W. A. Mozart |
Estoy hablando de Wolfgang Amadeus Mozart, que ya se ha repetido, otras veces, en este blog. Su elección no es gratuita, porque merece se hable de él. Pero lo difícil, es, por donde caminar para no repetirse. El que, existan muchas páginas en la red, que tratan sus obras y biografía, lo complica aún más. Después de afanarme la sesera, he decidido ir por la vía del sexo, pero no penséis mal, ya que se trata solo del género, en este caso femenino. Quiero creer que os va a resultar, al menos, curioso. Así lo espero.
Las conquistas de Don Giovanni
“Don Giovanni”, ópera de Mozart con texto de Lorenzo Da Ponte, es la segunda de las tres obras que hicieron en colaboración (las otras dos son: “Le nozze di Figaro- Las bodas de Fígaro” y “Così fan tutte- Así hacen todas”). Todas ellas giran, fundamentalmente, en torno a las mujeres y el sexo. Desde el estreno de “Don Giovanni” en Praga, ha gozado siempre del favor de un amplio sector de público. Está definida como “drama giocoso (jocoso)”, por el propio autor del libreto. Efectivamente, se encuentra en la tradición de la ópera bufa, pero es, fundamentalmente, realista.
La obra ha levantado mucha polémica, en sus años de existencia. Hay un amplio número de comentarios, teorías e interpretaciones diversas, sobre ella. Una de las razones, sino la principal, por la que se ha producido tanta documentación, es su argumento. Don Juan, constituye junto con Fausto, los dos grandes y eternos mitos, tratados ampliamente por la literatura y la música, de todos los tiempos, ya que son tan antiguos, como la humanidad.
En estos estudios hay muchas teorías, algunas antagónicas. La causa de estas discrepancias se centra en la ambigüedad del propio libreto, que da argumentos para lecturas diferentes y contrarias. En general, se tiende a pasar por alto el aspecto disoluto del burlador, menospreciando a los personajes femeninos. Y es que Don Giovanni, tiene un lado simpático, que es lo que más destaca, cuando se piensa en él. Según unos, el mayor pecado del disoluto, no son las mujeres, sino su ateísmo; para otros, su delito es burlarse de la muerte. Estas opiniones son especialmente diversas, si hablamos de los amores y la potencia sexual del burlador.
Gregorio Marañón |
• Primero doña Ana, al comienzo. Suponiendo que no lo consiguiera, sería el primer rechazo que don Giovanni haya recibido nunca.
• Zerlina, al final del primer acto. Don Juan se la lleva a sus aposentos, pero tiene que salir, rápidamente, asediado por todos los demás. Tuvo que ser veloz de veras, pero, es de suponer, que, para un experto como él, es suficiente el poco espacio de tiempo, del que dispone.
• La doncella de doña Elvira, después de la serenata. Don Juan, cree tener la seguridad de que ninguna mujer, puede resistirse a su canto. La desaparición de escena, de Leporello y doña Elvira, deja el camino libre al disoluto para conseguir a la fémina más fácilmente.
• Dos muchachas del país, en el intervalo, antes del inicio del segundo acto. Este aspecto fue subrayado en el film de Joseph Losey, de nombre homónimo, abriendo el segundo acto con don Giovanni, divirtiéndose con una muchacha campesina semidesnuda. Por otro lado, si al acabar el primer acto don Giovanni estaba huyendo, para poderse salvar del asedio al que le sometían ¿Por qué al inicio del segundo está así de contento? Esto puede demostrar que ha satisfecho su instinto.
• La mujer de Leporello. Don Giovanni, dice a Leporello, que ha encontrado una “muchacha bella, joven y galante”, que le ha acariciado, llamándole: “Mi querido Leporello” (téngase en cuenta que habían intercambiado la vestimenta). Leporello, enfadado, le contesta “¿Y si hubiese sido esa mi esposa?”. Don Giovanni, rompe a reír y le replica “Mejor aún”, provocando con ello, la primera frase de la estatua del Comendador “Terminarás de reír antes de la aurora”.
Doña Ana
Doña Ana con don Octavio |
Primera escena de la Ópera Ana, Octavio y el cadáver del Comendador |
Octavio y Ana |
Ana y Octavio |
Ana odia y quiere venganza, si bien este sentimiento se ha atenuado un poco, con el remordimiento por la muerte de su padre. Frente a las dramáticas frases de Elvira, ella solo tienen ojos para su Octavio: “non mi dir, bell idol mio, che io son crudele con te (No me digas, bello ídolo mío, que soy cruel contigo. Sabes bien cuanto te amé y conoces mi fe, calma, calma tu tormento)”. Por sus palabras, demuestra una profunda relación de complicidad con la dama. Octavio no es un héroe vengativo, más bien un hombre de paz, que, seguramente, se hubiera resignado ante la relación de don Giovanni, con su prometida.
Doña Elvira
Elvira, Leporello y "el catálogo" |
La Elvira de la mezzo-soprano Cecilia Bartoli |
Doña Elvira |
Zerlina
Es curioso cómo puede observarse el atractivo sexual y el egoísmo insaciable de don Giovanni, a través de este personaje. Los autores convierten a la campesina, en una figura clave del desenmascaramiento del libertino. La aldeana, se siente atraída hacia él por su posición, gracia, galantería, riqueza y, sobre todo, su promesa de cambiar su destino a través del matrimonio. Para don Giovanni, es una conquista fácil.
Zerlina y Masetto |
Zerlina y "el burlador" |
Ana y Elvira
Si en el “Don Giovanni”, los personajes de, Elvira y Ana, defendiesen la misma posición, la ópera perdería sentido. Según las convenciones del siglo XVIII, ellas deberían ser enemigas acérrimas. Pero no lo son. Bien al contrario, muestran una recíproca simpatía, a pesar de que sus controversias con don Giovanni, sean muy diferentes.
Una escena de la Ópera en un cromo de una colección humorística privada |
Su lema es el odio: si logra satisfacerlo con el castigo al malvado, quedará libre. No obstante, algunos han visto en la actitud de Ana, una desesperación de mujer enamorada de don Juan. Una mezcla de amor y odio. De cualquier modo, el conflicto de Ana, no parece que sea estar atrapada entre dos amantes, sino estarlo entre el deber filial y su propia felicidad, que, en la ópera, está más identificada con don Octavio que con don Giovanni.
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