Un joven Carreras en el papel de Rodolfo |
Quiero iniciar un apartado al que genéricamente voy a llamar “Anecdotario” y en el que iré poniendo una serie de historietas, creo que divertidas, recogidas de diversas fuentes. Empecemos con la primera.
Vamos a relatar una historia recordada por Linda Esther Gray, que fue la última estudiante del viejo Ópera Centre del este de Londres. Era una producción de “La Bohème”, realizada por ese centro. Ya se veía, a primera vista, que el tenor que hacía de Rodolfo, no estaba en perfectas condiciones. Preguntado que le pasaba, contestó que estaba muy nervioso y que había abusado del Valium.
La muerte de Mimí |
Linda hacía el papel de Mimí y todo transcurrió sin incidentes hasta llegar al cuarto acto en el cual, necesariamente, muere la protagonista. Pero antes de morir, Musetta, con los ahorros de todo el grupo y el gabán de Colline, consigue traerle un costoso manguito para que se caliente las manos, pues se quejaba de que tenía frío.
Al entregárselo Mimí pregunta a Rodolfo “¿Eres tu quien me lo da?” y Musetta afirma con la cabeza, sabiendo que no es verdad, porque lo ha comprado ella. Entonces Mimí recrimina a Rodolfo por manirroto.
A todo esto, el pobre tenor Rodolfo se encontraba apoyado en el lecho, aparentemente sumido en la desesperación. Pero ahora le tocaba recitar su parte. Ésta, era una pregunta que debía dirigir a Marcello: “¿Qué ha dicho el médico?”. Pero el tenor ni se inmutaba, seguía “hundido en la desesperanza”.
Ana Netrebko y Rolando Villazón |
El director de orquesta hizo una seña a la que interpretaba el papel de Musetta y los pocos recitados que faltaban para terminar la obra, los dijo ella. Así, en lugar de que Rodolfo cierre la ópera con “¡Mimi! ¡Mimi! ¡Mimi!”, en esta ocasión, única, fue cerrada por la casquivana amante del pintor Marcello.
¿Qué había pasado? Es fácil suponerlo: entre el ambiente de quietud tensa, la escasa luz y el hecho de que estuviera junto a la cama de la moribunda, dio como resultado que el infeliz tenor Rodolfo, se había quedado profundamente dormido y no había manera de despertarlo. Cuenta Linda Esther Gray que ésta es la única vez que había visto en toda su carrera, dormirse a un cantante en escena y alabó la presencia de espíritu de la soprano que le sustituyó en su parte.
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