Castrar y Cantar

En un periodo que abarca, aproximadamente, desde los últimos años del siglo XVI, hasta el primer tercio del XIX, existió en música un tipo de voz muy particular, de la que hoy sólo podemos hacernos una leve idea. Su máximo esplendor, fue, durante el siglo XVII y sobre todo, el XVIII. Estos cantantes, que dominaron el panorama vocal durante tanto tiempo, fueron los Castrados (Castrati, en italiano). El término se utilizó para definir a aquellos cantores que, de niños, habían sido sometidos a la extirpación de sus testículos.

La castración, servía para que conservaran su voz aguda, pero con la fuerza y potencia de un varón. A estos seres humanos tan particulares, se les llamó, asimismo, “evirados”, “soprano maschio (soprano macho)” o “cantoretti (cantorcillos)”, pero en términos coloquiales, se les conocía por “capones”, o “grandes huevos” o “huevazos” o “elefantes sonoros”. Entre la gente de teatro, se les llamaba “musici (músicos)”. Otros apodos despectivos, eran: “eunucos”, “antropológicos”, “inadaptados mutantes”, “los hombres del tercer sexo” y algunos más.

Los Castrati, han demostrado ser un fenómeno musical con mucho misterio a su alrededor, pues, casi cien años después de la muerte del último Castrato, es relativamente poco, lo escrito sobre las circunstancias que los rodearon. Y sin embargo, hay siempre un gran interés del público hacia ellos. Su aportación a la ópera, tuvo mucha importancia, pues consiguieron cambiar la faz de este género.

ORÍGENES
No se sabe con exactitud, cuándo los Castrati fueron utilizados, por primera vez. Hay alguna evidencia de que pudieron ser empleados en Roma, desde el siglo IV de nuestra era. En el siglo VII, se prohibió, que las mujeres cantasen en las iglesias. Esta discriminación, continuó hasta el siglo X.

En el XII, un hombre llamado Theodore Balsamone (posiblemente eunuco), escribió un tratado en defensa de los extirpados. Se tiene noticia de otro, llamado Manual, que se registró en Smolensk (Rusia), en 1137, y allí cantó. Durante el siglo XIV, las mujeres vuelven a no poder cantar en las iglesias y se comienza a recurrir a la castración, para obtener voces agudas.

Los Papas posteriores, lograron, a través de declaraciones oficiales, contener el avance de los Castrati en el teatro y conservatorios. Durante el papado de Paulo IV (1555/1559), se confirma la prohibición de que las mujeres participen en los coros eclesiales, en base a las palabras de San Pablo, Primera de Corintios, capítulo XIV, versículo 34 y 35: "Las mujeres guarden silencio en las asambleas, porque no les es permitido hablar". Niños de voces blancas y adultos castrados, sustituyen a las voces femeninas

La incorporación al coro pontificio de la Capilla Sixtina de Francesco Soto y Giacomo Spagnoletto, dos moriscos españoles, probablemente Castrados, entre 1562 y 1588, será el inicio de una tendencia a la que no hubo ya forma de dar marcha atrás. Pero, ambos, aparecen en los registros, como falsetistas. En 1599, se admitieron en Roma, por primera vez, a tres Castrati,  como tales, de forma oficial.

Escolanía de la Capilla Sixtina
Eran Pietro Paolo Girolamo, Folignato y Rossini. Y es que la Iglesia Católica, negó su utilización hasta ese año (antes, todos los Castrados, eran “Falsetistas no castrados”). Este cambio se debió, a que el Papa de entonces, Clemente VIII (1592/1605), quedó impresionado por la dulzura y la flexibilidad de esas voces. Aparte de su reconocimiento oficial, respecto a la castración, se posicionó diciendo que se haría “sólo para la gloria de Dios".

Una vez aprobados por la Iglesia Católica, se hicieron más numerosos. Pronto las familias pobres de toda Italia, pedían que se efectuara la operación a sus hijos, con la esperanza de que la Madre Iglesia, cuidara de ellos. Todas las eviraciones, tenían que referirse a accidentes, ya que la Institución Religiosa, reconocía, como oficialmente prohibida, la mutilación deliberada. Sería excomulgada, cualquier persona que participara en esas operaciones.

La Tiara Papal
El gusto popular por este tipo de voz, influyó en la ópera. En Mantua, el año 1607, un Castrato, cantó diversas partes del “L’Orfeo” de Monteverdi, en los papeles de mujer, ya que el rol principal, fue abordado por un tenor. Pasarían todavía varias décadas, hasta que se impusiera la costumbre de utilizar en los escenarios a Castrati.

Inocencio XI (1676/1689), prohibió a las mujeres que aprendieran canto y música. No podían tampoco, cantar en los coros de las iglesias, ni en los teatros. De esto, surgió la obligación de tener coros estrictamente varoniles. Y se recurrió a la castración, para conservar la voz de la niñez. Era el único modo de obtener tesituras próximas a las femeniles, que además de las funciones litúrgicas, cubrieran las necesidades de los escenarios teatrales. Por ello, se fundan escuelas de canto que llegan a ser célebres.

Entronización Papal
de San Celestino V
Allí se educaban infinidad de niños, a los que el pueblo llamaba “músici”, con el significado de cantores Castrados. De este modo, los Castrati, empezaron a cantar papeles femeninos. La situación, obligó a ciertas cantantes, a tomar medidas drásticas, para que fueran  confundidas con Castrati. Llegaban a ponerse objetos en la cintura, de forma apropiada, para provocar la confusión. Estas medidas, jugaron un importante papel- que hizo incrementar los Castrati- para luego disminuirlos, cuando se autorizó, la desaparición del decreto. Una vez que los Castrati fueron escuchados en Roma, provocaron en el público un recibimiento entusiasta. Desde entonces, todas las iglesias de Italia tenían Evirados.

El Papa Benedicto XIV (1740/1758), comenzó a hablar de la castración como "un crimen natural, cuyas víctimas son niños pequeños, a menudo con la complicidad de sus padres". Y permitió que las mujeres actuaran en los escenarios teatrales. Pero parece ser, que no se atrevió a excluir de los coros eclesiásticos, a aquellos que, ya operados, venían cantando en los mismos.

Papa Clemente XIV
El Papa Clemente XIV (1769/1774), además de disolver la compañía de Jesús, prohibió terminantemente la castración. Y cualquier tipo de preparación para el canto, que diera a los muchachos jóvenes, una voz artificial. Pero nunca tuvo el coraje de prohibir Castrati, en los coros de las iglesias. Ordenó, asimismo, que en los coros, las voces de soprano y contralto las hicieran mujeres.

A pesar de lo expuesto, los Castrados, siguieron formando parte de la Capilla Sixtina del Vaticano. De hecho, la Iglesia, fue la última institución en abandonar la práctica del uso de Castrati. Lo hizo, a comienzos del siglo XX.


HISTORIA
La voz infantil aguda, se mantenía en la edad adulta, si a los muchachos, se les extirpaban los dídimos, en la infancia.La eviración se hacía, antes de llegar al cambio de voz de la pubertad. Con ello, la  laringe no se modificaba y conservaba la tesitura de timbre agudo. Por documentos encontrados en Roma y Ferrara, la castración con fines musicales, empezó en la corte de Mantua, en 1555. Coincide con la implantación de la primogenitura: los primeros hijos, heredaban, y, sus hermanos pequeños, se unían a la milicia, o se hacían sacerdotes, o buscaban un empleo en la iglesia. La extirpación, se hizo, exclusivamente, en Italia. Parece que pudo originarse en España y que, en el resto de Europa, se realizó muy poco. Este tipo de voz, fue muy utilizada en el barroco, con música sacra y profana.

Jóvenes Castrati
Al existir una lasa tolerancia de la ley que prohibía la castración infantil, de poco servía que esta práctica, estuviera penada. La causa no era sólo litúrgica, pues cuando los compositores de ópera, se dieron cuenta de las posibilidades que tenían estas amplias tesituras, se produjo una mayor demanda de las mismas.

Por eso, los Castrados, figuran en la historia de la ópera desde los primeros tiempos. Muchos Castrati, fueron mundialmente famosos, en la época gloriosa del belcantismo. Llegaron a su máxima popularidad entre 1650 y 1750. La demanda de voces de Castrati, fue debida a una combinación de dos factores: la prohibición de cantar las mujeres hecha por la Iglesia católica, y el aspecto de que, un niño, recién castrado, era más  maleable, para hacer entrenamientos, que una chica comparable en talento.

Il Castrato
Giovanni Btta. Velluti
La discriminación sexual a las féminas, en las obras teatrales, duró hasta finales del siglo XVIII. Prohibir cantar a los Castrati en las iglesias, tardó más tiempo- de hecho se siguieron utilizando hasta principios del siglo XX- por lo que la castración con fines musicales, continuó. Muchos niños se sometieron a ella hasta 1870, que es cuando fue abolida la práctica. Pero en el palcoescénico, dejaron de usarse estas peculiares voces, en 1830, cuando los dos últimos grandes sopranistas, abandonaron el canto, por cambios en el gusto estético de los espectadores. La última aparición de un Castrato en Londres, fue en 1825. Era Giovanni Battista Velluti, que  estrenó, en esa ciudad, sin éxito, "Il Crociato in Egitto" de Meyerbeer.

Alessandro Moreschi
El último Castrado
Alessandro Moreschi (1858-1922), está considerado, el último de los Castrati. Se retiró en 1913, terminando así con la tradición de los de su clase, para siempre. Conservamos su voz, en una grabación, realizada en 1902. En ella, se recogen diecisiete fragmentos musicales del cantante, junto al coro de la Capilla Sixtina. Debido a los precarios medios con los que fue registrada, y al paso del tiempo, la calidad de la grabación es muy mala. No obstante, constituye el único documento sonoro de Castrati, que se conserva en el mundo.

CAPILLA SIXTINA
Hagamos un rápido recorrido por la historia de esta capilla, ya que, en su grupo vocal, existieron muchas voces de Castrati. En el año 498, el Papa Gelasio I, creó la Capilla de la Basílica de San Pedro, con un coro de cantantes. En 1480, Sixto IV, formó otra, la Capilla Vaticana que, Julio II, renovaría en 1512, denominándola Cappela Giulia. Los sucesivos Papas, aumentaron el número de capellanes cantores, hasta que, en 1590, Sixto V, fusionó las dos capillas en una sola que, desde entonces, se conoce con el nombre de Capilla Sixtina. Llegó a tener treinta capellanes y diez discípulos, bajo la dirección de un maestro.

En el Coro de dicha Capilla, se encontraban los llamados falsetti o falsetistas. Se trataba de varones, no castrados, que habían educado la voz para cantar en tonos de cabeza. Se les llamaba “falsetistas artificiales”, para distinguirlos de los “falsetistas naturales”, que eran Castrados. Cuando, el P. Gerolamo Rossini da Perugia- primer castrado del que se tiene noticia- fue contratado para la Capilla Sixtina, los “falsetistas artificiales”, no quisieron cantar con él. Después, los Castrados, reemplazaron a los falsetistas artificiales,  en los registros altos de polifonía.

Capilla Sixtina
A cantar en esa capilla, fueron españoles, como Cristóbal de Morales, Pedro Ordóñez y Francisco Soto de Langa, procedentes de la excelente escuela de la Basílica de Sevilla, creada en 1487. Ya italianos, “falsetistas naturales”, famosos, en la Capilla Sixtina, han sido, Alessandro Moreschi, -el último castrado- y Domenico Mustafá de Foligno, evirado en 1848. Como “falsetista artificial”, destacó Giovanni Luca Conforti, -cuya técnica hizo época-. Cantantes Castrados de la Capilla Sixtina, fueron también, Loretto Vitorio, Stefano Landi, Carlo Broschi, Jacomo Spagnoletto y Martino y Pietro Paolo Girolamo Rossolino.

Los cantantes Castrados, sobrevivieron en la Capilla Sixtina, hasta el Pontificado de Pío X, quien decretó su abolición, con el "motu propio" sobre la música sacra, del 22 noviembre 1903. Después de esto aún fueron famosos, hasta fines del siglo XIX, D. Mustafá y A. Moreschi. Treinta y dos papas disfrutaron de los castrati en la Capilla Sixtina.

POSICION DE LA IGLESIA
El Concilio de Nicea, en 325, excluyó del clero a los que voluntariamente se hubieran castrado. El Obispo Demetrio,  de la Iglesia de Alejandría, juzgó y condenó a Adamantino, por castrarse,  prohibiéndole predicar. Lo mismo hicieron con, Melitón, obispo de Sades, y con la secta de los Valesianos, en el siglo III. La Iglesia, ha reprobado, en todo tiempo, la práctica de la castración.

En las Actas del citado Concilio de Nicea se dice: "Si alguno ha sido mutilado durante una enfermedad por los médicos o bien por los bárbaros, que permanezca o sea admitido, en el clero; mas si alguno, estando en buena salud, se mutiló por sí mismo, que se excluya del clero del que forma parte y en lo sucesivo no deberá perdonarse a quien haya obrado de esa manera. …. /….. ".

Los Nuevos Concilios, como el 7º, de Arlés (452), rechazaban las órdenes sagradas a los castrados. Los Cánones llamados de los Apóstoles, así como el Derecho Canónico, recogen esta misma prohibición. La castración con fines musicales, era una práctica exclusiva de Italia, y, bajo la Ley Canon de la Iglesia Católica, era estrictamente ilegal. Como se trataba de una mutilación, su castigo era la excomunión.

Coro de Musici (castrati)
El músico de la época, Charles Burney (1726/1814), vivió toda esta problemática. Fue enviado a la búsqueda de lugares, donde se llevaba a cabo la operación. Este es su testimonio: “Pregunté por toda Italia, pero no logré ninguna respuesta. En Milán dijeron que se encontraban en Venecia; en Venecia que en Bologna; en Bologna lo negaron, diciendo que era en Florencia; de Florencia a Roma, y de Roma a Nápoles. Dijeron que había talleres con la  inscripción: “Aquí son castrados los niños”; pero fue imposible ver u oír algo”.

A pesar de todas estas consideraciones, la posición secular de la Iglesia, me parece que era sólo una figura retórica formal. Siempre se buscaba un subterfugio, cuando convenía, para realizar la operación de castración. Pretextos falsos, tales como: accidentes, malformaciones genéticas y congénitas y otros, eran usados con profusión. En el fondo, a mí me parece que, subsistía un consentimiento no reconocido, en aras de una belleza vocal, considerada como don divino.

LA OPERACIÓN
La eviración o castración, consistía en la destrucción del tejido testicular, manteniendo íntegro el pene. De este modo, las cuerdas vocales, no se desarrollaban, y conservaban su timbre infantil. El colectivo afectado, se centraba en los niños que habían demostrado tener, especiales condiciones para cantar.

Dibujo moderno
de la operación
La castración, se realizaba, como norma,  entre los siete y doce años de edad, aunque, algunos, se sometieran a ella,  con trece o, incluso, catorce. Se hacía, antes de que la función glandular de los testículos, diera lugar a la muda o cambio de voz. Las operaciones eran realizadas, normalmente, por cirujanos ambulantes, con licencia en la ciudad de Norcia (provincia de Umbría). Se les llamaba “Norcini”, y se trasladaban de ciudad en ciudad, por toda Italia. Llevaban sus propias herramientas, y también hacían operaciones de hernias y cataratas. Norcia, sigue siendo, hoy, famosa por sus embutidos (normal, habiendo sido los carniceros más famosos de Italia).

Dibujo antiguo
de la cirugía
También hacían esta operación, los médicos o los barberos, de las grandes ciudades. En su libro "Historia de los Castrati", Patrick Barbier, lo inicia con las palabras: "Al bajar su cuchillo el docto cirujano o el simple barbero del pueblo, ¿tenían conciencia de estar decidiendo irrevocablemente la gloria o la vergüenza de un hombre?". Curiosa era la ley al respecto, ya que la eviración, no podía realizarse sin el consentimiento del infante. ¿Hasta qué punto, el niño, sabía o podía conocer, lo que iba a suceder?, eso no era importante. Pero resulta imposible creer que la criatura, pudiese entender a lo que se exponía.

Hay que decir que la castración era una operación difícil. El secreto que rodeaba al proceso, hace imposible tener la certeza, pero, parece, que para poder ejecutar la cirugía, aplicaban una rudimentaria anestesia. El niño, era preparado, emborrachándolo con ron, o dándole a beber pócimas con contenido de opio. Otras veces, se alcanzaba la inconsciencia con una cierta compresión de las arterias carótidas, con el fin de interrumpir la circulación, brevemente, y enviar al niño a un estado de coma. Se sumergía después al muchacho, en un baño de leche con el fin de suavizar los genitales, o un baño de agua helada,  como una ligera anestesia añadida, que, asimismo, prevenía el sangrado.

Herramientas
Ya preparado, al paciente se le ponía sobre una mesa operatoria rudimentaria,  con la cabeza hacia abajo. Los conductos espermáticos, eran cortados con una incisión. Había un procedimiento más extremo, eliminado todo el escroto y su contenido, con una máquina llamada “castratore”. En el hospital de Santa María Nuova de Florencia, había, lo que podríamos llamar, cadena de producción, al mando del médico florentino, Antonio Santarelli, especialista en extirpaciones. Castraba a ocho niños a la vez. Fue uno de los cirujanos mejor remunerados de la época. También se enriquecieron algunos otros médicos, que se dedicaron a practicar estas intervenciones quirúrgicas.

A menudo, el precio que pagaban los jóvenes por someterse a la cirugía, era el de la propia vida. Las precarias condiciones de asepsia, elevaban los porcentajes de mortalidad. Muchos morían a los pocos días, con una estadística del diez, hasta el ochenta por ciento, dependiendo del cirujano. Las  hemorragias y las infecciones, eran comunes, y con mucha frecuencia, letales.

La castración, no garantizaba una hermosa voz. A muchos niños, les cambiaba a tonos estridentes o roncos, y algunos de ellos, la perdían completamente. Eran los casos en que no llegaban a conseguir lo deseado. Su destino entonces, era, con suerte, formar parte de alguno de los numerosos coros de la época. Pero otros, acababan en la pobreza. Habían sido sacrificados para nada. Tuvieron que sobrevivir, dedicándose a la prostitución Los Castrati, que vivían en la pobreza, tenían que vivir mutilados de por vida y burlados por la gente. Se aseguraba que la Iglesia, no les permitía ser enterrados en tierra sagrada, por no estar “completos”.

MOTIVACIONES
Los aspirantes a Castrati, acostumbraban a ser niños de familias muy humildes y numerosas, que habían quedado impresionados por las perspectivas brillantes que se describían para ellos. Muy pocos de los Castrati, tenían antecedentes musicales, y sólo uno (Farinelli), pertenecía a una familia ennoblecida, venida a menos.

Lógicamente, tenían que haber demostrado, aptitudes musicales. Las razones que se esgrimían para decidirse a hacer la operación, eran: la posibilidad de alcanzar un buen estatus y los considerables beneficios económicos que reportaría. Los padres no dudaban en sacrificar la virilidad de sus hijos, pensando que les proporcionaban un excelente porvenir.

Panorámica de Nápoles
con el Vesubio
En el reino de Nápoles, se solicitó que, a cualquier familia campesina, con, al menos, cuatro hijos, se les permitiera, tener, uno de ellos, Castrado, para servir a la iglesia. Es natural que hoy consideremos esta conducta monstruosa. Es importante tener en cuenta, las imágenes que rodean a los Castrati en ese momento, y considerar que muchos padres vieron la castración como una salida para sus hijos. Esto les podía proporcionar la seguridad, de que serían atendidos, en su vejez, por el hijo enriquecido. Además, a comienzos del siglo XVIII, los Castrati, fueron pintados como los ángeles del cielo. También hubo "especuladores astutos, ingeniosos empresarios y profesores ambiciosos", listos para atacar a familias desesperadas.

Siglo XVII: Plaza Mercado Nápoles
(durante la peste)
Frecuentemente, los mismos niños pedían y hasta exigían su castración, por la ilusión de lograr fama y dinero. La causa ficticia que motivaba la extirpación, se ocultaba a la familia. Otro tanto, hacían los propios padres, pues no querían demostrar que había existido interés económico. Pero, es verdad, que un Castrado, podía conseguir una buena vida como cantante, aunque no lograra convertirse en estrella. Muchos niños que fueron castrados, tenían poco que agradecer a este mundo, en un siglo, el XVII, cargado de crisis económica, peste, guerras y hambre.

El garrote vil
Esta castración, la entendemos hoy como mucho más grave, por nuestra sociedad post-freudiana, en la que la satisfacción sexual es tan apreciada. Cuando se realizaba, era un momento de una gran cantidad de castigos- ser descuartizado, por ejemplo- y muchos de los tratamientos médicos, producían  mutilaciones físicas. Piénsese en que para curar a un hombre adulto, de una hernia, se utilizaba la castración. Los familiares, preferían inventarse fingidos accidentes y enfermedades, antes de decir la verdad. Así, podían hablar de que había sido necesaria la eviración, por un motivo determinado que ellos discurrían. Aun no sabiendo, sus motivaciones para sacrificar el destino de un infante, ¡Cuanta repulsión provoca imaginar a unos padres que planifican la castración de su hijo!
EFECTOS
Longilíneos
El primero y principal efecto era la extirpación de los órganos sexuales masculinos. Con ello, el aporte hormonal de testosterona, desaparecía, al ser una hormona producida precisamente por los dídimos. Como para el desarrollo de la laringe, es fundamental esta secreción, no se producía el cambio de voz, si la eviración, se realizaba en la niñez. El Castrado, conservaba, entonces, una voz de niño, y cuando crecía, mantenía esa voz en un cuerpo de hombre. Cualquier cosa que interrumpa la producción de hormonas fundamentales para el ciclo de crecimiento, tiene efectos graves.

Adiposos
Concretamente, la eviración, provocaba ciertos cambios morfológicos, variables según los individuos. Su falta de testosterona, significó que tendían a ser altos y a  desarrollar mucho las costillas, lo que ayudó a realizar mejor su gimnasia vocal y a conseguir grandes hazañas en el control de la respiración. En general, resultaban dos tipos humanos distintos: el Longilíneo y el Adiposo. Los depósitos de grasa, se localizaba como en las mujeres: vientre, muslos, pecho, caderas, brazos, cuello, así como en las mejillas.

El efebo de Antequera
Otros efectos eran: pilosidad en las ingles, desaparición del bigote y la  barba, retracción del pene, tendencia a la obesidad, rasgos feminoides y carecían de pelo en pecho, tronco y extremidades. Puede tomarse como un factor positivo, el hecho de que un Castrado, no padeciera calvicie, como es casi normal en los varones.

En cuanto a su psicología, tenían un carácter temperamental, y son abundantes las historias que lo demuestran. Pero, probablemente, no era peor que el de cualquier otro cantante. Este comportamiento psicológico también, fue diferente según los casos.


   A.     Muchos de ellos, estaban felices, por sus logros artísticos, y la posición social de alto privilegio, que habían conseguido.
   B.     Otros, en cambio, lo vivían como una frustración y guardaban rencor hacia la Sociedad que lo había permitido.

   C.     Algunos, eran conocidos por sus aventuras sexuales. Supuestamente, eran capaces de realizar el acto sexual con un pene subdesarrollado y la función eréctil variable.

Los cantantes Castrados, sufrían con frecuencia accesos de melancolía y depresiones. Los intentaban superar, comiendo golosinas, con lo que aumentaban, aún más, su peso. En cuanto a su comportamiento, eran famosos por: sus pataletas, su insufrible vanidad, sus obsesiones emocionales, sus excesos extravagantes y sus venenosas enemistades.

El Castrato Senesino
Irritables, volubles, arbitrarios, despóticos, soberbios y escandalosos, todos estos adjetivos, servirían para definirlos. Aprovechaban sus privilegios y relaciones, para mostrarse caprichosos, intolerantes y autoritarios. Probablemente podrían ser reacciones contra el mundo que les convirtió en impotentes. De cualquier modo, nunca debe olvidarse que dieron lugar, a veladas de belcanto inigualables.

Cuando comenzaron sus actuaciones en los Teatros, el público asistente "no se hacía a su figura, ni a su talla gigantesca, tampoco a la palidez de su rostro sin pelo ni barba, y a la extrema longitud de sus piernas”. Todo esto hacía que se les mirase “como un extraño tercer sexo, ni hombres ni mujeres”. En una época en que el promedio de vida era más bien corto, la mayoría de estos artistas, solían ser muy longevos, superando largamente los setenta y ochenta años de edad.

LOS CONSERVATORIOS
Uno de los principales beneficios que obtenían los Castrados, era su derecho a una formación musical integral, que, en la mayoría de casos, no estaba a su alcance, por los pocos recursos de que disponían. Sólo un pequeño porcentaje de los niños, los que tenían buenas voces, podían ir a estudiar canto a los conservatorios y el más famoso de todos, era el de Nápoles. Allí, los muchachos se dedicaban, cada hora del día, de sol a sol, a realizar deberes religiosos y formación musical.

Conservatorio de Nápoles
San Pietro a Maiela
Se levantaban al amanecer. Se iban a la cama, después de haber realizado sus oraciones, en la capilla, que terminaban con un examen de conciencia. Ese momento era, aproximadamente, las diez de la noche, en el invierno y las once, en el verano. Vestimenta, comportamiento, alimentación y salidas, todo estaba muy regulado. Los estudios eran vigorosos.. Las condiciones en que los estudiantes vivían, no eran mucho mejores que las de sus casas.

Dos comidas al día: por la mañana, les daban una galleta de color marrón, y, por la noche, ensalada, queso y fruta. De vez en cuando, tenían pasta. Las habitaciones, en su mayoría, sin calefacción, y se señalaba que "La regla general, en estos escolares, era tener un rostro delgado, pálido como la muerte”. A menudo, cuando un conservatorio no tenía suficientes Castrati para llenar los espacios solicitados por las empresas,  Iglesia o la ópera, pagaban a los estudiantes mayores, para atraer a más jóvenes.

Un Internado
Mucha gente, fuera del conservatorio, también recibió "premios  por entregar a un joven Castrato”. En estos centros, no tuvieron más remedio, que dar un mejor tratamiento a los Castrati, respecto a los demás. La mejor comida y las jornadas de trabajo más reducidas, se reservaban para ellos. Así como, ropa de abrigo en el invierno y, un espacio privado para estudiar. Practicaban en grupos reducidos y estaban, la mayor parte del tiempo, con el director del coro.  

En el tramo de seis a diez años, los Castrati trabajaban en un programa de técnicas de respiración, destinado a desarrollar los músculos que controlan la inhalación y la exhalación. Este trabajo sobre la respiración, era básico para aprender la elaborada ornamentación de la música barroca. Los Castrati, tenían que acabar dominando a la perfección, todas los modos de ornamentación, antes de  que se les permitiera, cantar una melodía.

No todos los Castrati, que entraban en los conservatorios, estaban contentos con su suerte. Muchos huían de la institución. Los chicos normales, solían ser crueles con ellos. Desde simples insultos a negarse a ser atendido por un Castrato en la cena. Los chicos no castrados, no querían trabajar con los Castrados. Pero eran castigados por ello, e, incluso, expulsados. Una vez que un Castrato, terminaba sus estudios, las opciones que tenía eran: Cantar en un coro de la iglesia, Ceremonias religiosas, Teatros de ópera, o la Corte de algún Monarca que le diera amparo.

Representación de una ópera
(de la película Farinelli)
De todos los Castrati, quizá un diez por ciento, llegó a tener éxito y fortuna. Muchos Castrati,  debutaron a una edad precoz: Nicolino (doce años), Farinelli (quince), y Caffarelli (dieciséis). Los jóvenes, por lo general, antes de hacer el debut, probaron, previamente, en la  Iglesia, y la mayoría de ellos, había estado en un coro, por lo menos un año antes. Una tradición establecía que, el primer papel de un Castrado, debía ser de mujer, como transición a los roles heroicos que, inevitablemente, vendrían en el futuro. Otra razón era el aprovecharse de su juvenil apariencia y de su voz fresca. La adaptación del Castrado a los roles femeninos, era tan perfecta, que eran perseguidos por los hombres en la calle (y no es cuento). Una anécdota habla de un Castrato que, se vestía como una mujer, a fin de tener una aventura con la señora de la casa. Por eso, los evirados, tenían sus protectores que les defendían.

Tres Castrati famosos
Es imposible, para nosotros, saber, como era, realmente, la voz de los Castrati. Sólo existe una grabación de un "Castrato modesto, muy lejos de la edad de oro de sus colegas" (Alessandro Moreschi). Una y otra vez, se han descrito como etéreos, angelicales, no humanos. Sin embargo, no se puede hablar en general,  porque, cada uno, tenía la suya propia. Algunas eran más coloristas, más poderosas o ágiles. Había Sopranos y Contraltos. La técnica que poseían era única, fascinante, florida y abrumadora. Transmitían, al oyente, sensibilidad y emociones.

INFLUENCIA EN LA ÓPERA
Algunos aspectos de la ópera, fueron influenciados por los Castrati. Los dos cambios más importantes, se refieren al papel de las voces femeninas y a la estructura de las arias. Antes de los Castrados, un rol de Soprano o de Contralto, nunca podía ser tomado por encima de un determinado nivel. Muchos de los Castrati, tenían un alcance mayor, con lo que, las mujeres cantantes,  tuvieron que adaptarse, haciendo un mayor esfuerzo vocal, para conseguir igualarlos. La estructura también cambió con el tipo de aria que practicaban los Castrati. Como el público exigía oír, un aria, tanto adornada como sin adornar, éstas, comenzaron a ser escritas en formato ABA (Da capo). Tan sólo se ha citado, una pequeña muestra de dos  aspectos de la ópera que, se tomaban como tradición, pero fueron, realmente,  introducidos por los Castrati.

EL SEXO
Siguiendo a los antiguos romanos, sabios en muchas cosas, existían tres grupos de personas, que no tenían completos sus órganos reproductores masculinos:

·         Hombres con un solo testículo (podían realizar el coito, engendrar y casarse)
·         Aquellos, cuyos testículos estaban atrofiados (a veces podían engendrar)
·         Y los eunucos, por extirpación de los testículos, conservando el pene (según el poeta romano Juvenal, eran muy buscados por las damas romanas)

Los Castrati, se encuadrarían en el tercer grupo. Y habría que preguntarle a Juvenal, porqué decía eso. Tenemos que añadir que, según la leyenda, los Castrados, gozaban de gran estima entre las damas de la época. Es fama que, según muchos testimonios, una mayoría de cantantes castrados, podían mantener relaciones sexuales -prácticamente normales- pues, no habían perdido su capacidad para hacer el amor. Con ellos, las féminas, se aseguraban de no quedarse embarazadas.

Algo tenía que haber de verdad, pues, estos personajes tan peculiares, protagonizaron numerosos romances y aventuras amorosas tempestuosas. Eran el objeto de adoración de las mujeres, que se volvían locas por aquellos seres. Al ser famosos, sumamente ricos, mimados por el clero y la realeza y con exótico aspecto, despertaban el interés de las damas de la alta sociedad. Ellas, estaban deseosas de huir de la rutina, participando en aventuras amorosas, sin deslices. Aquí van algunos ejemplos:

1.   Gasparo Pacchiarotti, que estuvo a punto de morir asesinado, por su romance con la Marquesa Santamarca.

2.   Giusto Ferdinando Tenducci- amigo de Mozart- quien en 1766, se fugó con Dorothy Maunsell, una bella heredera irlandesa de quince años. Los padres le denunciaron, y acabó en la cárcel.

3.   Giovanni Battista Velluti, mujeriego empedernido, vivió en Rusia, durante cierto tiempo, con una duquesa.

4.   Cafarelli, desataba pasiones femeninas. Las tuvo en gran número y con violencia. Sobre él, Gregorio Marañón, en su libro “La voz y las secreciones internas”, dice: "… sin que acertemos a saber lo que pasaba en aquellas entrevistas nocturnas suyas, con las damas más linajudas de todas las cortes de Europa, que no rara vez terminaban en agresiones violentas de los maridos celosos; seguramente estos maridos no tenían motivos para alarmarse demasiado".

5.   Baltasare Ferri, tuvo un amor volcánico con la mismísima reina Cristina de Suecia.

6.   Farinelli, en el Londres de 1734, una admiradora, le escribió, burlándose de los ingleses. Decía que eran “presumidos y fanfarrones”, y que su entusiasmo expiraba demasiado rápido, mientras que Farinelli, lo mantenía hasta el final”.

7.   Consolino, en Londres, acudía a las citas disfrazado de mujer, aprovechando su delicada figura.  Después, mantenía una apasionada aventura, ante las propias narices del marido. 

8.   Casanova, en una taberna, conoció a Bellino, un Castrado, muy guapo. Descubrió después, que llevaba un pene falso. Se trataba de Teresa Lanti. Quería cantar y les estaba prohibido a las mujeres. Se hicieron amantes. Más tarde, la abandonó. Dio a luz a un hijo. Finalmente, llegó a ser cantante de éxito en los teatros progresistas de Europa.
Giacomo Casanova
9.   Otra de Casanova. Se encontraba sentado en un café de Milán. Entró un abate de cara seductora. Casanova, que conversaba con un amigo le dijo: "Mirad, con ese cuerpo, esas caderas y ese rostro, parece una joven disfrazada". A lo que su acompañante contestó: "Nada de eso. Se trata de Bepino della Mamana, un famoso castrado, os lo presentaré". Llamó a Bepino y éste, se sentó con ellos. Entonces, Casanova le dijo: "Perdonadme, os tomé por una jovencita disfrazada". Y ante su sorpresa, el abate le respondió, con gran desvergüenza: "Si me deseáis, os puedo probar si teníais razón o estabais equivocado".
10.El Castrado Zambinella, según cuenta Balzac, fue tomado por una encantadora joven por parte del escultor Sarrasine, hasta tal punto, que se enamoró. Fue asesinado por celos del cardenal Cicognara, que era el "protector de la supuesta hermosa joven".

Sus voces, fuertes y claras, a veces extremadamente dulces y melodiosas, atrajeron tanto a las féminas que, se cuentan numerosas anécdotas sobre el extraño erotismo que su voz producía. Las damas de la alta sociedad europea, mantenían con los Castrati, discretas y seguras, aventuras sexuales. Un escrito de la época, señalaba que, no había bastantes "para la gran demanda que se produjo entre el bello sexo y ellos. Así como en Asia, servían para guardar harenes, en Europa eran las mujeres las que les guardaban".

Cuando la moda de los Castrati, alcanzó su apogeo en el siglo XVIII, algunas fuentes hablan de que, en los teatros, se gritaba ¡Viva el cuchillo, el bendito cuchillo!, dicho por admiradoras extasiadas. Ese mismo grito, se oía también en las alcobas de las mujeres más modernas de Europa. Sinceramente, no me lo creo. Me parece una bufonada, pero lo pongo por curioso.

¿Mujer u hombre?
Al ser contratados, los cantantes Castrados, tenían que ser visionados sus atributos, debido a la desconfianza de los directores y empresarios de teatro y ópera, de que fuese una mujer disfrazada. Porque, efectivamente, hubo mujeres que se pusieron sobre la región genital, órganos postizos de varón, para pasar por Castrados.

Entramos en teorías curiosas. Según algunos, resultaban imprevisibles los efectos de la castración sobre el sexo. Dependía del momento en que se practicara la operación. Los niños evirados antes de cumplir diez años,  crecían con ausencia total de apetito sexual. Pero aquellos, a quienes se castraba después de los diez años, podían mantener erecciones. Así que, según esto, el ayuntamiento con Castrati, no era en, modo alguno, imposible.

Tampoco me creo que existieran canciones populares y panfletos, insinuando que, en realidad la castración, aumentaba el rendimiento sexual del hombre. La falta de sensación,  garantizaba una resistencia adicional. Se divulgaron anécdotas que hablaban de los Castrati, como amantes solícitos, cuya atención se centraba por entero en la mujer.

Se cuenta de una seguidora  incondicional, que, para ella, los Castrati disfrutaban de “un espíritu en modo alguno embotado, y de un bulto que no es diferente del de otros hombres”. El matrimonio con Castrati, estaba oficialmente prohibido por la Iglesia, pero en Alemania, parece que dos cantantes lograron una dispensa legal especial. Entre los varones aficionados a la ópera, había un cierto colectivo, que buscaba, también, a los Castrati, por sus cualidades andróginas. Relatos de viajeros, cuentan que en Roma, jóvenes Castrati, ajustaban su figura a corpiños, y se ofrecían para “servir, por igual, a la mujer y al hombre”.

TIPO DE VOZ
La voz, es el sonido producido en la laringe de las personas. Nos sirve para hablar o cantar. La belleza y amplitud del sonido dependen de las cavidades de resonancia y de la conformación de las cuerdas vocales. El tipo de voz, viene determinado por la asociación de tres elementos: Extensión, Volumen y Timbre. Con carácter general, se habla de timbre musical y timbre dramático.

El Timbre musical es la cualidad propia del sonido. El Timbre dramático, se llama así por la facultad de la voz, en colorear el sonido, para expresar diversos sentimientos. A su vez, el Timbre, se descompone en cinco cualidades: color, volumen, espesor, mordiente y vibrato. Según el Color, las voces pueden ser claras u oscuras. Por el Volumen, pequeñas y voluminosas. Por el Espesor, gruesas o delgadas. Por el Mordiente, timbradas o destimbradas. El Vibrato, ayuda a determinar la calidad vibratoria de una voz.

La Extensión o Tesitura, es la amplitud que cada individuo posee y, que abarca todos los sonidos musicales, capaces de ser emitidos por la laringe. Hay casos excepcionales, como el do de pecho del célebre tenor Tamberlick.

El Volumen o Intensidad, es la energía gastada por segundo. El poder controlar este elemento en el canto, es un recurso muy importante.

Cuando se efectuaba la eviración en la niñez, y a través de muchos estudios y ejercicios, se podían conseguir, los tres tipos de voces correspondientes a mujeres y que son: Soprano, Mezzosoprano y Contralto. Todo dependía de los factores que hemos detallado más arriba.

Soprano: la más aguda, en función del tipo de respuesta de la laringe a las estimulaciones. Pueden ser, Ligeras, Lírico-Ligeras, Líricas, Lírico-Spinto, Lírico-Dramática o, simplemente, Dramática.

La voz de Mezzosoprano, es la voz intermedia entre Soprano y Contralto. De timbre oscuro, con resonancias de pecho muy robustas. Se sub-dividen en Líricas y Dramáticas.

Otros tres Castrati famosos
El tipo de voz de Contralto, es muy característico. De color oscuro y aterciopelado, capaz de expresar el más tierno lirismo y el más sentido dramatismo. Es la más próxima en colorido, a la de Tenor de los varones.

Acabaremos, citando nuevamente a los Castrati, de los que se decía que su voz, era, superior a la del hombre por- la flexibilidad, la agilidad y la ligereza- ,  superior a la de la mujer por- la brillantez, la fuerza y el mordiente- y superior a los dos, por- la amplitud de la extensión y la extraordinaria duración del fiato.   

LA TÉCNICA VOCAL
De jóvenes, los varones, poseemos una voz atiplada, que dura hasta la adolescencia. Como ya se ha repetido, si, a los chicos, se les privaba de su esencia, antes de que la función glandular hiciera el efecto del cambio de voz, el citado cambio, ya no se producía, conservando, de adulto, la potencia de una mujer, con la fuerza de un hombre. No obstante, la eviración, por sí misma, no aseguraba nada. Había que educar la dicción durante largos años de estudios y sacrificios.

El paso de la voz de pecho a la de falsete, necesitaba mucha dedicación. Sin testosterona, la laringe no se desarrollaba. Pero sí, la  capacidad pulmonar y la fuerza muscular, que se intensificaba, gracias a muchos entrenamientos respiratorios y ejercicios vocales. La técnica, la adquirían en las conservatorios, donde eran instruidos por un maestro de canto, antes y después de la operación.

Esto les permitía tener un registro de voz muy amplio, que iba de la zona más grave a la más alta. Así que, después de laboriosos años de trabajo, se obtenía una especial dulzura en el timbre y un larguísimo fiato. Según las crónicas, poseían una técnica que les permitía emocionar al oyente en los pasajes más diversos. Sobresalían de la sonoridad orquestal, con trinos y adornos, aun en voz baja. Todo ello, con una sola respiración o fiato. Fueron dicciones muy codiciadas y aplaudidas, que tenían las características de:

·         Una voz aguda extraordinariamente dúctil y flexible (como la de un niño)
·         Brillante y potente (como la de un adulto), gracias a la capacidad torácica y vocal
·         Todo esto, al servicio de un artista, educado con el máximo rigor en la expresión musical
·         Como bien dice Barbier: “Todo contribuía a que los "castrati" fueran asemejados a los ángeles en la imaginería popular...”

Debía ser verdad que, eran objeto de contemplación y hasta de veneración. Se les vinculaba con la figura tradicional del ángel músico. Encarnaban la pureza y la virginidad (pero no por sus actos, sino por su música). En Nápoles, los pequeños castrados, que asistían a los conservatorios de la ciudad, iban vestidos como ángeles.

Muchos son los papeles operísticos de la época barroca, escritos expresamente para esta tesitura especial. Son defendidos, actualmente, por mezzosopranos o contraltos y contratenores. Es decir, las dos dicciones más graves en mujer. En cuanto al hombre (contratenor, muy de moda hoy), es un cantante que ha educado su voz para emplear fundamentalmente los registros de cabeza. En cierto modo, podrían considerarse como una derivación de los “falsetistas artificiales ". Como ya se ha dicho de ellos al hablar de La Capilla Sixtina, basaban su canto, en producir, de forma ficticia, el “falsete natural” de los evirados.

POPULARIDAD
Los Castrati, fueron extraordinariamente  populares. Eran las superestrellas musicales de la época. Tenían fama, dinero y la adoración de miles de seguidores. En el siglo XVIII, el de más esplendor del barroco, hubo un gran aumento de cantantes Castrados. En ese periodo, se concentraron los más famosos, que ganaron los más altos honorarios de su época. Los Castrati, se convirtieron en los intérpretes favoritos de los compositores.

Un Castrato, dando un recital
Los autores, estrenaban sus óperas, sólo si accedían a cantarlas los evirados. Eran adorados y aplaudidos, en el teatro, como si fueran dioses, por sus voces sublimes. Muchos de estos notables cantantes, consiguieron, además de la fama, colosales fortunas personales. Interpretaban tanto papeles masculinos como femeninos.


Era tal su importancia, que llegaron a influir en gobiernos, personajes de la iglesia o políticos de su época. Como curiosidad, en Italia existe castrati como apellido. Seguro que algún antepasado fue Castrado, quizás famoso. El apellido lo tuvieron que adoptar los familiares. En Sicilia el apellido “Capone”, significa Capado. Por tanto, uno de los famosos gánster (Al Capone), llevaba como antepasados a evirados.

NÚMERO
Parece que en 1694, cantaban unos cien Castrati en las iglesias de Roma, y que en 1780, pudieron llegar a ser setecientos, de los cuales, doscientos, pertenecían a la Capilla Privada del Papa. He visto en diversas fuentes que, en la primera mitad del siglo XVIII- al menos en algunas épocas- se castraban, en toda Italia, a unos TRES O CUATRO MIL niños al ANO, la mitad de ellos en Nápoles. Cuesta creerlo, pero poco más o menos, las informaciones recogidas, coinciden. Puede ser, tal vez, que esos Cuatro Mil, sean el resultado de todas las castraciones, entre los siglos XVII y XVIII.

Sea como fuere, es evidente, que sólo unos cuantos pocos, podían llegar a la meta de la fama. Hagamos la cuenta:

o   CUATRO MIL, niños al año
o   Menos, los que morían por infecciones de la mala asepsia en la operación (se calcula entre un 20% y un 80%)
o   Menos aquellos a los que se les estropeaba la voz y no podían ya cantar
o   Menos Otros, de escasas cualidades vocales.
o   La Cifra de Elegidos, sería muy reducida (se habla de un 10 %). Y aún lo sería más, si hablamas de la élite de estos elegidos, que se estima sólo en un 1 %

Aplicando pues, estos porcentajes, sale una cifra de estrellas que, podía oscilar alrededor de CUATROCIENTOS notorios, guarismo que me sigue pareciendo muy abultado. De cualquier modo, el drama estaba servido: ¿cuántos quedaron en el camino hacia la fama, rotos, inútiles, amargados… cuando no muertos?

Voy a presentar resúmenes, en forma de cuadros, con los datos que he podido reunir sobre el tema. En primer lugar, hago uno general, tomando como referencia el año de nacimiento:

NÚMERO DE CASTRADOS CLASIFICADOS POR NACIMIENTOS
Nacidos en el
Número
%
Siglo XVII
Primera Mitad
6
10,7
Segunda Mitad
13
23,2
Total siglo XVII
19
33,9
Siglo XVIII
Primera Mitad
26
46,4
Segunda Mitad
8
14,3
Total siglo XVIII
34
60,7
Total Siglo XVII más el  Siglo XVIII
53
94,6
Siglo XIX
3
5,4
TOTAL MUESTRA
56
100,0

Se confirma lo que ya suponíamos. De los cincuenta y seis Castrati, que hemos tomado como muestra, el 95 % de ellos, nacieron entre en los siglos XVII y XVIII, años del barroco. Además, se ven claramente, dos tendencias:

  •         Mientras que el siglo XVII, es ascendente en número de Castrati (Va pasando de 6 a 13)
  •          En el siglo XVIII, se alcanza el máximo (26), pero tiene una disminución brusca a medida que avanzan en el tiempo, los años (pasa de 26 Castrati a sólo 8)
  •     El XIX, toca el techo mínimo de Castrati (3), que aún me parecen muchos, pues ya había pasado, definitivamente, su hora. 

Detallo por los segmentos ya indicados, el nombre de los distintos Castrati:

CASTRATI  NACIDOS EN LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XVII
Nº.
Alias
Apellido y Nombre
Nació
Murió
1
ROSSINI
ROSSINI, Girolamo
1581
1644
2
VITTORI
VITTORI, Loreto
1604
1670
3
FERRI
FERRI, Baldassare
1610
1680
4
PASQUALINI
PASQUALINI, Marc’Antonio
1614
1691
5
BONTEMPI
BONTEMPI, Giovanni Andrea
1625
1705
6
SORLISI
SORLISI, Bartolomeo
1632
1672

Sorprende el año de nacimiento (1581), del primer Castrato. Ya se ha citado, que se trata de uno de los primeros Castrati, aceptados, oficialmente, como tales, en la Capilla Sixtina. Pasamos al segundo grupo:

CASTRATI NACIDOS EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XVII
Nº.
Alias
Apellido y Nombre
Nació
Murió
1
SIFACE
GROSI, Giovanni Francesco
1653
1697
2
PACCHIONI
PACCHIONI, Antonio Maria
1654
1738
3
TOSI
TOSI, Pier Francesco
1654
1732
4
PISTOCCHINO
PISTOCCHI, Franc. Antonio
1659
1726
5
CORTONA
CECCHI, Domenico
1660
?
6
BOLSENA
ADAMI DA BOLSENA, Andrea
1663
1742
7
MATTEUCCIO
SASSANO, Mateo
1667
1737
8
NICOLINO
GRIMALDI, Nicolo (*)
1673
1732
9
BALATRI
BALATRI, Filippo
1682
1756
10
BERNACCHI
BERNACCHI, Antonio Mª (*)
1685
1756
11
CAMPIOLI
GUALANDI, Antonio (*)
1685
s/d
12
SENESINO
BERNARDI, Francesco (*)
1685
1759
13
SCALZI
SCALZI, Carlo (*)
1695
17??
(*) Cantaron Óperas de Händel

Quizás, el más famoso de ellos, sea Francesco Bernardi, conocido como Senesino. Fue uno de los Castrati preferidos de Händel para cantar sus óperas. Pasamos al segmento siguiente:

CASTRATI  NACIDOS EN LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XVIII
Nº.
Alias
Apellido y Nombre
Nació
Murió
1
MENICUCCIO
RICCI, Domenico
1700
1751
2
CARESTINI
CARESTINI, Giovanni (*)
1705
1760
3
DOMENICHINO
ANNIBALI, Domenico (*)
1705
1779
4
FARINELLI
BROSCHI, Carlo (*)
1705
1782
5
FINAZZI
FINAZZI, Filippo
1706
1776
6
CAFARELLI
MAJORANO, Gaetano (*)
1710
1783
7
REGINELLI
REGINELLI/A, Nicola
1710
1751
8
APPIANINO
APPIANI, Giuseppe
1712
1742
9
SALIMBENI
SALIMBENI, Felice
1712
1751
10
GIZZIELLO
CONTI, Gioachino (*)
1714
1761
11
MANCINI
MANCINI, Giambattista
1714
1800
12
MONTICELLI
MONTICELLI, Angelo María
1715
1758
13
AMOREVOLI
AMOREVOLI, Angelo
1716
1798
14
PORPORINO
PORPORINO, Anton H.
1719
1783
15
ELISI
ELISI, Filippo
1720
1772
16
GUARDUCCI
GUARDUCCI, Tommaso
1720
?
17
MANZUOLI
MANZUOLI, Giovanni
1720
1782
18
RICCIARELLI
RICCIARELLI, Giuseppe
1722
1776
19
GUADAGNI
GUADAGNI, Gaetano
1725
1792
20
SUCCIANOCCIOLI
MANZUOLI, Giovanni
1725
1782
21
APRILE
APRILE, Giuseppe
1732
1813
22
IL SENESINO
TENDUCCI, Gto. Fdo.
1736
1790
23
MILLICO
MILLICO, Giuseppe
1739
1802
24
PACCHIAROTTI
PACCHIAROTTI, Gasparo
1740
1821
25
CONCIALINI
CONCIALINI, Carlo
1744
1812
26
RAUZZINI
RAUZZINI, Venanzio
1746
1810
(*) Cantaron Óperas de Händel

Estamos ante el periodo más productivo, en nacimientos de Castrati. De todos ellos, destacaremos al gran Farinelli, al no menos famoso Cafarelli o Cafariello, a Salimbeni, Porporino y Appiani. Los cinco, representan al más ilustre grupo de Castrados. Todos ellos, discípulos de Nicola Porpora, el más eminente maestro de canto de Nápoles, entonces, verdadera capital europea del barroco.

Este fuerte salto en el número de Castrati, precisamente en esta época, fue debido a que hubo una gran explosión en el número de teatros y óperas de toda Europa, especialmente en Italia. También se generalizó la costumbre de cantar en los salones de la elite rica burguesa. El número, siguió aumentando hasta la década de 1750. Continuamos en nuestra ruta con la segunda mitad del siglo XVIII:

CASTRATI  NACIDOS EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XVIII
Nº.
Alias
Apellido y Nombre
Nació
Murió
1
CECCARELLI
CECCARELLI, Francesco
1752
1814
2
RUBINELLI
RUBINELLI, Giovanni Maria
1753
1829
3
MARCHESINI
MARCHESI, Luigi
1754
1829
4
SASSAROLI
SASSAROLI, Filippo
1755
1828
5
DAL PRATO
DAL PRATO, Vincenzo
1756
1828
6
MARTINI
MARTINI, Andrea
1761
1819
7
CRESCENTINI
CRESCENTINI, Girolamo
1762
1848
8
VELLUTTI
STRACCIAVELUTTI, Gianbtta
1781
1861

De este grupo, que como ya hemos dicho, tiene tendencia descendente respecto al anterior, gracias, en gran parte, a la disminución de la necesidad económica, destaca el conocido como Velluti, que tenía el nombre real de Gianbattista Stracciavelutti.

En esta última parte siglo XVIII, surgen opiniones públicas- basadas en los principios de la Ilustración- en contra de la eviración. Debía respetarse la integridad del cuerpo humano: “los sonidos que emite una voz humana, si representan a una mujer, deben venir de una mujer", se decía. Por la década de 1780 y 90, hubo un número,  significativamente menor, de Castrati.
Acabamos nuestro paseo, con los nacidos en el siglo XIX:

CASTRATI  NACIDOS EN EL SIGLO XIX
Nº.
Alias
Apellido y Nombre
Nació
Murió
1
MUSTAFA
MUSTAFA, Domenico
1829
1912
2
SALVATORI
SALVATORI, Domenico
1855
1909
3
MORESCHI
MORESCHI, Alessandro
1858
1922

Mustafa y Moreschi, fueron de los últimos, sobreviviendo en la escolanía de la Capilla Sixtina y llegando a ver el siglo XX.

EL REY
El Castrado más famoso, y el más grande, en toda la historia de la ópera, fue Carlo  Broschi (1705/1782), nacido en Apulia- ciudad ubicada en el tacón de la bota italiana- en el seno de una familia perteneciente a la baja nobleza. Fue conocido con el sobrenombre o apodo de Farinelli. Esta palabra, deriva del apellido de los hermanos Farina, dos mecenas que pagaron, durante muchos años, sus estudios y manutención. A veces, aparece como Farinello, pues el reino de Nápoles,  no cuidaba demasiado la ortografía.

Farinelli
No han quedado muy claros los motivos de su castración. Aunque eran aristócratas de bajo nivel, por lo general, esta clase social no castraba a sus hijos. Pero debían de existir problemas económicos. Algunas fuentes, indican que tuvo un accidente en su infancia, tras la caída de un caballo, por lo que debió de ser evirado. Pero esta versión podía ser un pretexto para justificar la operación, conforme a lo que se tenía por costumbre.

Lo cierto es, que fue educada su voz que ya tenía excelentes cualidades. Era una voz de soprano, penetrante, completa, rica, luminosa y bien modulada. Su entonación era pura, su vibración maravillosa, su control de la respiración extraordinario y su garganta muy ágil, por lo que cantó los intervalos más amplios, rápidamente y con la mayor de las facilidades y seguridad.

Nicolà Porpora
Se formó en Nápoles bajo la tutela de Nicolà Porpora, notable maestro de canto y compositor de óperas. Según refieren los críticos de la época, era una voz excepcional, que no ha tenido igual, pero no era menor la expresión de su arte dramático, que dominaba a la perfección.  Hizo su debut a los dieciséis años, en Roma. Corría el año 1721. Aquello fue el comienzo de una serie de éxitos. Cantó con el mismo resultado en Londres y Viena. Se convirtió en una celebridad, por su portentosa voz, su gran habilidad para el desarrollo de las florituras y su enorme capacidad expresiva.

Por su asombroso talento, fue, literalmente, idolatrado por cuantos le escucharon. Hombre culto, dotado de una natural simpatía y distinción. Con ello, consiguió la amistad y protección de reyes, emperadores y del mismo Papa. Además, de gobernantes importantes, recibió, con generosidad, a músicos como Mozart, Gluck y Rossini. Como sucedía con muchos grandes cantantes de la época, concedía entrevistas a jóvenes, que estaban empezando, ansiosos por recibir del gran maestro sus opiniones y consejos. Nunca les pedía que cantaran, para evitar intimidarlos, pero les escuchaba con interés y placer, cuando ellos mismos proponían hacerlo.

W. A. Mozart
En 1737, viajó a España para remediar,  con su canto, la profunda depresión que padecía Felipe V. Durante más de veinte años actuó como cantante personal del monarca. Llegó a influir en decisiones de estado, debido al trato que tenía con el rey. Prácticamente, cogobernó España. Muchos sabían que, para obtener un favor del monarca, era fundamental convencer a Farinelli. El rey sufría de lo que, entonces, se llamaba "melancolía". Hoy, sería una "depresión nerviosa". La Reina, para calmar esa angustia, tuvo la idea de llamar a la corte al cantante más famoso del mundo.

Farinelli y la familia de Felipe V
Esto sucedía cuando Farinelli tenía treinta y dos años, estando en pleno apogeo de su carrera. En la Corte madrileña, todas las tardes cantaba para el rey, las mismas cuatro arias (de la ópera "La part du diable" de Scribe y Auber). Desde la primera sesión, se vio que el Monarca mejoraba de su dolencia. Terminado el concierto, el rey le preguntó sobre que podía hacer por él. Farinelli respondió: "Daos un buen baño, vestíos ropa limpia y asistid a las sesiones del Real Consejo". El rey obedeció. Su mejoría fue tan radical, que, como ya se ha dicho, le retuvo por más de veinte años.

Dibujo del
Teatro del Buen Retiro
Durante el tiempo que permaneció en Madrid, consiguió levantar la ópera y hacer del teatro del Buen Retiro, uno de los mejores de su género. Fue muy bien pagado por el rey español que le nombró Caballero de la Orden de Calatrava. Al llegar Carlos II al trono de España decidió prescindir del Castrato diciendo: "Yo no quiero capones más que sobre mi mesa del comedor". Otorgó una espléndida pensión de ochenta mil libras al cantante, que los sucesores en el trono, continuaron dándole. Regresó a Nápoles, donde fue recibido como un héroe nacional.

Farinelli
En la historia han quedado descritas las espectaculares proezas vocales de Farinelli. La extensión de su voz superaba las tres octavas, podía sostener un sonido durante más de un minuto, ampliando o disminuyendo el volumen, a voluntad, y, en un aria especialmente escrita para él, realizaba vocalizaciones durante catorce compases con una sola toma de aire. Testigos de su virtuosismo destacan, la emotividad prodigiosa de su canto. Se dice que los hombres lloraban, y las mujeres se desmayaban, al escucharlo.

Farinelli, recordaba, a menudo, a su maestro de canto Nicolò Porpora. Le hizo trabajar cinco años consecutivos en una sola y única hoja de música. En ella se encontraban, todos los ejemplos posibles e imaginables de vocalización, trinos, apoyaturas y gorjeos. Pero aquel trabajo tan duro, logró hacer de él un extraordinario cantante. Su emisión de voz, era tan natural, que nadie se daba cuenta de cuando respiraba. Dice Mancini que, “ese arte, murió con él”.

Farinelli
Es famoso el desafío que sostuvo con un trompetista. Cuando después de largo rato, el trompetista se detuvo totalmente agotado, Farinelli lo miró con una sonrisa y repitió sus gorjeos, agregando nuevas y mayores dificultades, ante la mirada atónita del instrumentista jadeante y las aclamaciones de los que estaban presentes.

Según testigos de la época, la emotividad de su canto era prodigiosa. En una ocasión, compartió una obra con Senesino, otro famoso castrado. Farinelli cantó de tal modo, que Senesino, olvidando su rol, se lanzó hacia él sollozando para abrazado. Se cuenta también que otro joven y talentoso castrado, llamado Gioacchino Conti, lloró y cayó al suelo desmayado tras escucharle durante un ensayo. Hoy no es posible imaginar, lo que pudo haber sido el fabuloso canto de Farinelli.

El Castrato, terminó sus días, en su retiro de Bolonia, donde murió en 1782. Amasó una gran fortuna. En su mansión, llena de preciosas obras de arte, recibía la visita de poderosas personalidades. Entre las características más sobresalientes de su carácter, destacan la modestia, la sencillez, su don de gentes y el profundo fervor religioso. Era su costumbre rezar todas las mañanas. Consiguió permiso para instalar un altar en casa. Hacía numerosas peregrinaciones a distintos santuarios.

Muchos le insistían para que escribiera sus memorias y consejos- hoy tendría un enorme valor como testimonio- pero él humildemente respondía:"¿Para qué? Me basta con que se sepa que no he perjudicado a nadie. Que se añada también mi pena por no haber podido hacer todo el bien que hubiera deseado."

Cartelone del Teatro
del Buen Retiro
Farinelli, como casi todos los de su clase, fue longevo. Ya retirado de la actividad, siguió cantando y practicando sus ejercicios vocales, hasta tres semanas antes de su muerte, acaecida a los setenta y siete años. Nada ha quedado de su mansión. Entre muchas maravillas, destacaban, un violín Stradivarius, otro Amati, y una colección de diez clavecines, cada uno de los cuales llevaba el nombre de un pintor ilustre. Era también un maravilloso intérprete. Tampoco su tumba se ha conservado, al ser destruida por las fuerzas napoleónicas, la iglesia de los capuchinos, donde se hallaba. Pero parece que últimamente han conseguido encontrarla.





LOS MÁS ACTIVOS
Se intenta, en este apartado, dar una reseña de aquellos Castrati que destacaron por diversos motivos. Quizás convenga aclarar que era costumbre entre los Castrados, adoptar un seudónimo artístico, que podía ser el que le atribuían sus admiradores o el que, el mismo intérprete elegía, generalmente, en homenaje a algún benefactor o enseñante.

Empecemos por el único que, por sus cualidades musicales, podía revalidar con el Rey: Gaetano Majorano (1710/1783), conocido con  el sobrenombre de Caffarelli o Cafariello- el que se cita en “Il Barbiere di Siviglia”- Sin embargo, no se pueden comparar en carácter, pues son la antítesis. Intemperante, de carácter violento, caprichoso y antipático, era su polo opuesto. Adoptó su seudónimo artístico, en homenaje a su primer enseñante, el maestro Caffaro. Porpora, se encargó luego de su formación. Hijo de un humilde agricultor, mostró su deseo de cantar en la iglesia, en vez de continuar con la profesión paterna.


Caffarelli
Un músico, llamado Domenico Caffaro, responsable de una capilla, le acogió en la misma y le ofreció la castración. Muy famoso, asimismo, por las persecuciones a mujeres casadas. A los dieciocho años, le sorprendió un marido ultrajado, mientras pasaba la noche con su mujer. Tuvo que huir de la ciudad para salvarse de las iras del ofendido esposo.

Se peleó, en una iglesia de Nápoles, con otro Castrado, siendo acusado de sacrílego. Cuando actuaba, ponía en ridículo a otros cantantes y se enfrentaba al público o conversaba con los de algún palco, haciendo bromas de mal gusto. Varias veces acabó en la cárcel.

En Viena y París, casi apuñala a un espectador, que quiso hacerle repetir un aria. Más tarde, amenazó a un famoso poeta francés. Se mostró insolente con el propio rey de Francia porque le regaló una tabaquera. Dijo que: “ya estaba harto de tanta tabaquera”.

A los cuarenta y cinco años, decidió retirarse con la fortuna obtenida en su carrera. Compró un título de Duque. Y en su casa de Nápoles puso- en latín- este rótulo: “Amphion, hizo Tebas, yo hice esta casa”. Quiso decir que, así como, el fundador de Tebas, construyó la ciudad- según la mitología- a los acordes de su lira, él había construido aquella casa, con su canto. Y alguno, que quiso ridiculizarle, escribió al lado: "Él tenía... tú no”. Murió a los setenta y tres años.


Francesco Bernardi (1685/1759), napolitano, más conocido como Senesino, fue uno de los mayores Castrati de la historia. Cantante predilecto de Händel. Su tesitura de contralto y sus magníficas florituras,  provocaban la admiración del público. Se dice que su voz podía ser clara y aguda,  aunque emocionaba con su bello claroscuro en las notas más graves. Sus casi dos metros, hacían a Senesino,  perfecto para los papeles de héroe. Entre los castrati es muy conocido por estrenar el 20 de febrero de 1724 el famoso Giulio Cesare de Händel, junto a Francesca Cuzzoni.


Loretto Vittorio (1600-1670), fue el primer Castrado famoso. Tuvo gran éxito en Florencia bajo la protección de los Medici, llegando a ser miembro del coro pontifical.


Marco Antonio Pasqualini (1614-1691),  comenzó como niño de coro en San Luis de Francia, entrando luego como sopranista, en la capilla pontificia hasta los cuarenta y cinco años. Cantó muchas veces para la ópera durante aquel tiempo muriendo a los setenta y siete años.


Baldasare Ferri
Baldasare Ferri (1610-1680) fue llamado "El Fénix o Rey de los musici", “Orfeo” y “Sirena perugina- de la ciudad de Perugia-”. A los quince años, cantó por primera vez en la ópera. Tuvo tanto éxito que, el rey Ladislao de Polonia, lo contrató para la corte. Allí vivió treinta años. Se cuenta de él que la reina Cristina de Suecia, quiso conocerle y oírle. Pero su país, se encontraba en guerra con Polonia. Pidió al rey de los polacos, una tregua de quince días y que le enviase a Ferri. Accedió el monarca, prestándole su propio barco real. Se cuenta que tuvo una ardorosa pasión con esa reina.

Años más tarde, en un viaje que hizo a Londres, cantó el papel de Zephyr. Tras su notable actuación, una mujer enmascarada, se le aproximó, poniéndole  en su dedo, una sortija de oro con un zafiro. Salió huyendo después, sin identificarse.

Era tan amplia y potente su voz, que podía descender y ascender dos octavas en la escala cromática sin respirar. Al morir en su tierra natal, donde se retiró, tras haber quedado sordo, dejó toda su gran fortuna, seiscientos mil escudos, a una institución de caridad. Murió también longevo, a los setenta años.


Mateo Sassano (1649- 1737), conocido por Mateuccio (Il rosignolo di Napoli), cantó como primer soprano en el teatro San Bartolomeo, el más famoso por entonces de Italia. Actuó en varias cortes de Europa, entre ellas, Madrid en 1699. Fue llamado, para ver si podía curar de su tristeza a Carlos II, el Hechizado. Estuvo con él, hasta su muerte, ocurrida en 1700. Regresó, entonces, a Nápoles, donde vivió hasta los ochenta años conservando siempre una voz fresca y clara, y cantando en la Iglesia de la Capilla Real, hasta su muerte.


Domenico Cecchi, llamado Cortona, se enamoró de una joven cantante de la corte, llamada “Barbarruccia". Ella le correspondía, así que, decidieron casarse. Como era Castrato, pidió dispensa al Papa Inocencio XI. Se la denegó, poniendo al margen: “Che si castre meglio (que se castre mejor)”.


Giovanni Francesco Grossi (1653/1697), conocido por el alias Siface, tenía una voz tan fuerte y bien timbrada, que, sus  contemporáneos, decían producía sonidos de una dulzura y delicadeza incomparables. Fue miembro de la Capilla Pontificia dos o tres años entrando más tarde al servicio de Francisco II de Este. Después de numerosos y agitados episodios, mantuvo relaciones amorosas con la condesa Elena Forni, viuda de un gentil hombre de Módena. La familia de la dama, descontenta, la obligó a entrar en el convento de San Lorenzo de Bolonia.

Siface
Siface, contratado para cantar en aquella ciudad, aprovechó la ocasión para entrar en el convento y continuar sus amores con la condesa. A pesar del secreto, la familia se enteró. En la noche del 21 de mayo de 1697, cuando regresaba a su domicilio, fue asesinado por los hermanos de la viuda. Está enterrado en la Iglesia de S. Paolo de Ferrara.

Hay otro autor que relata el final de la historia, de modo distinto: Siface y su amada, Palmetta, son apuñalados en el lecho. Aún hay otra versión, ésta bastante diferente: Fue asesinado cuando regresaba a su patria para disfrutar, de la gran fortuna que había ganado con su arte. El asesino resultó ser el postillón, que le llevaba en silla de postas y el lugar, el camino de Génova a Turín. Los autores que escriben sobre estos personajes, como vemos,  suelen contar, decir y aun inventar las historias.

Por si fueran pocas, el New Grove Dictionary of Music and Musics dice: "Un indiscreto asunto con un miembro de la familia Marsili, de la que se enamoró locamente, precipitó su muerte a manos de unos asesinos contratados por la propia familia, cuando GROSSI viajaba entre Ferrara y Bolonia, donde había sido contratado para cantar. El asesinato fue un gran escándalo en su época y el Duque de Módena persiguió implacablemente a los responsables de él".


Pistocchino
Francesco Antonio Pistocchio (1659/1726),  llamado Pistocchino, un gran compositor como muchos castrados que fueron verdaderos maestros de la música. Niño prodigio, hijo de un gran violinista de la Catedral de Palermo. A los dieciséis años cantaba con su bella voz de soprano en el coro de la catedral. Pero, como ocurría a veces con los evirados, perdió su voz de soprano quedando en el registro de contralto. Tuvo que recomenzar sus estudios para educar su nueva voz (esto le sucedió a causa de su vida disoluta), logrando otra vez el éxito.

Cuando ya los años no le permitieron seguir actuando, fundó una escuela de canto, teniendo entre sus alumnos al que luego sería también famoso cantante castrado Bernacchi. Ingresó sacerdote,  recluyéndose en el Monasterio de Forli. Hasta su muerte, se dedicó a componer música sacra.


Gaetano Guadagni (1725/1792), se cuenta que mientras cantaba la prima donna, el papel de Euridice en el Orfeo de Gluck, le clavó un grueso alfiler en las posaderas, lo que hizo a ésta dar una serie de "gallos" en su canto. Cuando le tocó cantar a él, lo hizo tan perfectamente que el público le aplaudió como nunca.

Pacchiarotti
De Gasparo Pacchiarotti (1740/1821), se cuenta que tuvo varios duelos. Por eso decían que era más un "gallo que un capón". Todos eran por amoríos con diversas damas de su tiempo. Su voz fue,  notable y al contrario de la mayoría de los Castrados, tenía un tipo longilíneo. En cierta ocasión cantaba, en su papel de Arbaces, de la ópera "Artaxerxes". Tenía que decir: "Y a pesar de todo soy inocente". La orquesta tenía que tocar entonces un ritornello para la repetición. El cantante esperó el ritornello, y ante su estupor la orquesta callaba. Se inclinó sobre el foso y preguntó qué sucedía. El maestro director le respondió: "Ya lo veis, todos estamos llorando". En efecto, el teatro en pleno estaba llorando, tan grande era la emoción que había producido en el auditorio su canto y su expresividad dramática, que durante cinco minutos, sólo se oyeron suspiros y lloros. Fue durante mucho tiempo el ídolo del público.


Otro castrado extravagante milanés, fue Luigi Marchesi. Para salir a escena, exigía que se le preparase un escenario con una colina. Él tenía que aparecer en lo alto tras un toque de trompetas, llevando un casco con largas plumas de dos metros de longitud, espada, escudo y lanza, fuese cual fuese el tema de la ópera que iba a cantar.

Luigi Marchesi
Tuvo infinidad de aventuras amorosas, siendo en Viena el ídolo de las damas de la Corte. A los veintinueve años, fundó el Pío Instituto Filarmónico de Milán para ayudar a huérfanos y viudas de músicos. Ganó mucho dinero durante su vida de artista gracias a la maestría de su arte. Se le calculaba en un millón y medio de francos de aquel tiempo. Gran parte, fue dado a los músicos que tenían dificultades económicas. Se cuenta de él que, en cierta ocasión, una personalidad militar quiso que cantara en su casa, a lo que Marchesi se negó.

Como el militar iba a detenerle, dijo: "El general puede hacerme llorar pero no hacerme cantar". Fue tan admirado como Pacchiarotti y cuando regresó a Milán después de haber maravillado a toda Europa, la Academia de esta ciudad hizo fundir una medalla en su honor. Esta medalla reproducida en joya, fue utilizada como parte de los adornos de las damas milanesas.


Ferdinando Tenducci (1736/1790), amigo de Mozart, otro gran cantante Castrado, se casó y tuvo hijos legítimos. Cuando algún amigo le decía que eso no podía ser, él no tenía reparos en mostrarles el sexo, riéndose y demostrándole, que tenía tres testículos. Como de niño le esterilizaron o atrofiaron dos, le quedó el tercero para poder engendrar. Muchas voces de mujeres que llegaron a ser cantantes famosas, fueron educadas por maestros Castrados.


Giovanni Battista Velluti (1780/1861), se convirtió en el último gran Castrato. Tenía fama de mujeriego y había gastado su fortuna en juergas. Con el estreno en Londres, en 1825, de “Il crociato in Egitto”, esperaba recuperarse. Pero la multitud, lo acogió mal: era el primer Castrado, que apareció en la capital inglesa, en veinticinco años. Tras el estreno, los periódicos advirtieron que el espectáculo, no era apto para señoras. A la edad de ocho años, fue castrado por el médico, como tratamiento ante una tos pertinaz con fiebre alta. Esto hizo que su padre, cambiaran para él, la carrera de las armas, por la de los estudios musicales.

TESTIMONIOS
Quiero reflejar aquí, diversas opiniones en pro y en contra de la práctica de eviración. Empezaremos por François Raguenet (1660-1722), sacerdote francés y académico, que dio lugar a una de las famosas “querelles” sobre la música. Se enfrentaban, dos modos distintos de concebir la ópera. A pesar de que él fue defensor del estilo francés, no dejó de reconocer, en el italiano, la belleza de las voces de Castrati: “Son voces que provocan desmayos y roban el respiro" (F. Raguenet)”.

Mi imaginación, vuela cuando pienso en los cantantes castrados del periodo barroco en Europa. ¿Cómo habrá sido ir al teatro y escuchar una de esas voces  sublimes? ¡Fascinante! (Anónimo)

Charles Marguetel de Saint-Denis, señor de Saint Évremond (1610/1703), político y escritor libertino francés. Estudió filosofía y derecho e ingresó en la Academia Militar. Un texto suyo, que publicó, le obligó al exilio. Allí, frecuentó a filósofos como Hobbes y Spinoza. Estos eran los consejos que le daba a un futuro Castrado. Tengo que decir, que he quedado alucinado:
Charles Marguetel de Saint-Denis
Mi querido niño: No me sorprende que tengas una aversión insuperable, hasta ahora, por aquello que más te importa en el mundo. La gente ordinaria y poco refinada te ha hablado sin rodeos sobre tu castración. Es una expresión tan fea y horrible que habría repugnado a una mente mucho menos delicada que la tuya.
Por mi parte, intentaré conseguir tu fortuna, de una manera menos desagradable, y te diré, utilizando la insinuación, que necesitas suavizarte por medio de una pequeña operación, que garantizará la delicadeza de tu complexión durante muchos años, y la belleza de tu voz para el resto de tu vida.

Pero dices que temes que las damas te quieran menos. Olvida esa aprensión. Ya no vivimos en época de imbéciles. Lo que sabemos, bastante bien hoy en día, es que la gloria sigue a la operación […]
Están por tanto garantizadas tus amantes, y es una gran suerte; no tener esposa quiere decir que te librarás de un gran mal -- ¡tendrás la suerte de no tener mujer, y más suerte aún de no tener hijos! Una hija se quedaría embarazada, un hijo conseguiría que le enviaran a la horca y, lo que es todavía más seguro, tu propia mujer, te convertiría en un cornudo.
Protégete de todos estos males con una operación rápida; sólo estarás comprometido contigo mismo, disfrutando de la gloria después de este pequeño asunto que te conseguirá tanto fortuna, como la amistad del mundo.
Si vivo lo suficiente para verte cuando tu voz se haya roto y te haya crecido la barba, te lo reprocharé ampliamente. Evita que esto ocurra y créeme el más sincero de todos tus amigos.” (Charles de Saint-Evremond, 1685).

Giacomo Girolamo Casanova (1725/1798),famoso aventurero, escritor, diplomático y agente secreto veneciano. Se le conoce, sobre todo, por sus conquistas amorosas. Fueron, exactamente, 1321, si se hace caso a su autobiografía (parece el aria del catálogo de don Giovanni). De él es esta frase: “Roma obliga a todos los hombres a mudarse en pederastas” (de las memorias de Casanova)
Patrick Barbier, es un escritor francés, de nuestra época, que ha escrito libros sobre el tema. Al ser preguntado que pensaba de Farinelli, respondió: “Es la figura más interesante de todos los Castrati, un hombre muy simpático, pero también un gran cantante y casi un ministro del rey de España (una ascensión increíble en el mundo de los castrati)”. 

Viene ahora un testimonio que me he encontrado por internet. Es una historia novelada. Me ha parecido interesante. Es demasiado larga, así que, la resumiré a mi modo y manera. Cuenta las vicisitudes por las que pasaban los Castrati:
Me llamo Salvatore Conigliaro. Me arrancaron de mi madre a los nueve años. Prometieron dinero para mis hermanos. No tenía padre. Me vaticinaron fama y buena vida. Me gustaba cantar. Olvidaba así mi pobreza. Mi maestro, me entregó al conservatorio. Me encontré entre muchachos con mis mismas ansias. Cantábamos y hacíamos muchas escalas. Todos queríamos ser grandes cantantes. El sacrificio fue grande. Y el precio alto: la virilidad. Tener bellas  voces, así lo exigía.
Desde que me mutilaron, no volví a ser el mismo. Enfermé de dolor y pena. Mis heridas curaron, mi alma no. Quería morirme. Pero volvieron las escalas y la voz. Trabajé mucho y muy duro. Nuestro grupo empezó a ser famoso. Lo supo la autoridad eclesiástica. En nuestra primera audición, tuvimos mucho éxito. Hubo más. Tenía dieciséis años. Un día, nos quedamos con un nutrido grupo de nobles, políticos y religiosos. Nos  amenazaron. No pudimos resistirnos. Después, hombres y mujeres, pidieron nuestros favores. Debíamos satisfacer los caprichos de esos degenerados
Ahora solo canto cuando estoy triste. Se me cerraron las puertas de la fama. Tuve que dedicarme a vender mi cuerpo. Han pasado los años. Me he convertido en un viejo grotesco, gordo, afeminado y vestido ridículamente. Un ser decrépito, que abre la boca y lo único que sale de ella, es un grito de dolor. (Io sono Salvatore Conigliaro, il castrato, la grande putana di Napoli!)”

J. J. W. Heinse
Johann Jakob Wilhelm Heinse (1746/1803), era un escritor alemán, además de erudito y bibliotecario. En las frases que vamos a destacar, emite su opinión respecto a que las voces femeninas, podían competir, perfectamente, con las de los Castrati más renombrados: “Yo pensaba, por ejemplo, que ninguna cantante del mundo, podía igualar con su voz a Farinelli o Caffarelli; y aquí florece y reluce, ante mí, con una belleza exuberante, la viva refutación” (Wilhelm Heinse, 1795).

Según José Ruiz Matilla, autor de un interesante trabajo sobre Farinelli, “los castrados eran voces de mujeres en cuerpos de hombretones. Estos eran las estrellas de rock y de cine del siglo XVIII”.

Por último, la opinión de un chaval de 3º- ESO, que, en clase de música, le tocó este asunto: “El tema de los Castrati me ha parecido muy interesante, ya que, antes, no sabía quiénes eran, ni que hacían. Y antes, tampoco, hubiera imaginado, que hubiese gente que, vendiera a sus familiares, a un hombre rico, para que los castrara y ganaran dinero, como vimos en el video de Farinelli en clase” (Estudiante de 3ª ESO).

VIDA COTIDIANA
Pero, cerrado el telón, ¿cómo era la vida interior de estas personas? Cuántos conflictos, odios, rencores hacia la familia, mezclados al deleite de convertirse en ídolos del público. Si a Farinelli, le hubieran permitido cambiar toda su fama, por vivir la vida de un hombre normal ¿Qué hubiera elegido? Pocos artistas estarían hoy dispuestos a sacrificar lo que ellos sacrificaron.

Siglo XVIII Escena familiar
Podría ser que algunos lo admitieran como una necesidad a pagar para llegar a la fama. Otros pensarían que la sociedad tenía una deuda con ellos, por haber abusado de su derecho a permanecer íntegro. La peor parte, la llevarían, aquellos en los que no se cumplían las expectativas que esperaban.

En el mejor de los casos, pasaban a un segundo término, cantando en los números coros que existían. Pero hubo otros, a los que la sociedad los trató como auténticos apestados y tuvieron que vivir en la pobreza. ¡Hasta les negaba el entierro en sagrado, porque no estaban completos!.



RUPTURA
Papa Leon XIII
A finales del siglo XVIII, numerosos intelectuales criticaron la castración, por considerarla una práctica aberrante. Voltaire y Rousseau la condenaron,  calificando a los progenitores que la consentían, de "padres bárbaros" y tildando de "verdaderos monstruos" a quienes la habían sufrido. Poco a poco las ideas libertarias de la Revolución Francesa,  fueron calando en la sociedad.
En 1830, los Castrati, desaparecieron de la ópera, pero  siguieron actuando en el Vaticano y en otras iglesias. El Papa León XIII, (1878/1903), prohibió la utilización de individuos Castrados en las iglesias, rematando a las pocas fechas definitivamente estas prácticas quirúrgicas, en estos jóvenes cantores: declaró ilegal la amputación de cualquier parte del cuerpo, salvo en caso de absoluta necesidad médica. El Papa Pío X (1903/1914), prohibió, formalmente, toda intervención de castrados en la Capilla Sixtina.
Pio X
Por otra parte, los famosos conservatorios de Nápoles, que habían sido semillero de Castrati, comenzaban a desaparecer por culpa de malas administraciones. Con ellos, se terminaba la posibilidad de formar nuevos artistas de estas características.
Algunos moralistas aceptaban esta práctica, en caso de que no hubiese peligro de la vida y se contase con el consentimiento de aquellos a los que se iba a realizar la operación.






FINAL
Se practicó la eviración con objeto de obtener la voz pura y virginal de un ángel. Es seguro que el precio pagado por los Castrados, a cambio de la gloria y la riqueza, no les compensaba de la terrible mutilación a que se veían sometidos. Pero no puede olvidarse que, la época de los Castrati, es una de las más deslumbrantes y extraordinarias, en la historia de la música europea,  que sería otra, sin estos mitos del canto. Desde esa tiempo, nunca más se ha alcanzado una perfección vocal mayor.   
 
La fama, la adulación, la riqueza y, a menudo, el escándalo, que arrastraban estos Castrados, no eran diferentes a los de una estrella del pop de hoy en día. Durante esos años, en las grandes ciudades europeas, resultó imposible renunciar al virtuosismo de estos seres tan peculiares, a los que se arrebataba, en plena adolescencia, el sexo, la identidad, el equilibrio mental y una vida que, podía haberse encaminado por los cauces habituales.
 
 Stendhal
Pese a las voces indignadas que se alzaron en el siglo XVIII contra la práctica de la castración, no fueron pocos los que la defendieron- como el famoso escritor y melómano Stendhal- La justificaban por el efecto excepcional que estos intérpretes lograban en el canto. Pero como muy bien concluye Barbier, hoy, lo más importante para nosotros, es redescubrir uno de los mitos más conmovedores de la historia de la música.

Es busca de una meta irrealizable, fueron desafiadas todas las leyes de la moral y la razón, para hacer la unión imposible del monstruo y del ángel. Las modas cambian y los estilos musicales también. Los cantantes Castrados, tanto en la música sacra de la Capilla Sixtina, como en la ópera, hoy sólo son pasado.
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