|
Elisabetta R. d’Ingh.
|
SE
|
1815
|
NAPOLES
|
San Carlo
|
C
|
SCO
|
22
|
Armida
|
SE
|
1817
|
NAPOLES
|
San Carlo
|
C
|
SCO
|
24
|
Mosè in Egitto
|
SE
|
1818
|
NAPOLES
|
San Carlo
|
N
|
SCO
|
26
|
Ricciardo e Zoraide
|
SE
|
1818
|
NAPOLES
|
San Carlo
|
C
|
SCO
|
27
|
Ermione
|
SE
|
1819
|
NAPOLES
|
San Carlo
|
C
|
SCO
|
29
|
La donna del lago
|
SE
|
1819
|
NAPOLES
|
San Carlo
|
BT
|
SCO
|
31
|
Maometto secondo
|
SE
|
1820
|
NAPOLES
|
San Carlo
|
N
|
SCO
|
33
|
Zelmira
|
SE
|
1822
|
NAPOLES
|
San Carlo
|
C
|
SCO
|
35
|
Il viaggio a Reims
|
CO
|
1825
|
PARIS
|
Italiens
|
C
|
SC
|
38
|
Le comte Ory
|
CO
|
1828
|
PARIS
|
Ac. R. M.
|
C
|
SC
|
41
|
Robert Bruce
|
PT
|
1846
|
PARIS
|
Ac. R. M.
|
N
|
SS
|
36
|
Le siège de Corinthe
|
SE
|
1826
|
PARIS
|
Ac. R. M.
|
BT
|
SS
|
37
|
Moïse et Pharaon
|
SE
|
1827
|
PARIS
|
Ac. R. M..
|
BT
|
SS
|
39
|
Guillaume Tell
|
SE
|
1829
|
PARIS
|
Ac. R. M..
|
BT
|
SS
|
40
|
Ivanhoè
|
PT
|
1826
|
PARIS
|
L’Odeon
|
C
|
SS
|
32
|
Matilde di Shabran
|
SS
|
1821
|
ROMA
|
Apollo
|
CM
|
SC
|
17
|
Il Barbiere di Siviglia
|
CO
|
1816
|
ROMA
|
Argentina
|
BC y C
|
MC
|
23
|
Adelaide di Borgogna
|
SE
|
1817
|
ROMA
|
Argentina
|
C
|
SS
|
20
|
La Cenerentola
|
CO
|
1817
|
ROMA
|
Valle
|
C
|
MC
|
1
|
Demetrio e Polibio
|
SE
|
1812
|
ROMA
|
Valle
|
C y N
| |
16
|
Torvaldo e Dorliska
|
SS
|
1815
|
ROMA
|
Valle
|
BT
|
SS
|
10
|
Tancredi
|
SE
|
1813
|
VENECIA
|
Fenice
|
CM
|
SS
|
14
|
Sigismundo
|
SE
|
1814
|
VENECIA
|
Fenice
|
CM
| |
34
|
Semiramide
|
SE
|
1823
|
VENECIA
|
Fenice
|
CM
|
SCO
|
11
|
L’italiana in Algeri
|
CO
|
1813
|
VENECIA
|
Benedetto
|
C
|
CC
|
28
|
Edoardo e Cristina
|
SE
|
1819
|
VENECIA
|
Benedetto
|
C
|
SS
|
2
|
La Cambiale. di matrimonio
|
CO
|
1810
|
VENECIA
|
San Moisè
|
C
|
SC
|
8
|
L’occasione fa il ladro
|
CO
|
1812
|
VENECIA
|
San Moisè
|
C
|
SC
|
6
|
La Scala di seta
|
CO
|
1812
|
VENECIA
|
San Moisè
|
C
|
SC
|
9
|
Il Signor Bruschino
|
CO
|
1813
|
VENECIA
|
San Moisè
|
C
|
SC
|
4
|
L’inganno felice
|
SS
|
1812
|
VENECIA
|
San Moisè
|
C
|
SS
|
Las claves para interpretar la tabla se encuentran en el cuadro que sigue:
LEYENDA
|
CLAVES
| |
Clase
| ||
Óperas
|
Cómicas
|
CO
|
Serias
|
SE
| |
Semi-Serias
|
SS
| |
Pastiches
|
PT
| |
LEYENDA
|
Protagonista
| |
Sopranos
|
Seria
|
SS
|
Cómica
|
SC
| |
Colbran
|
SCO
| |
Mezzosopranos
|
Seria
|
MS
|
Cómica
|
MC
| |
Contraltos
|
Seria
|
CS
|
Cómica
|
CC
| |
Músico
|
CM
| |
Tenores
|
Baritenor
|
BT
|
Contraltino
|
C
| |
Barítono Cantante
|
BC
| |
Bajo
|
Noble
|
N
|
Bufo
|
B
|
Gioachino Rossini, compuso cuarenta y una óperas, para las que creó, doscientos nueve personajes, a los que dio, en mayor número, una vocalización de Bajos Nobles (40) y Tenores Contraltinos (38). El estreno de sus cuarenta y una óperas, se llevó a cabo en Nápoles y Venecia, (ambas con 10 óperas), Paris (7), Roma (6), Milán (5) y Bolonia, Ferrrara y Lisboa (con una ópera c/u).
Final
Gioachino Rossini, compositor e italiano, tiene muchos méritos musicales. Supo hacer brillar a la orquesta, con vivos colores, basados en el ritmo. Sus famosos "crescendi rossinianos”, impactaron al público de aquella época y todavía hoy, nos siguen sorprendiendo. Ajustó el Belcanto a los sentimientos. Y también tiene valores culinarios, pues era un especialista gastronómico que nos legó platos universales. Pero para mí, en vez de todos esos merecimientos, que están muy bien, utilizo a Rossini (que él me perdone), como terapia, si, como Terapia Musical. Cada vez que anímicamente tengo un mal día, enciendo mi reproductor, elijo una de sus óperas cómicas, y consigo relajarme. Al rato estoy mucho mejor. Soy otro. En definitiva, sus óperas me dan “alegría de vivir”.
Bibliografía: “Más allá de Il Barbiere” de Antonio Domínguez Luque, “Rossini” de Fernando Fraga, “Rossini” de Roger Alier, “Vida de Rossini” de Stendhal, Otras publicaciones varias y Diversas páginas de Internet
2 comentarios:
Saludos, Juanba.
Creo adivinar a qué te refieres cuando dices que usas la música de Rossini como Terapia Musical. Yo también me digo a menudo que no sé qué habría sido de mí sin Rossini.
Es imposible estar triste mientras se escucha algunas de sus óperas bufas. Rossini tiene una alegría arrolladora, una vitalidad poderosa, y que te arrastra sin que haya posibilidad de resisitirse. "É tutto furore!", como creo recordar que decía Stendhal.
Este año estamos de enhorabuena, celebramos el aniversario del nacimiento de Rossini. El próximo 29 de febrero sería su cumpleaños. Y me parece que debería ser una ocasión doblemente especial porque, como dices en esta entrada de tu blog, al haber nacido en año bisiesto, sólo lo podemos hacer cada cuatro años.
Habría que animar a algunas instituciones a que organizaran algo especial cada cuatro años para celebrar el aniversario de Rossini. Algo por todo lo alto para dar a conocer al gran público su música.
Seguro que opinarás como yo, que Rossini se lo merece. Además, la alegría de Rossini es contagiosa y no creo que hiciera mal a nadie. Más bien, al contrario.
Gracias por tu blog y un cordial saludo, Juanba.
Amigo Daniel, muchas gracias por participar en el tema de Rossini. Esta vez no he sido muy rápido contestando. Ni tampoco lo voy a ser en extensión. Ando bastante ocupado en otros menesteras. Pero quiero que sepas que eres de los pocos en dejar opinión sobre los temas. Y tengo que agradecértelo encarecidamente.
Sí, a Rossini había que conmemorarlo de algún modo. Pero me temo que en España no va a poder ser. Sólo se le conoce, y eso en el ambiente operístico, por su Barbero. Pero es mucho más, no tengo que decírtelo. Donde sí se celebra es en Pesaro. Aparte de que toda la población está bien instruida sobre el tema, se hace anualmente un FESTIVAL ROSSINI, al que, daría algo, por acudir. Anímate tu que seguro eres más joven.
Es verdad que yo lo uso como terapia para cambiar de humor si ese día me levanto en mal estado.Pero no sólo es Rossini. Si al despertar me siento romántico y melancólico, tiro de Bellini y si ese día quiero saber de las debilidades humanos, es la jornada de Verdi.
En fin, que no se si habré contestado a todo lo que me decías, Ya puedes perdonar porque se me ha acabado el rollo.
Un abrazo afectuoso
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