Rossini

MÚSICO, HEDONISTA Y MUNDANO
Todo aquel que me haya seguido en este blog, conoce bien que en él tiene cabida casi todo, siempre que el común denominador sea la Ópera y sus derivaciones. Pero en concreto, tengo un par de frentes abiertos sobre los que voy publicando comentarios, muy esporádicamente. Tratan de recoger un poco la vida y la obra de dos grandes músicos italianos: Bellini y Rossini. Si hace poco le tocó al siciliano, hoy, para compensar, intentaremos hablar del Cisne de Pésaro, sobre todo en cuanto a su biografía. Bien, espero que os guste y si no es así, decírmelo, por favor.

Dentro de la historia de la música, han existido pocos casos como el de Gioachino Rossini. Hombre de contrastes, fue decisivo en su época y estuvo olvidado durante cien años. Era innovador y, a la vez, retrógrado. Introductor de formas nuevas y cultivador de las antiguas. Un hombre de oficio y, además, artista. Bohemio pero asimismo burgués. En él, se dan cita lo más noble de la música europea de entonces, junto a páginas apresuradas y triviales.

Esta abundancia de contradicciones, acaso sea fruto del periodo histórico en que le tocó vivir. Porque, Rossini, fue, ante todo, un hombre de su tiempo. Tenía un pié en la Europa liberal y el otro en el Antiguo Régimen. Con una mano usaba el clavicémbalo y con la otra el piano. No es pues extraño que compusiera, en confusa mezcla, arias del setecientos, llenas de floridos ornamentos vocales, y, también, otros fragmentos con dramáticos acentos, que enseñaron a sus sucesores el camino por el que habría de ir la música europea del siglo XIX.

Compositor de gran fama y un artista de peculiar carácter, fue capaz de extender el nombre de Italia en todo el mundo y, todavía hoy, es sinónimo de estilo italiano. Su apellido es una de las razones por las que están orgullosos los italianos de su país. Se le conoció por “El Cisne de Pesaro”, “Monsieur Crescendo” y, en su juventud, “el Tedeschino (el pequeño alemán)”. El mayor anhelo de Rossini fue escribir música para agradar al público, ya fuera con el drama o con la burla. El Cisne de Pesaro, durante su vida vivió momentos de bonanza, también, los tuvo muy difíciles, pero siempre supo componer para divertir y entretener. El público, se olvidaba de todo, al asistir a sus representaciones.

La teoría de Rossini era que “la música tiene por objeto el deleite y aconseja la melodía y la diversidad de ritmos”. Muchos de los críticos le achacan falta de dramatismo en algunas de sus óperas. Así dijo de Rossini el propio Wagner: “fue un fabricante, extraordinariamente hábil, de flores artificiales, que construía con terciopelos y sedas, y pintaba con colores engañosos…. Pero lo hacía tan bien, tan bien, que parecían flores naturales”. Pese a esos comentarios, Rossini llenó toda una época y ejerció un poderoso influjo en los colegas que habrían de venir.

Aunque el de Pesaro tuvo una vida bastante larga (setenta y seis años), no puede decirse lo mismo de su carrera operística (diecinueve años), que comparada con la de otros grandes compositores, como Verdi (que llegó a su senectud componiendo óperas), resulta, al menos, sorprendente. Pero a cambio de esta brevedad en su producción, hay una ingente cantidad de obras (cuarenta y una, si se cuentan los dos pastiches que autorizó), originadas, como ya se ha dicho, en un lapso de tiempo bien corto. Dejó de componer óperas a los treinta y siete años. Su retiro fue voluntario y aún, hoy en día, no se conocen las causas exactas de su inesperado alejamiento, cuando estaba en la cumbre de su fama. No obstante lo cual, él siguió ejerciendo su oficio de músico- muchas veces para sí mismo- y llegó a completar dos piezas sacras importantes (Stabat Mater y Pequeña Misa Solemne), algunas obras menores y pequeñas piezas para piano (los llamados Pecados de Vejez). En conjunto, puede estimarse que, desde 1930, año de su excedencia, son unas ciento cincuenta composiciones las que realizó, cifra, desde luego, nada despreciable.

Es difícil imaginar hoy, hasta qué punto Rossini llegó a ser un ídolo universal, considerado el primero (y casi el único), compositor operístico de su época, y el modelo a imitar por todos los compañeros de profesión de su generación. La música, de sus contemporáneos y aún la de muchos de los que nacieron algunas décadas más tarde, refleja, generosamente, la influencia del maestro de Pesaro.

Esto es algo que resulta evidente incluso en algunos giros melódicos de Schubert o Weber (que detestaban a Rossini), y, también, entre los músicos que se esforzaban en seguir vías distintas (Francisco Asenjo Barbieri con la zarzuela española, por ejemplo). Esta tremenda influencia, la ejerció Rossini, tanto en la ópera Bufa (en la que apenas, dejó algo que hacer), como en la Seria, en la que estableció las nuevas normas del género (abandono de las formas clásicas, dejando paso al sentimiento y la expresividad), a pesar de que esas constantes sentimentales, no formaban parte de su manera de ser. Phillip Gossett, musicólogo estadounidense, dijo del Cisne de Pesaro, lo siguiente: "Rossini, disfrutó del prestigio, la riqueza, la aclamación popular y la influencia artística, como ningún otro músico de la primera mitad del siglo XIX. Sus contemporáneos, le reconocieron el más grande compositor italiano de su tiempo”.

Sin embargo, durante años, Gioachino Rossini fue conocido, prácticamente, por “el Barbero de Sevilla”, que siempre ha estado omnipresente desde que se estrenó, y, además, por un resurgimiento ocasional de su “Guillermo Tell”. Pero, desde la década de 1950, ha habido lo que se ha venido en llamar, “Renaissance (renacimiento) rossiniano”, de sus obras, propiciado por una serie de cantantes, especialistas en este género, y por los festivales que, en su ciudad natal y otras localidades, han recuperado sus olvidadas óperas, con la aclamación de público y crítica.

Infancia y Juventud (1792/1812)
La primera paradoja del músico, es su fecha de nacimiento. Gioachino Antonio Rossini, nació el 29 de febrero de 1792, en un año bisiesto, caracterizado por la extrema violencia que ejerció la Revolución Francesa sobre las estructuras del Antiguo Sistema Político. El futuro compositor, vino al mundo en Pesaro, ciudad italiana abrazada por el mar Adriático y las montañas. Esa población, pertenecía- igual que hoy en día- a la región de Marche. Su régimen político, en aquel momento, era el que practicaba la Iglesia, pues estaba integrada en los Estados Pontificios, regidos por el Papa Pio VI.

Giuseppe Rossini (Vivazza)
La familia procedía de “Lugo de Romaña”, y llegó a Pesaro en 1789. Su padre, Giuseppe, era inspector de carnicerías y, ocasionalmente, tocaba la tuba o la trompeta en la orquesta municipal de la villa (e incluso en los teatros o a cualquiera que lo pedía), conocido por su vivacidad, sentido del humor y su temperamento alegre y seductor (le llamaban “vivazza”). Su madre, Anna Guidarini, hija de cantante y de panadero, se dedicaba a labores de costura, pero también interpretaba roles operísticos secundarios en teatros de provincia. Los tenía que aprender de memoria, pues no sabía solfeo. Poseía una bella voz, con musicalidad, físico agradable y buenos modales. A causa de la profesión de sus padres, el niño conoció la vida errante de los artistas de teatro.

Anna Guiradini
Por sus ideas republicanas, el padre se enfrentó al gobierno pontificio, y fue procesado y enviado a prisión durante casi un año. Tuvieron que mantenerse con los emolumentos que obtenía su madre como cantante, que se había unido a una compañía ambulante. Durante ese tiempo, Rossini se quedó, con frecuencia, a cargo de su anciana abuela, que era incapaz de controlarle. En 1800, la familia Rossini, se trasladó a “Lugo de Romaña”, su lugar de origen y Rossini fue puesto a estudiar en el Instituto de aquella ciudad.

Recibió clases de su padre y después de dos sacerdotes hermanos (Giuseppe y Luigi Malerbi). Con nueve años, durante el carnaval de 1801, Rossini realizó su debut musical en el Teatro de la Fortuna, de Fano, tocando la viola en la orquesta. En esa misma función, su madre interpretó un papel. En la biblioteca que tenían los dos clérigos, tuvo acceso a partituras de Haydn, Mozart y otros autores de valía. Del estudio de estas páginas, derivó su estilo peculiar, en el que los contemporáneos, detectaron cierta dosis de influencia germánica. Por eso, fue conocido Rossini como “Il tedeschino (El pequeño alemán)”.

En 1804, un nuevo traslado, llevó a la familia Rossini a Bolonia. Cuando su padre tenía que tocar, le dejaba al cuidado de un carnicero amigo, que también le dio lecciones de música. Otro de sus maestros fue Angelo Tesei, que le enseñó a leer a primera vista, tocar acompañamientos en el piano, y cantar, lo suficientemente bien, como para tomar parte, en solitario, en la iglesia. El pequeño Gioachino, colaboró en la economía familiar con las ganancias que obtenía de ese empleo.

Ferdinando Paër
Tenía una bella voz, y tentado estuvo de dedicarse al canto. Con doce años, debutó como cantante de ópera en Ravena, sustituyendo a un bajo bufo enfermo. A los trece años, está documentada su participación en la ópera “Camila” de Ferdinando Paër, en el teatro del Corso de Bolonia, donde su madre se turnaba en el personaje principal con otra cantante. El pequeño se mostraba, poco inclinado al estudio y hubo que estimular su interés por el trabajo, con castigos como el de ser colocado de aprendiz en una herrería. A los pocos días, el muchacho, no pudiendo soportar el ruido que había en la forja, prometió aplicarse más para que le sacaran de allí.

Stasnislao Mattei
Era tal la disposición de Rossini que, con catorce años, ingresó en el Liceo Municipal de Bolonia, donde recibió clases de canto, solfeo, violonchelo y piano. También estudió contrapunto, a las órdenes de Stasnislao Mattei, discípulo y sucesor del padre Martini y, después, violonchelo con Cavedagni. A esa edad, dirigió una pequeña orquesta de aficionados. Pronto se reconocieron sus dotes, porque se le nombró miembro de la Academia Filarmónica de Bolonia, distinción que también recibió Mozart a su misma edad.

Se cree que es precisamente en ese momento, donde conoce a Isabella Colbran, la que sería, en un futuro, su primera esposa. Los primeros trabajos como compositor fueron: una cantata, de 1808 (Il pianto d’armonia sulla morte d’Orfeo- El armonioso llanto sobre la muerte de Orfeo), por la que se le otorgó el primer premio del Liceo, y su primera ópera, de 1809 (Demetrio y Polibio), encargada por la familia Mombelli y que no se estrenó hasta 1812.

Pero la verdadera oportunidad le llegó en 1810. El Teatro San Mosè, de Venecia, necesitaba una ópera bufa para completar su temporada por incumplimiento de un compositor, que no había entregado su prometida ópera. Unos cantantes (la familia Morandi), amigos de sus padres, le ofrecieron la posibilidad de escribirla a Rossini y éste, aceptó inmediatamente. Así nació su segunda ópera (La cambiale di matrimonio- La letra de cambio matrimonial), que resultó un éxito completo, pues recordaba suficientemente a las obras de Cimarosa, para que el público admitiese, a cambio, ciertas libertades y una densidad orquestal, no conocida hasta entonces en el género.

Giovanni Simone Mayr
Transcurrió casi un año después de este éxito, hasta que Rossini, logró encontrar trabajo en el Teatro del Corso de Bolonia, como clavicembalista y compositor. Decir entonces clavicembalista, era tanto como indicar hoy Director Musical. A partir de 1811, volvió a componer, para satisfacer las peticiones del citado coliseo, del San Mosè de Venecia y del Comunale de Ferrara, con éxitos relativos. Este mismo año se presentó como director de orquesta, con “Las cuatro estaciones” de Haydn, en el Liceo Municipal de Bolonia. Dirigió también, la ópera “Ginebra de Escocia” y “Quinto Fabio” de Mayr y Domenico Puccini (abuelo del famoso compositor).

En 1812, le llegó una petición del más prestigioso teatro de Italia, en fuerte competencia con el San Carlo de Nápoles. Se trataba del Teatro alla Scala de Milán, en el que debutó con “La pietra del paragone (La piedra angular)”. Consiguió cincuenta y tres representaciones, todo un record, con una aceptación popular extraordinaria. Fue en el final de esta ópera, donde el público, escuchó, por primera vez, el crescendo rossiniano. El éxito alcanzado, fue el espaldarazo definitivo para Rossini, y le proporcionó inmediatamente, nuevos contratos para los teatros. Con esto, consiguió estrenar, un total de seis óperas, en este decisivo año de 1812. Como consecuencia de su éxito, el compositor fue eximido del servicio militar. Es importante, ya que, en las dos guerras que había abiertas entonces (Guerra de la Independencia y Campaña Rusa), se originaban grandes pérdidas humanas de entre los aproximadamente 90.000 reclutas de la península itálica.

El triunfo (1813/1814)
Aún habría que esperar hasta el 6 de febrero y el 22 de mayo, ambos de 1813, para que a Rossini le viniera la consagración definitiva con dos de sus obras (“Tancredi” y “L’italiana in Algeri- La italiana en Argel”), que le convirtieron, de la noche a la mañana, en el compositor más famoso de Italia y el más solicitado. Si grande fue el éxito de su anterior ópera milanesa, aún lo fue más en estas dos nuevas creaciones, una Seria y la otra Cómica, pudiéndose calificarse estos triunfos, como apoteósicos, atronadores e inenarrables.

El compositor, tenía veintiún años entonces y consiguió difundir su ópera seria (Tancredi) por toda Europa. Contribuyó a ello, la riqueza de la melodía, expresada en su línea vocal por la contralto protagonista. Su famosa aria “Di tanti palpiti”, se convirtió en el primer éxito popular de Rossini y fue cantada por toda clase de gente, de un extremo al otro del viejo continente. Es famoso el hecho de un juez que tuvo que prohibir se cantara en su juzgado, harto de oírla a todos los que estaban esperando justicia. Lord Byron, ensalzó este fragmento en su “Don Juan” y Wagner, más de cincuenta años después, la citó en sus “Maestros cantores de Nuremberg”. Las huellas de Paër y Paisiello, están, innegablemente, presentes en fragmentos de la partitura

Isabella y el Bey
(L'italiana in Algeri)
La otra gran ópera cómica (L’italiana in Algeri), se distinguió por los crescendi, las onomatopeyas, las páginas de melodía exquisita y cautivadora, y la instrumentación elegante. Hay también en ella, una importante vena satírica. Pero por encima de todo, se halla el ritmo, que parece anunciar, en algunas ocasiones, la inminente aparición de la locomotora y de las máquinas. Estos ritmos se repiten con intensidad creciente, hasta que, al final, estallan en un estruendo orquestal. Este sistema, no tenía precedentes, entonces. Con estas dos obras, el estilo rossiniano llegó a su primera madurez, con una chispeante orquestación, en la que intervenían los instrumentos de madera, aptos para dar color y variedad a la melodía.

Periodo Napolitano (1815/1822)
Domenico Barbaja
En 1815, el empresario Domenico Barbaja (que controlaba el Teatro San Carlo de Nápoles), le propuso a Rossini la firma de un contrato, con unas estupendas condiciones económicas, para componer dos óperas al año, e intentar revitalizar el género, que parece estaba en decadencia. Le ofreció, además, el cargo de director musical de dos teatros reales, de la ciudad: el San Carlo y el Del Fondo. Eso significó unos emolumentos para Rossini, de 200 ducados al mes, además de recibir, una parte del negocio del juego, que se hacía en el Teatro, y que ascendía a la importante cifra anual de 1000 ducados.

Interior Teatro San Carlo- Nápoles
En el pacto, se le concedía permiso al de Pesaro para trabajar en otras plazas. No sólo fue bien recibida la oferta por generosa, además le daba al músico oportunidad de aprovechar una de las pocas orquestas profesionales que había en Italia. Por aquel entonces, el Teatro San Carlo de Nápoles, era el más acreditado de todos, más, incluso, que La Scala de Milán. Esto resultó importante, pues Rossini aspiraba a superar los límites en la composición de óperas. Esta relación comenzó el mismo año del acuerdo y acabó, en 1822, poco antes de que Rossini hiciera su primer viaje a Francia.

De la importancia de este periodo napolitano, da idea el conjunto de las diez óperas que se estrenaron allí: “Elisabetta Regina d’Inghilterra (Isabel, reina de Inglaterra)” “Mosè in Egiptto”, “Ermione”, “La donna del lago”, “Maometto secondo”, “Armida”, “Ricciardo e Zoraide” yZelmira”. A estas ocho, hay que añadir “La Gazzetta”, debutada en el teatro Dei Fiorentini y, “Otello”, en el teatro Del Fondo. Las obras revelan la adopción, por parte de Rossini, de una nueva estética típica de los primeros años del romanticismo. Muestran un mayor número de fragmentos dedicados al coro, un recitativo acompañado mucho más dramático, en el que, la orquesta, ejerce un papel fundamental. Rossini, abandonó, asimismo, las oberturas de tipo tradicional para involucrar a su audiencia en el drama, desde el comienzo de la obra.

Giovanni Paisiello
Algunos compositores importantes de Nápoles, en particular, Zingarelli y Paisiello, intrigaron contra el éxito del joven músico, pero todo fue inútil, por el entusiasmo con que se recibió, por parte del público, la primera ópera fruto del acuerdo, “Elisabetta regina d'Inghilterra”, en la que la soprano Isabella Colbran, tuvo un papel importante. El argumento de esta ópera, anticipa el gusto gótico de las novelas de Walter Scott, que estarían de moda en el Romanticismo. Es también, la primera ópera en la que Rossini escribió las ornamentaciones vocales, en vez de dejarlas a la imaginación de los cantantes.

Este delirio del público napolitano, se repitió, también, con “Otello”. Sobre esta ópera, hubo un desacuerdo entre el empresario y Rossini. Barbaja, estaba enfadado por los retrasos del compositor. Se quejó, por escrito, al administrador de los Teatros Reales. “Otello”, debía haberse estrenado el 10 de octubre de 1816. Fue pospuesta para el 4 de diciembre. Como el San Carlo, que había sufrido un incendio, no estaba, todavía, disponible, la puesta en escena se realizó en el pequeño Teatro del Fondo. La elección de Rossini, de un tema de Shakespeare, fue bastante al azar. Prensa y público, recibieron con entusiasmo el trabajo.

Giovanni David
Pero hubo críticas a los versos y al tratamiento que dieron al autor inglés. Destaca, sobre manera, el tercer acto, de gran intensidad dramática. Rossini tuvo que escribir un final feliz (lieto fine), pues es a lo que estaban acostumbrados los napolitanos. La ópera se extendió rápidamente por toda Italia y mantuvo un lugar destacado en el repertorio, hasta que llegó la de Verdi.

En Nápoles, Rossini tenía que aprovechar a los distinguidos cantantes que Barbaja había contratado. Eran los tenores Giovanni David, Andrea Nozzari y Giuseppe Ciccimarra. Por eso, en “Otello”, hay tres papeles de tenor de primerísima fila, que son los personajes de Otello, Iago y Rodrigo. Las óperas de Rossini, comenzaron a circular por Europa, pero él siguió teniendo como centro a Nápoles y a Isabella Colbran, como prima donna, convertida, ahora, en su amante.

La Gazzetta”, fue una ópera de circunstancias, muy del gusto del siglo XVIII, estrenada en 1816, y que ya había sido musicalizada por muchos compositores. “Armida”, de 1817, es un drama a la antigua, que fue bien acogido, a raíz de su estreno, pero resulta una obra lenta y compleja. Rossini escribió una ópera de tema bíblico (Mosè in Egitto- Moisés en Egipto), debutada en la cuaresma de 1818. Gozó de bastante éxito aunque, el público la recibió con burlas y risas, pues la escenografía del estreno (sobre todo el paso del Mar Rojo), fue lamentable y ridícula. Por eso, en posteriores representaciones, Rossini introdujo en ese momento, las plegarias de Moisés (Dal tuo Stellato Soglio), que se convirtieron en uno de los éxitos más queridos y famosos, de todo el siglo XIX.

Nicolò Paganini
Sobre esta melodía, Nicolò Paganini, compuso sus arriesgadas variaciones para la cuerda de re. Rehecha, más tarde, en Paris (1827 - Moïse et Pharaon), se mantuvo largos años en el repertorio europeo. Con óperas como, “Ricciardo e Zoraide”, también de 1818, el pesarés no sale favorecido. Destaca esta obra por haber sido compuesta con muchos fragmentos de óperas anteriores (auto-préstamos). En 1819 (otro de sus años con mayor producción), Rossini estrenó dos óperas en Nápoles, pero por la rapidez de los encargos y por tener una caída en la inspiración, surgieron obras como, “Ermione”, con un mosaico de piezas recuperadas de otras óperas. Sin embargo, el compositor, retomó la senda de la inspiración con “La donna del lago”, una de sus mejores obras románticas.

Maometto secondo” (1820), tuvo una mayor fortuna, al menos con la crítica. Sería rehecha en Paris, bajo el título de “L’assedio di Corinto”. Con “Zelmira” (1822), terminó Rossini su relación con el Teatro San Carlo. El compositor estaba fatigado de una vida tan agitada. En Nápoles, Rossini, había sentado las bases de su fortuna y Colbran, con su gran talento vocal y dramático, había contribuido al éxito de sus obras.

Domenico Barbaja
Domenico Barbaja (1778/1841), fue una figura importante en la carrera de Rossini. Era uno de los más diestros empresarios musicales y recibía el apodo de “Virrey de Nápoles”, por el poder que llegó a acumular. Astuto, audaz y ambicioso, era inteligente, muy sagaz, y con una actividad infatigable. Ejemplo clásico de hombre que se forja a sí mismo, pasó de camarero y empleado de una casa de juegos, a señor todopoderoso del negocio operístico. Tenía un instinto certero cuando enjuiciaba cualidades artísticas. Instigador de intrigas en el terreno comercial, fue, también, cantante.

Domenico Barbaja
Los teatros de ópera, a comienzos del siglo XIX, no eran templos de lo sublime, sino un punto de encuentro comercial, en el que se escuchaba música, se cerraban tratos, se leía y se conversaba, y existían, además, “otro tipo de entretenimientos privados”. A todo ello, se acompañaban los juegos de azar, con los que las cajas de los teatros, alcanzaban grandes sumas.

Barbaja, al igual que Rossini, era un “bon vivant” y un gourmet y tuvieron los dos una relación muy estrecha. El empresario, se había instalado en Nápoles en 1808, y fue allí donde obtuvo la licencia para mantener una casa de juego. Al año siguiente tomó la dirección de los dos teatros Reales de Nápoles (San Carlo y el Fondo), a los que pronto añadió, el Dei Fiorentini y el Nuovo. Más tarde, tomó la gestión del Teatro alla Scala y el de la Canobbiana, ambos en Milán. Por último, también se hizo cargo del de Ópera Italiana de Viena.

Isabella Colbran
Isabella Colbran
En sus años de estudiante en el Liceo de Bolonia, Rossini ya había conocido a Isabella Colbran (1785/1845), y la volvió a encontrar en Nápoles. Se había convertido en la soprano más famosa de toda la ciudad y para ella compuso Rossini diversas óperas. Fue una figura decisiva en la vida de Rossini (las otras dos serían Barbaja y Olympe Pélissier). Esta gran cantante española (nació en Madrid), había sido amante del empresario Barbaja, más tarde querida del Rey de Nápoles, y, luego primera esposa legal de Rossini. Estudió con Francisco Pareja y, más tarde, con el castrado Crescentini, con quien impostó su voz, aprendiendo el dominio de las agilidades y los secretos del canto expresivo. Su técnica vocal, dio lugar a un nuevo tipo de soprano, pues además de que poseía delicados matices en la expresión del canto, era, también, extraordinaria, en el declamado y la expresividad escénica. Después de una estancia en Paris, hizo su debut en La Scala de Milán y allí la contrató Barbaja para Nápoles.
Isabella Colbran

En lugar de trinos y acrobacias vocales, introdujo un arte más realista, que no sólo denotaba virtuosismo sino, también, hondo sentimiento. Rossini siempre tenía en el oído, la voz de su mujer, Isabella, cuando creaba los principales personajes femeninos. Sabía expresar muy bien en el palcoescénico, los caracteres de sus heroínas, tales como, generosidad, soledad, resignación…. Sin embargo, la Colbran, no se sentía cómoda en el campo de la ópera Bufa, ya que se inclinaba más a las situaciones trágicas.

Isabella Colbran
Cuando Isabella se retiró de la escena, quiso disfrutar de sus cuantiosas propiedades. Pero Rossini, viajaba continuamente y el matrimonio no pudo resistir esta prueba de separación. Apareció, entonces, Olimpia Pélissier y se terminaron de complicar las cosas. La ex cantante, tal vez añorando sus años de teatro, se consumía de ansiedad y gastó fortunas en las mesas de juego.

Años de afirmación (1815/1823)
Teatro alla Scala di Milano
En el contrato que Rossini firmó para Nápoles, existía una cláusula por la cual, se le permitía atender otras plazas. Rossini, en esta época de plena actividad, aprovechó para crear nuevas obras que se estrenarían en Roma, Milán y Venecia. En este periodo de afirmación, Rossini escribió diecinueve óperas, de las que diez, corresponden a su etapa napolitana ya desarrollada, quedando, por tanto, otras nueve por comentar.

Fueron estos años de furor compositivo, en los que el músico, tuvo que explotar a fondo su fogosa inventiva. 1817 y 1819 (con cuatro óperas por cada año), fueron los más productivos, y también, 1816 (con tres óperas). Al finalizar esta etapa, Rossini consiguió llegar a ser, el compositor más famoso de su tiempo, el ídolo de los teatros de Europa, la obsesión principal de sus imitadores y el punto de referencia de la ópera-comique francesa.

La primera de las óperas de este periodo, estrenada en Roma, en diciembre de 1815, fue “Torvaldo e Dorliska”, que tuvo un gran fracaso, aunque cuenta con páginas excelentes. En la siguiente, Rossini evocó el ayer rococó de sus óperas bufas, de elaborada ornamentación vocal e instrumental. Fue en 1816, en el Teatro Argentina de la ciudad eterna. Se estrenó (con fiasco y mucho éxito el día posterior), la obra que ha inmortalizado a Rossini en el mundo entero: “Il Barbiere di Siviglia”. A pesar de los esfuerzos del compositor por calmar los ánimos, partidarios de Paisiello (músico napolitano, autor de otro Barbero, que fue famoso hasta entonces), crearon una perturbación en la primera noche y el debut se convirtió en un fiasco.
Figurín de Fígaro

En la segunda función, Rossini, se puso enfermo, por si acaso, y decidió no ir al teatro, aunque se lo exigía el contrato. La actuación fue un éxito sin precedentes. El elenco y el público, buscaron a Rossini en sus alojamientos, con velas encendidas y cantando melodías de la ópera. La obra, se extendió pronto por toda Italia y llegó a Londres el 10 de marzo de 1818 y a Nueva York al año siguiente. Es la única ópera de Rossini que ha mantenido su lugar en el repertorio de los teatros del mundo, desde su creación.

Cenerentola: Escena
Rossini, volvió, una vez más (la última), a reincidir en este estilo, con “La Cenerentola (La Cenicienta)”, debutada en el teatro Valle, de Roma, en 1817. Con el libreto, hubo problemas de censura. No admitían que una mujer se descalzara en el escenario. El zapato del cuento, debió de ser sustituido por un brazalete. Ante la premura de tiempo, el Cisne de Pesaro, aprovechó la Obertura de la reciente “La Gazzeta”. La ópera, sobrevivió, en su debut, a una primera noche muy ruidosa, la del 25 de enero. Se hicieron veinte representaciones en aquella temporada, siendo la última a mediados de febrero. Se escuchó en toda Italia a finales del año y en Francia e Inglaterra dos años después. Es, sin duda, la obra de Rossini más famosa, después de “Il Barbiere

No olvidó Rossini, ni en “El Barbero” ni en la “Cenicienta”, las onomatopeyas, las situaciones absurdas y la expresiva y brillante orquestación. El compositor, no volvió a escribir más óperas bufas, a la manera italiana, pero sí lo hizo, a la francesa, con “Le comte Ory”. Este año de 1817, es uno de los más productivos para Rossini, pues estrenó, en Milán y Roma, otras dos óperas, “La gazza ladra (La urraca ladrona)” y “Adelaide di Borgogna”. La primera, una ópera semi-seria, debutó el 31 de mayo. Se representó rápidamente por toda Europa llegando a Inglaterra en 1821 y, seis años después, a América.

La gazza ladra”, es significativamente más larga que cualquiera de las óperas anteriores de Rossini. Tiene un final feliz, pero está llena de drama, que se refleja en la música. Fue muy bien acogida en el Teatro alla Scala de Milán. Los comentarios de crítica y público, resultaron extraordinarios. Pero se inició entonces, un preocupante declive de la Colbran que, parece, restringió la capacidad de componer de Rossini, aunque en las obras escritas para otros cantantes, tampoco estuvo muy afortunado. Respecto a “Adelaide di Borgogna”, estrenada en Roma, asimismo en 1817, la crítica apunta que es la peor ópera seria del Cisne de Pesaro.

Edoardo e Cristina”, de 1819, estrenada en Venecia, es un conjunto de arias de óperas anteriores. Nada nuevo aportó, “Bianca e Falliero”, del mismo año, debutada en Milán, con un éxito discreto. “Matilde di Shabran” (1821), es de un carácter mixto y gozó de cierta fama. “Adina”, estrenada en Lisboa en 1826, pero compuesta en 1818, es una ópera cómica menor.

Matrimonio Rossini-Colbran (Marzo 1822)
Colbran y Rossini
Isabella Colbran, empezó pronto a tener vínculos con Rossini. Prácticamente desde que éste apareció por Nápoles, para cumplir el contrato que había firmado (1815). Tras unos años de relación amorosa, el 16 de marzo de 1822, Gioachino e Isabella, decidieron regular su situación, contrayendo matrimonio en el pueblo de Castenasso, próximo a Bolonia (en una villa de la soprano).

Visita a Beethoven (Abril 1822)
Pocos días después de la celebración del matrimonio, la pareja se trasladó a Viena, para organizar una especie de festival Rossini (abril-julio 1822). El 13 de abril de 1822, se debutó en la plaza “Zelmira”, con el mismo elenco de Nápoles y fue un éxito, más bien, tibio en la primera noche, pero mejoró en los días siguientes. Dejaron Viena, el 22 de julio de 1822 y regresaron a Italia, a su villa de Castenaso. En su visita a la capital austriaca, tuvo lugar el bien documentado y aireado encuentro con el genio de Bonn. Rossini quedó impresionado por la mala situación económica y las condiciones modestas en que vivía el colega alemán, al que admiraba y respetaba.

Alegoría de Beethoven
Beethoven, sordo ya, le dijo: “La ópera seria, no es el punto fuerte de los italianos. Para componer un verdadero drama, les falta ciencia musical y ¿Cómo podrían adquirirla en Italia….? Sobre todo, escriba muchos Barbiere. No intente hacer más que óperas bufas; sería desafiar al destino, querer triunfar en el otro género”. En esto Beethoven, coincide con los gustos del público actual, que, aunque estima todas las obras de Rossini, prefiere las Cómicas a las Serias, y, en concreto, el “Barbero de Sevilla”, a todas las demás

Congreso de Viena (Octubre 1822)
Caricatura Congreso Verona
En el año 1822, tuvo lugar la continuación del Congreso de Viena, esta vez en Verona. La invitación del príncipe Metternich a Rossini, para "ayudar en general, al restablecimiento de la armonía”, era demasiado tentadora como para ser rechazada. El compositor realizó para el acontecimiento, varias cantatas y llegó, justo a tiempo para su inauguración, el 20 de octubre. Ahí se hizo amigo de Chateaubriand y Madame de Lieven.

Adiós a Italia (1823)
Los siete años que Isabella Colbran, llevaba cantando en Nápoles, hicieron mella en su voz, que ya había comenzado antes a deteriorarse, confirmando, esa tendencia, más acusadamente, en este año de 1823. Pero eso no impidió que, ese mismo año, estrenara la ópera “Semiramide”, en Venecia. Rossini consiguió disimular en la partitura, las faltas vocales de la Colbran. La obra es una vuelta a la vieja ópera Seria de estilo rococó. La ornamentación de la línea vocal es obsesiva, incluso, en los papeles secundarios. Extraordinario elogio al canto adornado y florido, supuso el adiós definitivo de Rossini a Italia.

Estadía en Londres (1823)
El puente de Londres
Tras una breve visita a Bolonia, Rossini, después de catorce años de trabajo ininterrumpido, cansado del intenso esfuerzo realizado, decidió buscar otros horizontes. Rico, casado, inestable, y por naturaleza epicúreo, se decidió a viajar. Ya había establecido contactos con personalidades de Londres y Paris y recaló, primero, en Francia. Llegó a la ciudad luz en noviembre de 1823 y fue acogido con entusiasmo. Iba acompañado de su nueva esposa, Isabella Colbran. La Academia parisina los recibió y todos le adularon. Luego se dirigieron a la ciudad del Támesis (finales de 1823). Había recibido una propuesta del director del Teatro del Rey, de la capital anglosajona.

El Royal Ópera House Londres
En Inglaterra se les recibió generosamente, con una bienvenida triunfal, con infinidad de agasajos, incluida una presentación al rey Jorge IV (dicen que cantó a dúo con el Monarca) y el pago de 7000 libras, después de una estancia de siete meses (del 13 de diciembre de 1823 al 25 de julio de 1824). Esos fondos, constituyeron la base de su futura fortuna. El propio compositor, confesó que “había ganado más dinero allí, que en toda su carrera en su país”.

Dio conciertos, se dejó querer por la sociedad inglesa, bebieron té en las casas de moda, tocó el piano, y enseñó canto a las familias adineradas, quienes pagaron estas clases a precio de oro. Se comprometió a realizar una nueva ópera titulada “Ugo re d’Italia”, que nunca llegó a concretarse, y montó, con sus obras, una especie de festival. Esta fue la última actuación pública de la Colbran. En los próximos cinco años, residiría en Paris con su marido. Se fueron de allí a mitad del verano de 1824.

Primer periodo francés (1824/1830)
Théâtre-Italien, Paris
Gioachino Rossini, en el apogeo de su fama, llegó a París, la capital musical de Europa, con su primera esposa, Isabella Colbran. Al músico le precedía, una reputación de genio. Había sido nombrado, director escénico y musical del Théâtre-Italien, de la capital francesa, con un salario de 800 libras al año. En 1825, fijó su residencia en la ciudad luz. Esta dirección era compartida con el también músico, Ferdinando Paer y con la obligación de crear nuevas óperas o adaptar alguna de las estrenadas en Italia.

Teatro de la Ópera- Paris
En dicha dirección teatral, estuvo dos años, durante los que se convirtió en el árbitro artístico de aquella sociedad. Después le hicieron una tentadora oferta económica, por la que se transformó, de hecho, en director de la Ópera de Paris, además de darle dos cargos oficiales: Compositor del Rey e Inspector General de Canto en Francia (un puesto honorífico creado para él), empleos muy rentables económicamente, que perdería con la revolución de 1830.

Luigi Cherubini
Rossini siempre tuvo una querencia especial hacia el gran músico Cherubini, que, por aquel entonces, residía en Paris. Se dice que un día, Rossini estaba en un café y, al verlo pasar, el de Pesaro entonó un aria de las primeras óperas de Cherubini. Éste, entró, y muy sorprendido y contento, le preguntó a Rossini cómo lo sabía. "La he oído en las calles, donde aún se canta", dijo Rossini. Cherubini se encariñó con el compositor por su espíritu alegre. Rossini, siempre tenía una bonita historia preparada para mantener el ánimo de su amigo. De hecho, el Cisne de Pesaro, era el gran favorito entre todos los compositores y músicos.

Honorato de Balzac
Por la capital del Sena, Rossini y el novelista, Honorato de Balzac, solían salir juntos a divertirse. Estando en Paris, Rossini contrajo la sífilis, que se manifestaría con toda su crudeza, años más tarde. Ya entonces, Rossini era un enamorado de la comida. Su pasión predominante era el estómago, no la música. De él es esta frase que lo confirma: "No sé de ninguna ocupación más admirable que comer". Tenía siempre reservado un sitio en los principales restaurantes. Cuando Rossini iba a comer, saludaba a todos los empleados (Camareros, Maître, Cocineros…). Realmente, Rossini, se había convertido, en la mediana edad, en un glotón. Era su refugio contra el estrés y la depresión.

Rossini en Paris
El periodo francés, resultará muchísimo menos prolífico (compuso de media una ópera al año, lo que hacen siete en total, pero sólo dos originales), que el italiano (dos óperas y media al año, con un total de treinta y cuatro, en trece años). El compositor, firmó un contrato donde garantizaba que iba a escribir diez óperas nuevas, pero sufrió una perceptible disminución de su capacidad creativa, a pesar de que solo tenía treinta y tres años. Por eso, prefirió comenzar su época gala, con alguna ópera en italiano y, sobre todo, reelaboraciones, en francés, de obras ya estrenadas en Italia (“El Sitio de Corinto”- cuando se estrenó le comunicaron la muerte de su madre-, sacada de “Maometto Secondo”, “Moisés y Faraón” conversión de “Moisés en Egipto”, y “El Conde Ory” obtenida de “El Viaje a Reims”). El público francés, se dio cuenta enseguida de estas maniobras y exigió algo realmente nuevo. Rossini, comenzó, entonces, la composición de su obra mayor y la completó con mucho esfuerzo.

Se trata de una grandiosa ópera (por calidad, emoción y duración de más de cuatro horas), con el título de “Guillermo Tell” y texto en francés. Estrenada el 3 de agosto de 1829, marca una etapa de transición en la historia de la ópera, y es un ejemplo exquisito de la mejor música rossiniana, con una orquestación minuciosa y elaborada, con armonías bastante audaces para la época. Rossini, abordó, de nuevo, un tema noble, de nacionalismo y libertad, perteneciente al Romanticismo, en el que se combinaron elementos de estilo italiano y francés, abriendo el camino para la "gran ópera romántica”, un espectáculo lleno de efectos escénicos, ballets, masas corales y números de conjunto, todo ello con un regusto franco-italiano. De este nuevo género creado por Rossini, vivirían la ópera francesa y la italiana, durante toda la generación siguiente. La Obertura, constituye una pieza sinfónica de considerable envergadura.

Caricatura Rossini
La obra ofrece grandes dificultades, no siendo la menor, la costumbre de cantar los agudos a plena voz. La vocalidad no está basada exclusivamente en lo ornamental, sino en lo expresivo. En esta ópera, las voces no deben forzarse y los agudos no están pensados para que el artista demuestre con ellos su fuerza y su potencia. Debe tener, eso sí, una elegante emisión con capacidad para la ornamentación, el legato y el fraseo. Esto es particularmente notable en el rol de tenor. Si se hace a plena voz, es virtualmente incantable. La vocalidad de pecho, falsea totalmente las intenciones de Rossini Desde el punto de vista formal, ésta es la obra más moderna y avanzada del músico.

Fin de carrera (1829)
El retrato más popular de
Gioachino Rossini
Con el debut de “Guillermo Tell”, Rossini, decidió retirarse de la composición de óperas. Tenía treinta y siete años. Había llegado a la cúspide de su carrera y, exactamente, a la mitad de su existencia. Aún le quedaban otros tantos años por vivir. Era una celebridad internacional. Sin embargo, dejó todo tipo de actividad operística, después de años de intensa labor de composición. Con ellos, además de la fama, logró alcanzar seguridad financiera. Respecto a las causas que originaron una decisión de esa naturaleza, sólo podemos imaginarlas:
  1. Indolencia
  2. Miedo al fracaso
  3. Falta de necesidad por la riqueza acumulada
  4. Su estilo lo distanciaba de las nuevas ideas estéticas
  5. Agotamiento físico
  6. Hastío de su trabajo
  7. Precarias condiciones de salud
  8. Cambios políticos y artísticos que no le satisficieron
  9. No admitió el nuevo estilo romántico
  10. Falta de inspiración
  11. Cansancio por la composición de “Guillermo Tell
  12. Sensación de que su época ya había pasado
De todas las teorías, hay tres que tienen más peso que las demás. El rechazo moral hacia la nueva estética del Romanticismo, que se avecinaba ya de un modo imparable. Su mal estado de salud. Y el estar convencido de que ya no tenía nada que decir. De todos modos, las razones por las que Rossini dejó de componer, no se centraron en una sola. Fue una serie de factores que afectaron todos un poco a su decisión de abandonar la carrera operística. En conclusión, la verdad podría estar en algo de cada una de ellas.

La pereza era la causa que esgrimía el compositor. Su temor al fiasco, queda revelado en estas palabras del propio Rossini: “Otro éxito en mi carrera, no añadiría nada, mientras que, un fracaso, podría perjudicar mi reputación. No tengo necesidad de uno, y no desearía el otro caso. Tengo suficiente dinero, como para permitirme descansar. He compuesto demasiado en Italia. No quiero hacerlo en francés y no puedo musicalizar en alemán”. Sin embargo, aunque no volvió a componer óperas, continuó activo en el mundo musical, merced a sus relaciones. Fueron bastantes las composiciones que realizó (breves y no tan breves, religiosas o profanas). Y dedicó una atención especial a la Gastronomía, casi, su segunda profesión.

Esta es una anécdota, relatada por otro gran gastrónomo (Alexandre Dumas), referida a las causas del porqué dejó de componer el pesarés: De todos los festines y francachelas que hubo de embucharse en su vida trashumante, el compositor -banquetes mitológicos o reales ¡qué más da!- quizás “Una comida en casa de Rossini” (1849), relato de horror de Alexandre Dumas, incluido en su obra Los mil y un fantasmas, fue el único convite que pudo ocasionarle al Cisne de Pesaro, una terrible indigestión. Dumas, en su libro, relata una conversación de sobremesa entre el gran novelista y el compositor. ¿Por qué no escribe ya música para la ópera? Rápido, ligero, Rossini respondió: “Creí haber dado una razón poderosa: La pereza”.

Tiempos difíciles (1831/1836)
Olimpia Pélissier
Rossini volvió a Italia, en 1831, donde tuvo problemas de salud (padecía una crisis nerviosa severa). Antes de dirigirse a su país y a través de su amistad con el banquero de origen español, Alejandro Aguado, aceptó la invitación de los Reyes de España, y acudió a Madrid, donde se le recibió calurosamente. Dirigió “El Barbero de Sevilla”, en presencia de Fernando VII y aceptó escribir un Stabat Mater, a petición del canónigo, Manuel Fernández Varela. Después se dirigió a Bolonia, donde tuvo nuevos problemas de salud.

Regreso, enfermo, a Paris, en 1832, siendo atendido por Olimpia Pélissier (la Colbran estaba en Bolonia). La sífilis (contraída en su primera estancia es Paris), se manifestó en el compositor. Estaba mal de salud física y mental con, uretritis y gonorrea, que se habían convertido en crónicas, lo que le provocaba muchos dolores. Era la consecuencia de “muchas noches en los brazos de Venus”, como uno de sus amigos explicó. Su estado, obligaba a cateterismos frecuentes y a otros tratamientos rigurosos y debilitantes. No había antibióticos en aquellos días.

Gioachino Rossini
Consiguió reponerse y pasó largas temporadas entre París y Bolonia, visitando también Viena y Londres, para presenciar la ejecución de sus óperas, siempre ya acompañado por su fiel compañera Olympia, a la que había convertido en amante. Parecía difícil para él establecerse definitivamente en algún lugar, tal vez debido a los desórdenes político-militares que ocurrían en Europa y que intranquilizaban a todos.

Olimpia Pélissier
Olympe Pélissier
Olympe Pélissier (1799/1878), nació en París en el seno de una familia muy pobre. Fue una figura notable en la sociedad de su tiempo, admirada por muchos. Se introdujo, de muy joven, en ese ambiente. Tuvo por amante al pintor Horace Vernet (para el que posó desnuda como Judith) y, asimismo, mantuvo relaciones con los escritores, Eugenio Sue y Honoré de Balzac. Cuando ella abandonó a Balzac, lo dejó lleno de resentimiento. Pocos años después, la definiría como "una mala cortesana". Comenzó su relación con Sue en 1831. Pélissier lo traicionó y su unión resultó un cúmulo de frecuentes peleas y fuertes pasiones. El amor entre los dos terminó, cuando conoció a Gioacchino Rossini en 1832.

Olympe Pélissier
Cortejada también por Vincenzo Bellini, la cortesana comprendió que, por la diferencia de edad, era un amor imposible. Rossini resultó el compañero perfecto. Olimpia, comenzó pronto a cocinar para Rossini y a manejar sus asuntos de negocios. La pareja vivió en Paris y luego fueron a Bolonia, donde conoció a la primera esposa de Rossini, Isabella Colbran. Curiosamente, las dos mujeres se llevaron bien, pero su relación no duró mucho. En 1845, murió Isabella y once meses después (16 de agosto de 1846), Olimpia y Rossini se casaron en la capilla de la villa del Marqués de Banzi, donde estaban pasando el verano (Hoy es la sede de la Escuela de San José). Olimpia, de carácter afectuoso y servicial, cuidó de Rossini admirablemente. Cuando Rossini murió, ella, que nunca lo abandonó durante su agonía, aceptó que sus restos fueron trasladados a la iglesia de la Santa Croce en Florencia.

Años terribles (1837/1854)
Después de haber conseguido, en 1836, el reconocimiento de una pensión vitalicia, otorgada a Rossini por el Gobierno Francés, el músico decidió regresar a Italia, a su residencia de Bolonia, donde se ubicó hasta 1848. Su madre había muerto en 1827, y estaba ansioso por estar con su padre. Este largo periodo, que termina en 1855 (definitivo retorno a Francia), cuenta como los años más críticos de su presencia en este mundo. Son muchos los factores que se combinaron. Vamos a intentar resumirlos:

A. Empezó con un crispado ambiente político en Francia
B. Se le destituye de todos sus cargos públicos franceses (1830)
C. El músico ejerció una larga querella contra el Estado francés
D. Consigue una pensión vitalicia en compensación (1836)
E. Sus óperas, perdieron estimación
F. Se produjo la ruptura matrimonial con Isabella Colbran (1837)
G. Aumentaron sus dolencias físicas y mentales
H. El Cisne, empeoró, gravemente
I. La existencia de Rossini se convirtió en un infierno
J. Los tratamientos curativos eran insoportables
K. Rossini vivió en estados depresivos, con graves crisis nerviosas
L. Padeció neurastenia (trastorno psicosomático).
M. Se temió, seriamente, por la salud mental del músico

Separación (1837)
Isabella Colbran

Poco tiempo después del estreno de “Guillermo Tell (1829)”, Isabella Colbran, ya retirada de los escenarios, regresó a Bolonia desde Paris (6 de setiembre de 1829), acompañada de Rossini, para luego regresar él solo a Francia. La razón de este abandono, parece haber sido la dependencia a los naipes adquirida por la diva. Según manifestó el compositor, en la ciudad luz "Se dio al juego y al gasto imprudente. Sus ingresos no eran suficientes y las deudas contraídas fueron muchas”. Rossini se quedó unos días en Bolonia, bajo los cuidados de su anciano padre y regresó a Paris en 1830, dejando sola a su esposa. Era un hombre eminentemente práctico, y se dio cuenta de que la decadencia de su mujer, iba unida a un aumento de su afición a jugar a cartas.







Rossini
El juego suponía, cada vez, mayores pérdidas, por lo que Rossini, finalmente, confinó a su esposa en Castenaso, y controló rigurosamente sus gastos, para evitar que volviera a las andas con el naipe. La infeliz Colbran se vio así reducida a una vida de estrecheces y soledades. Esta situación se prolongó hasta que, en noviembre de 1837, acordaron separarse legalmente. Siempre se trataron con respeto y amistad y, según los biógrafos, siete semanas antes de la muerte, Rossini fue con Olimpia a Castenaso y tuvieron una larga conversación entre Isabella y Rossini. La que había sido extraordinaria cantante, murió en su villa, en el año 1844. Un año después, Olympe Pélissier, pasó a ser la segunda esposa legal del compositor. Los dos llevaban conviviendo juntos, trece años.

Bolonia (1837/1848)
Rossini y Olympe, se instalaron en Bolonia, después de su regreso de Francia. El músico, se iba convirtiendo en un depresivo con manías obsesivas. Se incrementó la virulencia de la sífilis, la cual hizo que la existencia de Rossini, fuera un verdadero tormento. Los dolores eran, cada vez más insoportables. Los tratamientos, dolorosísimos. Como consecuencia, Rossini padeció graves crisis nerviosas y depresivas, que se incrementaron por su carácter hipocondríaco, agudizando su nerviosismo e insomnio, hasta el punto de convertirse en un neurasténico. Llegó a temerse, muy seriamente, por su salud mental.
En 1839 murió su padre que le afectó muchísimo, ocasionándole un fuerte estado depresivo. Siguió enfermo largo tiempo, con estos mismos síntomas. En 1840 fue nombrado miembro de honor del Liceo de Bolonia, del que asumió, más tarde, la dirección sin emolumentos. Terminó su “Stabat Mater”, que se ejecutó, primero en Paris, en 1842 y, más tarde, en el mismo año, en Bolonia (dirigido por Donizetti). El éxito de la obra pudo compararse con sus logros en la ópera. Rossini, realizó en la ciudad de Bolonia, un gran número de obras benéficas e iniciativas musicales. Combatió su difícil situación con su gusto por la Gastronomía. Persona conservadora, que deseaba vivir tranquilo, los acontecimientos revolucionarios ocurridos en la ciudad, en 1848, por los que un grupo de ciudadanos, poco amigos del compositor, le reprocharon ser amigo de los austriacos, le disgustaron tanto, que tomó la decisión de abandonar la ciudad. Los Rossini, se mudaron a Florencia.

Florencia (1849/1855)
Batalla de Novara
Revolución italiana de 1848
De aquellos días, Rossini, desarrolló una fobia a Bolonia, al recordar "los tiempos de barbarie y asesinatos". Estos años horribles, en medio de depresiones, le incapacitaron para actos tan simples como asearse y vestirse. No obstante, procuraba mantenerse ocupado, con una de sus mayores aficiones: la gastronomía. Afortunadamente, nunca acabó de abandonarle su carácter vitalista, con el que sabía sacarle sustancia a la vida.

El martirio pudo, al fin, terminar. En 1855, llegaron noticias de Paris, de que existía un novedoso tratamiento contra la sífilis. Olympia, no dudó un momento en llevar a su esposo a Francia, el 25 de abril del año citado, acompañados de dos fieles sirvientes, que no les abandonaron nunca.

Se le sometió al nuevo método curativo. La aplicación resultó muy exitosa. Y desapareció la sífilis. Mejoró tanto su salud, que se acrecentaron sus ganas de componer. Recuperó su habitual porte, su mordacidad y su sentido del humor.

Nueva residencia (1856/1868)
Calle de Chaussée d'Antin
Después de la curación, comienza una etapa de felicidad, sustentada en la paz, el sosiego, la tranquilidad y la seguridad de ser estimado por el pueblo parisino, todo ello unido al maternal amor de su esposa. Se decidió a ubicarse definitivamente en Paris, ya que, sus padres habían muerto y su nueva esposa, menos exigente que la anterior, era francesa. Él no tenía problemas ya que se había convertido en un hombre rico cuya jubilación estaba asegurada.

Dibujo con autógrafo
Rossini dio paso a la dulzura de la vida. Se establecieron en un lujoso piso en el centro de la ciudad (Chaussée d’Antin), con tres ventanas a la calle Chaussée y otras tantas al Boulevard des Italiens, e hicieron construir una villa en Passy, en la campiña francesa, terminada en la primavera de 1859. El carácter divertido y jovial del compositor, volvió a hacer su aparición, después de los años horribles ya pasados. Comenzaron a organizar soirée, en las que brilló Rossini, como anfitrión, cocinero, tertuliano e intérprete pianístico, convirtiendo su casa en un centro artístico de primer orden.

Alejandro Dumas, padre
Son las famosas cenas de los sábados a las que asistía lo más destacado de la sociedad de entonces. Quién no acudía a ellas, no era nadie. Por la casa pasaron personalidades de todo tipo: pianistas, como Liszt, Anton Rubinstein, o Sigismundo Talbert; cantantes, como Emilia Frezzolini, Italo Gardoni, Mario de Candia, o Gilbert Louis Duprez; chelistas, como Carlo Casella o Gaetano Braga; escritores, como Alexandre Dumas padre; pintores, como Gustavo Doré o Eugène Delacroix; escultores, como Giovanni Dupré; bailarinas, como la Tagioni; músicos, como Gounod, Meyerbeer, Auber, Saint-Saëns, Weber, Verdio o Boito; aristócratas, como Poniatowski (príncipe ruso), El Barón Rothschild, o el Barón Haussmann (arquitecto del nuevo Paris); gastrónomos, como Brillat Savarin; además de Ricordi (su editor) y Carafa

Allí se interpretaron las últimas composiciones del maestro. Eran piezas breves, denominadas con el título genérico de “Pecados de vejez”. En 1863, terminó su última gran obra: “Pequeña misa solemne”, para dos pianos, armonio y cuatro solistas vocales, acompañados de un coro de ocho voces. Incluye, curiosamente, una carta de Rossini a Dios, en la que se excusa por el carácter operístico de su música. En sus ágapes sabatinos, Rosini fue capaz de mezclar cultura con gastronomía, al más alto nivel. Los periódicos de la época, relataban las reuniones con mucho detalle

Último Adiós (1868)
Caricatura Wagner
Durante su vida, Rossini recibió las condecoraciones más importantes de Francia (gran oficial de la Legión de Honor, recibida el 7 de agosto de 1829) e Italia y un gran reconocimiento por parte de sus colegas de profesión. En marzo de 1860, se entrevistó con Richard Wagner, quien declaró que “de todos los compositores que había conocido en París, el único verdaderamente grande era Rossini, a quien veía muy serio y sencillo, pero mal comprendido por el público”. Rossini sobrevivió a muchos de sus sucesores en el “trono de la ópera italiana” (sobre todo a Vincenzo Bellini y Gaetano Donizetti), conoció los éxitos de Verdi y vio como crecían en número, los partidarios de Wagner.

Muerte de Rossini
En sus últimos años de existencia, la salud de Rossini, empezó a quebrantarse, al detectarle fístulas cancerígenas. Fue operado dos veces y en una de ellas, no soportó la intervención. Murió a los setenta y seis años, en su villa de Passy, a las once y cuarto de la noche, del viernes 13 de noviembre de 1868. La noticia de su muerte, se difundió con rapidez. El gobierno francés le dio un gran funeral, en la iglesia de La Trinidad, al que asistieron los mejores cantantes de la época. En el sepelio, se acumuló una ingente multitud para acompañarle en su última senda.

Tumba de Rossini
en Florencia
Se le enterró, de forma provisional, en el mausoleo familiar de conde Pepoli, en el cementerio parisino de Père Lachaise. El 22 de diciembre de 1869, sus restos fueron trasportados a una nueva tumba, con su nombre en letras doradas, en el que, ahora, está enterrada Olympe. En su testamento, dejó todos sus bienes a su esposa Olympe, hasta que ella muriese (1878), en cuyo momento pasarían a la ciudad de Pesaro. En 1887, el cuerpo del compositor, se trasladó a la Iglesia de la Santa Croce florentina, donde reposa actualmente, junto a otros grandes hombres italianos, Galileo, Miguel Ángel, Cherubini o Alfieri.

PERSONALIDAD
Gioachino Rossini, además de ser un gran compositor de óperas, agregó su nombre a la historia por su mordaz sentido del humor y unas grandes ganas de sacarle gusto a la vida, gozándola lo más posible con todos los sentidos, pues tenía como fin supremo de la existencia, el placer, ya fuera en comida, bebida, amor, diversión o deleite. Es una manera positivista, hasta el extremo, de concebir nuestro pase por este mundo. Tratemos en lo que podamos de perfilar un poco más su caracterología.

Aspecto
Un joven Rossini
Rossini, era un hombre robusto. De su primera estancia en Paris (1827), existe la siguiente descripción de su apariencia: “Su rostro mostraba una expresión noble y agradable. Su mirada sutil, penetrante y rápida. Su sonrisa, incisiva, amable, benevolente y cáustica, al mismo tiempo. La línea clara de su nariz aguileña, la frente amplia y prominente, su cabello prematuramente en retroceso, el óvalo de su rostro, incluso encerrado en negras patillas, todo formaba una especie de belleza viril y fascinante. Tenía unas manos hermosas y las mostraba, coquetamente, a través de su brazalete. Se vestía de una manera sencilla, más adecuada que elegante. Si los mayores lo apodaron "el señor Crescendo", los jóvenes, demostraban por él una gran admiración”. París era, entonces, el centro del mundo y Rossini lo sabía.

Carácter
Manuscrito de Rossini
En 1992, la Fundación Rossini de Pesaro, publicó el epistolario completo del compositor. A través del análisis de esas cartas, los expertos pudieron destacar en el músico ciertas particularidades de carácter y de otros aspectos relacionados, las cuales intento resumir aquí, sumándolas a otras peculiaridades recogidas de distintas fuentes (indico en negrita las del análisis epistolar):

1. Sensual, amante de la vida y propenso a fuertes depresiones
2. En su grave enfermedad nerviosa, se percibe la locura
3. Era un hipocondríaco, con un miedo patológico a la muerte
4. Con problemas para comer y dormir
5. Padecía del oído, por sus afecciones nerviosas
6. En la correspondencia de Rossini, no aparece ninguna carta de amor
7. En el epistolario, no hay la más mínima emoción personal
8. Las cartas a sus padres, son frías a pesar de que los adoraba
9. Las cartas dirigidas a Olimpia, destacan por su elegancia
10.Hay en ellas muchas noticias sobe sus manías de vejez
11. Poseía una personalidad extrovertida
12. De talante alegre y confiado
13. Estaba orgulloso de sí mismo
14. Era ingenioso y cáustico
15.Tenía grandes apetitos gastronómicos y sexuales.
16. Disfrutaba de la vida, aprovechándola al máximo.

Reloj con la figura de Rossini
Cuando componía, Rossini reflejaba en su chispeante música, su forma de ser. Pero su estado emocional se resentía ante cualquier dificultad y le costaba reponerse. Era habitual en él, sufrir cambios repentinos de humor: pasaba rápido de la alegría y la euforia a la tristeza y la depresión. No le gustaban las críticas, las recibía con mucho enfado e influían después en su forma de actuar.

Partitura autógrafa
A los treinta años, ya casado, empezó a demostrar inestabilidad en el carácter. El fallecimiento de su madre, lo llevó, casi, a la desesperación. En los años horribles de su enfermedad sifilítica, padeció periodos alternos de gran depresión por diversos motivos (muerte de su padre, tratamientos dolorosos, dolencias propias de la enfermedad), que intentaba superar gracias a los amorosos cuidados de Olympia y dedicándose a su afición favorita (la gastronomía). En su última etapa parisina, todos afirman que Rossini era un hombre perezoso, amante de las mujeres, y un muy buen cocinero. En sus famosas cenas de los sábados, se divertía bromeando y jugando una mala pasada a sus amigos. Era un gran humorista, y sus agudezas son legión.

Relaciones Mundanas
El Rossini maduro
Una vez curado, con un tratamiento novedoso contra la sífilis, se estableció en Paris y se produjo en Rossini una mayor estabilidad de carácter. Restituyó su proverbial alegría, la buena acogida que le hicieron los franceses. Esto le dio seguridad y confianza en sí mismo, volviéndose más tolerante. Pasó de ser un hombre prudente, a permitirse brillar en sociedad, con unas pocas expresiones y ocurrencias inteligentes. Tuvo habilidad para granjearse el respeto de los artistas e intelectuales de la época. Rossini, en la última etapa francesa, se convirtió, aún más, en un gran personaje, viviendo los momentos más felices de su vida, en el último periodo de su existencia.

Pensamiento
Un Rossini
casi desconocido
El músico de Pésaro, fue un conservador impenitente. Desaprobaba los cambios, aunque, a excepción de uno: la liberación de Italia frente a la ocupación extranjera. Amaba lo que tenía y se sentía satisfecho con su calidad de vida. Nunca anheló cambiar. Ni siquiera en lo referente a los empresarios. Aceptó a Domenico Barbaja, y con él se quedó siete años. Sólo rompieron su relación cuando Rossini decidió casarse con la Colbran, que había sido amante de Barbaja, durante mucho tiempo.

Fotografía
Las innovaciones técnicas que fueron apareciendo en Italia y en el mundo, siempre las aborreció. Puede citarse el caso del ferrocarril. Nunca quiso subirse a un tren: él amaba las carrozas y no quería cambiarlas. Hasta tomó una cuando emigró a Francia por última vez. Se fue con Olympia, prefiriendo realizar un viaje de varios días, en pequeñas etapas, antes de recurrir al ferrocarril. En su mansión de Passy, en Francia, nunca quiso cambiar el tipo de iluminación de la casa para adoptar otro más moderno, acorde con el avance tecnológico de aquel tiempo. Siempre rechazó todos los sistemas que incluían un cambio novedoso, aunque fuera mejor. Rossini aborrecía el modernismo. Era un burgués en el mejor sentido de esta palabra.

Ideas Políticas

Curiosa fotografía
de Verdi y Rossini
Fue muy criticado y censurado, por ser apolítico. Se le consideraba el típico artista de la restauración, una época clasificada como reaccionaria, pues trataba de volver al antiguo statu quo, de la era napoleónica. Los claros mensajes en sus óperas contra la opresión, como los que aparecen en “Moisés en Egipto o “Guillermo Tell”, son, más bien, excepciones, dentro de la obra del compositor. Las ideas patrióticas y antiautoritarias, solo existen de forma latente. Más que una convicción del músico pesares, es una de las tradiciones dominantes en el teatro, en aquellos momentos. Sin embargo, a la vista del aria heroica de Isabella (pensa alla patria), de “L’italiana in Algeri”, se comprende que estaba por la unificación del Estado Italiano y ahí sí que tenía ideas muy arraigadas.

En la mesa
Gustó, desde siempre, de la buena mesa: se dice que podía comer veinte filetes en un día. La disfrutó, principalmente, en sus años parisinos: este último periodo de su vida, fue cuando más se acentuó su amor y gusto por la gastronomía. Disfrutó todos los placeres mundanos, desde comida, bebida y tabaco, hasta mujeres (con un éxito nada despreciable entre ellas). Su vida estaba llena de trufas, aceitunas, foie gras, mantequilla, carne, pasta, macarrones, huevos, carne estofada, manitas de cerdo y riñones y, también, de quesos y salchichones, que le volvían loco.

Tournedó Rossini
Su despensa estaba llena de esos manjares y, asimismo, panetones, y jamón español. En vinos no se andaba a la zaga: cavas, vino de Burdeos, vino blanco, Madeira y Oporto. Le encantaba el pavo relleno con trufas. Las biografías de Rossini, abundan en hechos reales y leyendas, la mitad de las cuales, son gastronómicas. Tenía un paladar exquisito, que se le desarrolló desde muy chico. Solía decir que “nadie podía cocinar el arroz y los macarrones mejor que él”. Es fama que, de niño, hacía de monaguillo para beber el vino de consagrar.

Rossini y Meyerbeer
Ahí va una anécdota de su ironía culinaria. Una vez, un compositor le envió el manuscrito de su última composición, acompañado de un queso Stilton, al que sabía que Rossini era muy aficionado. Esperaba una carta comentando su trabajo. La carta llegó, pero lo único que ponía era: "Gracias, me gusta mucho este queso". Con mucha sorna, indicaba: “que él nunca podría estar de acuerdo con Meyerbeer, porque le gustaba el chucrut más que los macarrones”.

Pereza
Uno de los rasgos más conocidos de la personalidad de Rossini, fue su holgazanería. Se cuentan innumerables historias sobre el particular. Sin embargo, yo siempre razono con lo mismo: esta faceta no se demuestra en su profesión, por lo mucho que compuso y en poco tiempo. Sí parece que ya, desde chico, era un haragán para todas las cosas que no le interesaban. Escribir música, sí le gustaba. Son famosos sus incumplimientos con los empresarios. Parece que su ópera más famosa (Il Barbiere di Siviglia), la compuso en un tiempo record, porque, como de costumbre, se le pasó la fecha de entrega.

Trabajaba en su dormitorio, en bata. Un amigo, le dijo que era curioso que hubiera compuesto “El barbero”, sin afeitarse. Rossini, respondió rápidamente, “que si se hubiese afeitado, habría tenido que salir de casa, y, por lo tanto, nunca se habría completado la ópera”. Era muy perezoso para trabajar. Rossini, explicaba así como se enfrentaba a las Oberturas para sus óperas: “Espero hasta la noche anterior al estreno. No preparo nada, salvo la presencia de un copista para cuando termino”. Y el compositor de Pesaro, nos sigue diciendo: “Escribí la obertura de la Gazza Ladra, el día antes del estreno, en el techo del Teatro alla Scala, donde había sido encarcelado por el director, y custodiado por cuatro tramoyistas”. Sigue Rossini, demostrando su pereza: “Para el Barbiere, me fue mejor: ni siquiera tuve necesidad de componer una obertura, la saque de “Elisabetta” y al parecer, el público quedó muy contento”.

Espíritu burlón
El compositor, dotado de un humor socarrón, dice, en una de sus cartas: "Después de hacer nada, no conozco ocupación más agradable que comer, comer bien, quiero decir. El apetito es para el estómago, lo que el amor es para el corazón. El estómago es el director del coro, que dirige y opera una gran orquesta de pasiones. Un estómago vacío, es el fagot o la flauta, en la que el descontento se queja o grita la envidia. Por el contrario, el estómago lleno, es el triángulo del placer o de los címbalos de júbilo. En cuanto al amor, yo considero esto, como la diva que canta en la Cavatina cerebro, que intoxica el oído y secuestra el corazón. Comer y amar, cantar y digerir: éstos son los cuatro actos de esta ópera bufa que llamamos vida, y desaparece como la espuma de una botella de champán. Quién la dejó escapar sin haberlo disfrutado, es un loco".


Hasta donde llegaba su festiva forma de ser, que, se dice, componía melodías de cumpleaños para su perro. De su ironía, dan cuenta estas palabras, que se le atribuyen: "Dame una lista de lavandería y le pondré música". Cuando se le criticaba por su estilo de vida, respondía que “no se debe esperar mucho más de un hombre nacido en un día bisiesto”.



Relación de Óperas
Para aquellos que tengan curiosidad, he confeccionado un cuadro en el que se reflejan todas las Óperas del compositor, con los datos del año de estreno, lugar, género, número de orden cronológico y la vocalidad de los protagonistas.


ÓPERAS DE ROSSINI CLASICADAS POR SU ESTRENO EN LOS TEATROS
NOMBRE DE LA ÓPERA
Clase
Estreno
Lugar
Estreno
TEATRO
Protagonista
Mascul.
Mujer
3
L’equivoco Strava.
SS
1811
BOLONIA
Corso
C
CS
5
Ciro in Babilonia
SE
1812
FERRARA
Comunale
CM

25
Adina
SS
1826
LISBOA
San Carlos
C
SS
7
La pietra del paragone
CO
1812
MILAN
Alla Scala
C
CS
13
Il turco in Italia
CO
1814
MILAN
Alla Scala
C
SC
12
Aureliano in Palmira
SE
1813
MILAN
Alla Scala
CM

30
Bianca e Falliero
SE
1819
MILAN
Alla Scala
CM
SS
21
La gazza ladra
SS
1817
MILAN
Alla Scala
C
SS
18
La Gazzetta
CO
1816
NAPOLES
Fiorentini
C
SC
19
Otello
SE
1816
NAPOLES
Fondo
BT
SCO
15
Elisabetta R. d’Ingh.
SE
1815
NAPOLES
San Carlo
C
SCO
22
Armida
SE
1817
NAPOLES
San Carlo
C
SCO
24
Mosè in Egitto
SE
1818
NAPOLES
San Carlo
N
SCO
26
Ricciardo e Zoraide
SE
1818
NAPOLES
San Carlo
C
SCO
27
Ermione
SE
1819
NAPOLES
San Carlo
C
SCO
29
La donna del lago
SE
1819
NAPOLES
San Carlo
BT
SCO
31
Maometto secondo
SE
1820
NAPOLES
San Carlo
N
SCO
33
Zelmira
SE
1822
NAPOLES
San Carlo
C
SCO
35
Il viaggio a Reims
CO
1825
PARIS
Italiens
C
SC
38
Le comte Ory
CO
1828
PARIS
Ac. R. M.
C
SC
41
Robert Bruce
PT
1846
PARIS
Ac. R. M.
N
SS
36
Le siège de Corinthe
SE
1826
PARIS
Ac. R. M.
BT
SS
37
Moïse et Pharaon
SE
1827
PARIS
Ac. R. M..
BT
SS
39
Guillaume Tell
SE
1829
PARIS
Ac. R. M..
BT
SS
40
Ivanhoè
PT
1826
PARIS
L’Odeon
C
SS
32
Matilde di Shabran
SS
1821
ROMA
Apollo
CM
SC
17
Il Barbiere di Siviglia
CO
1816
ROMA
Argentina
BC y C
MC
23
Adelaide di Borgogna
SE
1817
ROMA
Argentina
C
SS
20
La Cenerentola
CO
1817
ROMA
Valle
C
MC
1
Demetrio e Polibio
SE
1812
ROMA
Valle
C y N

16
Torvaldo e Dorliska
SS
1815
ROMA
Valle
BT
SS
10
Tancredi
SE
1813
VENECIA
Fenice
CM
SS
14
Sigismundo
SE
1814
VENECIA
Fenice
CM

34
Semiramide
SE
1823
VENECIA
Fenice
CM
SCO
11
L’italiana in Algeri
CO
1813
VENECIA
Benedetto
C
CC
28
Edoardo e Cristina
SE
1819
VENECIA
Benedetto
C
SS
2
La Cambiale. di matrimonio
CO
1810
VENECIA
San Moisè
C
SC
8
L’occasione fa il ladro
CO
1812
VENECIA
San Moisè
C
SC
6
La Scala di seta
CO
1812
VENECIA
San Moisè
C
SC
9
Il Signor Bruschino
CO
1813
VENECIA
San Moisè
C
SC
4
L’inganno felice
SS
1812
VENECIA
San Moisè
C
SS

Las claves para interpretar la tabla se encuentran en el cuadro que sigue:

LEYENDA
CLAVES
Clase
Óperas
Cómicas
CO
Serias
SE
Semi-Serias
SS
Pastiches
PT
LEYENDA
Protagonista
Sopranos
Seria
SS
Cómica
SC
Colbran
SCO
Mezzosopranos
Seria
MS
Cómica
MC
Contraltos
Seria
CS
Cómica
CC
Músico
CM
Tenores
Baritenor
BT
Contraltino
C
Barítono Cantante
BC
Bajo
Noble
N
Bufo
B

Gioachino Rossini, compuso cuarenta y una óperas, para las que creó, doscientos nueve personajes, a los que dio, en mayor número, una vocalización de Bajos Nobles (40) y Tenores Contraltinos (38). El estreno de sus cuarenta y una óperas, se llevó a cabo en Nápoles y Venecia, (ambas con 10 óperas), Paris (7), Roma (6), Milán (5) y Bolonia, Ferrrara y Lisboa (con una ópera c/u).

Final
Gioachino Rossini, compositor e italiano, tiene muchos méritos musicales. Supo hacer brillar a la orquesta, con vivos colores, basados en el ritmo. Sus famosos "crescendi rossinianos”, impactaron al público de aquella época y todavía hoy, nos siguen sorprendiendo. Ajustó el Belcanto a los sentimientos. Y también tiene valores culinarios, pues era un especialista gastronómico que nos legó platos universales. Pero para mí, en vez de todos esos merecimientos, que están muy bien, utilizo a Rossini (que él me perdone), como terapia, si, como Terapia Musical. Cada vez que anímicamente tengo un mal día, enciendo mi reproductor, elijo una de sus óperas cómicas, y consigo relajarme. Al rato estoy mucho mejor. Soy otro. En definitiva, sus óperas me dan “alegría de vivir”.

Bibliografía: “Más allá de Il Barbiere” de Antonio Domínguez Luque, “Rossini” de Fernando Fraga, “Rossini” de Roger Alier, “Vida de Rossini” de Stendhal, Otras publicaciones varias y Diversas páginas de Internet

Voy a desarrollar algunos temas monográficos, que han ido saliendo, cuando hacía el Menudeo de Rossini. Éste, se refiere a la segunda faceta importante de su vida: la gastronómica. Comencemos con unas palabras de Alessandro Falassi, antropólogo cultural y miembro de la Accademia della Cucina Italiana: “Si no hubiera sido un famoso compositor, a Rossini, la historia, sin duda, lo habría clasificado como uno de los más grandes gastrónomos del siglo XIX. Para él, el Cisne de Pesaro, fue el mayor ejemplo de un hombre "que podía haberse convertido en un célebre gourmet, si su genio musical, no hubiera eclipsado su talento gastronómico".

Antecedentes
Caricatura Rossini
Las biografías de Rossini, abundan en hechos reales y leyendas, la mitad de las cuales, son gastronómicas. El célebre autor, era una persona de buen carácter que gozó de los placeres de la buena mesa y del amor, pues tenía un hedonismo muy marcado. El gusto culinario despertó muy pronto en él. Dícese que, de niño, le encantaba hacer de monaguillo, en la iglesia de su pueblo natal de Pesaro. La razón era que le gustaba mucho el sabor del vino para consagrar. Desde pequeño, muestra aptitudes musicales pero era poco amante del trabajo. Cómo castigo por su pereza, le pusieron a trabajar en una herrería. Y no pudiendo resistir el ruido, se aplicó más en los estudios. Quizás su capacidad de buen gourmet, se debería en parte a su nacimiento en la región de Le Marche, una zona en la que se da una excelente y variada producción de comidas.

Fachada Teatro La Fenice
Venecia
Su carrera fue meteórica: hizo su debut con dieciocho años y se consagró con veintiuno. El Teatro Corso de Bolonia, Ferrara, el Teatro de la Scala de Milán, La Fenice, San Carlo,... Todos los centros famosos le pedían que escribiera óperas. Así, aclamado por muchos, visitó Viena y Londres, donde ganó una fortuna. En Viena se entrevistó con Beethoven, quien le aconsejó “que escribiera más Barberos”.

Isabella Colbran
primera esposa Rossini
Anécdota simpática e interesante es una, referida al estreno de ‘El Barbero de Sevilla,’ en la Roma de 1816. La primera representación fue un grandísimo fiasco, pero, al día siguiente, fue un rotundo éxito y desde aquel día, no ha parado. Rossini, que tenía, entonces, veinticuatro años, escribió a Isabel Colbran (la que sería su segunda esposa), sobre el triunfo, pero, además, decía: “Pero lo que me ha interesado, más allá de la música, mi querida Isabel, ha sido el descubrimiento que he hecho de una nueva ensalada, de la cual te estoy enviando la receta tan pronto como pueda”.

Cocina y Óperas rossinianas
Dentro de sus óperas, hay referencias culinarias. Su primer biógrafo, Stendhal, que no goza de mucha credibilidad, cuenta que el aria “Di tanti palpiti (De tantas angustias)” del “Tancredi”, fue la más popular de Europa en su tiempo, y se la conocía, comúnmente, como, el "aria del arroz", pues, era fama, que Rossini la compuso en Venecia, mientras terminaban de cocinarle un risotto.

Otra aria, la famosa “Nacqui all’affanno e al pianto (Nací para sufrir y llorar)” de “La Cenerentola (La Cenicienta)”, se le ocurrió, en poco más de un cuarto de hora, en la esquina de una mesa de taberna, en Roma, rodeado de amigos, que estaban bebiendo y divirtiéndose.

Don Magnifico y sus "hijitas"
Es el caso, otra vez, de “La Cenerentola”, al comienzo del acto II, donde, Don Magnifico canta una de sus arias. Está ilusionado porque cree va a casar a alguna de sus dos hijas “oficiales”, con el príncipe (a la pobre Cenicienta, no la reconoce como hija). Él imagina, cuando sea padre de princesa, que una multitud de gente, va a venir, solicitando favores. Los atenderán en lo que pueda, pero, a cambio, espera recibir, toda suerte de dones. El texto, traducido del italiano, dice así:
“…. En todas partes, estaré atestado y rodeado, de memorias y peticiones, de gallinas y esturiones, de botellas, de brocados, de candelas y escabeches, de pastas y pastelitos, de caramelos y confites, de piastras y doblones, de vainilla y de café….”.

Existen otras ópera que también hacen referencia a la cocina: “L’italiana in Algeri”, “La cambiale di matrimonio”, “Il viaggio a Reims”, “Ciro in Babilonia”, y, en algunos, de sus “pecados de vejez”, dedicados a los rábanos, los pepinillos, las anchoas, la mantequilla, los higos, las uvas pasas, las almendras y las avellanas.

Años difíciles
El mito o la realidad de su pereza, sigue latente en nuestros días. Tras el estreno de “Guillermo Tell- 1829”, tuvo, como ya sabemos, una retirada voluntaria. No compuso óperas pero siguió haciendo música. Vivió entre Bolonia, Florencia, Paris y la campiña francesa. Antes de instalarse definitivamente en Francia (ocurrió en 1855), hubieron de pasar casi veinticinco años (1830/1854), que fueron los más difíciles de toda su existencia. Una serie de circunstancias se confabularon negativamente.

Entre ellas, la más importante, fue la enfermedad sifilítica que padecía. Era un verdadero tormento, no sólo por la propia dolencia, ya que los tratamientos a los que estaba sometido le provocaban muchos suplicios. Constituyó un verdadero calvario, superar estos cinco lustros, que llegaron a afectarle, mentalmente. Remontada, con éxito, la sífilis, mediante un tratamiento revolucionario para la época,  comienzó la etapa final de su vida (1855/1868), la francesa, la de la paz, la tranquilidad y el disfrute. El matrimonio Rossini, se estableció en un lujoso piso del casco urbano (Chaussée d’Antin) y, construyeron una villa en Passy, a las afueras de la ciudad.   

Etapa parisina
Villa Rossini en Passy
Asentados magníficamente él y su esposa, Rossini se dedicó a cultivar relaciones sociales, a través de las famosas cenas gastronómico-musicales, de los sábados, en sus dos residencias. Los biógrafos, hablan de su amistad con Antonin Carême, el genio de la cocina del siglo XIX, que habló de Rossini como: "el único que realmente me ha entendido". Durante muchos años, los dos hombres intercambiaron muestras de respeto culinario y artístico.

Marie Antoine Careme
A Rossini, le ofrecieron trasladarse a América. Se lo dijo a Carême, en estos términos: "Me gustaría ir a Estados Unidos, Maestro, pero sólo si tú me acompañas". Este gran cocinero, envió a Bolonia, donde residía Rossini, en ese momento, un juego de paté y él le respondió con un aria.

Gustos culinarios
Parece que, si exceptuamos los años juveniles, en los que la mayoría de los italianos, comían y bebían copiosamente, puede decirse que Rossini, era, más bien, contenido y meticuloso en sus gustos. Se tomaba la molestia de conseguir buenos vinos de todo el mundo, incluyendo los de países tan lejanos como Perú. En sus años de madurez se mostraba más que orgulloso de su cava. Le encantaban ciertos productos boloñeses. Nada lo hacía tan feliz como los quesos, salchichones y jamones, que sus amistades le enviaban a París, de vez en cuando.

Valoraba estos regalos más, que todas las condecoraciones y homenajes que había recibido. Le interesaban, en especial, ciertas recetas, y su, debilidad por el paté de foie-gras, era notoria. Se apunta, que, asimismo, le gustaba el paté de pollo con cangrejos a la mantequilla y le encantaba, la carne de filete de buey adobada, con trufa y foie-gras.

En términos generales, los alimentos muy condimentados, no eran de su agrado. Le interesaban los productos sencillos pero genuinos. Era un gastrónomo de gusto diverso. Apreciaba la cocina de autor, la italiana, la francesa, y la internacional. De cada una de ellas, eligió lo que más se ajustaba a su gusto cosmopolita.

Recibía aceitunas de Ascoli, trufas italianas, panettone de Milán, stracchini de Lombardía, zampones de Módena, mortadela y “cappelli del prete” de Italia, jamón de Sevilla, quesos Stilton de Inglaterra, nougat de Marsella y sardinas reales. Su gusto vínico era igualmente amplio. Su cava contenía botellas de su propio viñedo de las Islas Canarias, de Burdeos, vino blanco de Johannesburgo que Metternich le enviaba a Málaga, botellas de Marsala, así como Madeira y Oporto que le remitía su gran admirador, el rey de Portugal. En París, Rossini nunca perdió la oportunidad de saborear el pavo relleno de trufas.

Las Trufas
Trufa Blanca
El nombre de Rossini, está asociado al foie gras y a las trufas. Tenían una gran debilidad por ambos productos. Por este motivo, la mayor parte de los platos que llevan su nombre, son generalmente a base de trufa y foie. Según Burton Anderson, autor del libro “Treasures of the Italian Table”, Rossini, prefirió siempre los Tartufi bianchi d’Alba o trufas blancas de su tierra natal, por encima de la trufa negra, más común en la gastronomía parisina decimonónica.

Barbero a doble jornal
Rossini, afirmaba haber llorado, sólo tres veces en su vida: la primera por el fiasco de “El Barbero”, la segunda, cuando escuchó a Niccolò Paganini tocar el violín, y finalmente, en un almuerzo, al caerse por la borda, un pavo relleno de trufas, cuando iba de excursión en un barco. Esta historieta, tiene doble versión. La Segunda Opción, afirma que sólo lloro dos veces: en la muerte de su padre, y por el pavo trufado (eso no varía). Aún hay otra interpretación: vuelven a ser tres veces, con la primera y la última que no varían. Se cambia a Paganini por el canto de Carafa.
 
Los Macarrones
Dicen que era un devorador de macarrones y sentía auténtica pasión por ellos. Solía comentar que, para que resultaran apetitosos, era necesario una buena pasta, excelente mantequilla, salsa de tomate y un buen parmesano. Y, por supuesto, una persona inteligente que supiera cocer, aderezar y servir. Pierre Lacam, pastelero del príncipe Carlos III de Mónaco, nos refiere la singular manera en que Rossini preparaba sus macarrones: una vez cocidos, les inyectaba foie gras con una jeringa y volvía a pasarlos por el fuego con mantequilla, queso parmesano y gruyere.

Macarrones dulces
Anteriormente, en Francia, solo se conocían los macarrones dulces de pasta de almendras, introducidos por los cocineros de Catalina de Medicis. Seguramente, se popularizaron los macarrones de pasta salada en Francia, gracias a Rossini. El compositor, no dudaba en dar detalladas indicaciones a los maîtres, sobre la manera en que prefería que se los preparasen. Cuando se instaló en Passy, cerca de París, los hizo muy populares. Parece ser, que se gastó una fortuna,  intentando montar una máquina de hacer macarrones.

Creaciones
Canelones Rossini
Le encantaba el arte culinario. Le causaba placer cocinar e inventar platos, con los que agasajaba a sus amistades. Se distinguió por tener muy buen gusto en su paladar y por ser un excelente cocinero. La tradición dice que, el Maestro, creó varias recetas: los “canelones Rossini” (rellenos de trufas y foie gras), el “tournedó Rossini (parte lateral del solomillo)” y un delicioso “Risotto de tuétano”. A él se debe, también, la popularidad de la cocina italiana en Europa.

Tournedó Rossini
Caricaturistas del siglo XIX, de París, presentaban, a menudo, a Rossini con los utensilios que usaba para preparar sus platos favoritos. Además de estos tres enumerados, intervino de manera directa o indirecta, en otras recetas, como: Faisán Suprême alla Rossini y Sopa de macarrones alla Rossini.

Existe un aliño de ensalada a la Rossini, cuya receta dictó así, el propio compositor: “Tomar aceite de Provenza, mostaza inglesa, vinagre francés, un poco de zumo de limón, pimienta y sal. Batirlo y mezclarlo todo. Echar después algunas trufas, cortadas cuidadosamente en trozos menudos. Las trufas dan a este condimento, una especie de nimbo capaz de sumergir a un gourmet en el éxtasis”.

Los Turnedós
Sobre los famosos tournedós a la Rossini, cuenta la historia que,  Adolfo Dugléré, chef principal del Café Anglais parisino, era gran amigo y admirador de Rossini. Él, a su vez, llamaba al chef, el “Mozart de la cocina”. Una noche en la que compositor fue a cenar, le propuso que saliera al comedor y delante de los comensales, improvisara un plato nuevo. El chef dijo que era una persona tímida y que no estaría a gusto. No trabajaría bien. Rossini le dijo –“Eh bien, faites-le tourné de l’autre coté, tournez-moi le dos (Pues bien, hágalo vuelto del otro lado, es decir de espaldas al público). Entre las ideas que Rossini aportó al plato, y la maestría del chef, nacieron los tournedós (tournez le dos), que han hecho figurar a Rossini, en el libro de honor de la gastronomía.

Solomillo para condimentar
El tournedó, se obtiene de la parte lateral del solomillo. Su forma es redonda, su grosor no supera los cuatro centímetros y pesa entre 100 y 125 gramos. Suele figurar en las cartas de muchos restaurantes bajo el nombre de medallón, del original francés. Los autores del "Dictionnaire historique de la langue francaise", dudan de que esta historia, sea el origen de la palabra tournedó. No obstante, así aparece registrada en los diccionarios. Incluso los lexicógrafos del "Oxford English Dictionary" la recogen, sin dudar de su procedencia.

Aprovechar la fama
Pavo relleno
No todo lo que lleva el apelativo de Rossini, fue invención del músico-gastrónomo. Varios de los grandes chefs del mundo han honrado al Maestro con creaciones como el Pollo a la Rossini, el Filete de lenguado a la Rossini, el Pavo relleno a la Rossini,  Huevos a la Rossini, Filete mignon a la Rossini, Arroz a la Rossini, Tallarines a la Rossini,….. Podemos encontrar además, innumerables preparaciones “a la Rossini”, como, huevos revueltos, pulardas, tortilla, supremas de ave, filetes de lenguado, pollo salteado. Muchas, tienen en común, la presencia de foie gras y trufas, por lo general salteadas. La cocina española goza también de un plato con el nombre del compositor: los canelones Rossini. El canelón, es una de las pastas más antiguas, se ignora quién la inventó; según gastrónomos italianos es fruto del ingenio popular.
Tarta de Manzana

También hay postres dedicados a Rossini: los Fígaro (finas galletitas). Con motivo del estreno, en la Ópera de París, del “Guillermo Tell”, se sirvió uno nuevo esa noche del 3 de agosto de 1829. Un pastelero de París, fue su creador. Se trataba de una tarta de manzana, decorada con una ballesta, y una flecha que atravesaba una manzana azucarada.

Importancia
El famoso libro de recetas, escrito por Escoffier, se ha convertido en la biblia culinaria de la cocina moderna. Contiene tantas recetas dedicadas a Rossini, que se puede cerrar un menú completo. Muchas de estas recetas han pasado a las altas esferas de la cocina francesa, y de ahí al mundo de la cocina internacional.

El espíritu de Rossini en el mundo de la gastronomía, sigue vivo. Pesaro, su ciudad natal, le honra cada verano con un excelente festival, en el que se representan sus óperas. Los mejores restaurantes (Lo Scudiero y Luigi), ofrecen platos rossinianos, ajustados a nuestro gusto contemporáneo.

Hoy, la cocina de Rossini, se encuentra en todos los rincones del mundo. En Salónica (Sopa de puré de verduras perfumadas con eneldo), en Barcelona (Canelones), en Nueva York (Turnedós con carne de corzo), en Los Ángeles (lenguado), en Singapur (Faisán Suprême), en Tokio (Tournedós y Risotto). El Maestro también ha dejado su impronta en la cocina rápida, con la pizza Rossini, con huevos y mayonesa.

Hotel Ritz
Rossini en el Ritz, son unas jornadas gastronómicas-musicales celebradas en el famoso hotel Ritz de Paris, en las que se recuerda al Cisne de Pesaro. Son un regalo, tanto para el paladar como para la visión. Se detallan a continuación los platos y vinos ofrecidos en el evento:
MENÚ
Hotel Ritz- Paris
Sopa de faisán, "Ombretta Sdegnosa (La pietra del paragone)”, con castañas y trufas
Rigatoni rellenos "Tanti affetti" (La donna del lago)
Scampi Tancredi
Sorbete de alla Grappa
Medallones de ternera "de Rossini en el Ritz"
Manzana al horno "Guillermo Tell"
LOS VINOS
Madeira Assumpçao
Bianco de Villa Antinori 1991
Grappa de Tignanello
Château Lynch Bages 1975
Crema di Marsala Mandorla

Momento Musical
Aunque nunca he puesto música en este blog, hoy, no sé por qué, me ha apetecido. De manera que está a vuestra disposición una grabación que he hecho en MP3, con oberturas de Rossini. He utilizado las siguientes:
1.   La gazza ladra (la urraca ladrona)
2.   Il Turco in Italia
3.   Il Signor Bruschino
4.   La Italiana in Algeri (la italiana en Argel)
5.   Semiramide
6.   La Cenerentola (la Cenicienta)
7.   Il Barbiere di Siviglia (El barbero de Sevilla)
8.   Guillermo Tell
El código de acceso a esta grabación, es el siguiente:
Oír_Audio_Rossini
¡Que os guste y la disfrutéis!

Final
Parece que hubiéramos estado hablando todo el rato de un importantísimo chef que se pasó la vida innovando. Tan grande era su afición y devoción por la cocina y la buena mesa. Quiero cerrar el tema con algunos sucedidos y frases, que se atribuyen al Compositor-Gastrónomo, apasionado del buen yantar y de la vida, en general, pues era absolutamente vitalista:

1.- Al lamentar, Rossini, en cierta ocasión no haber sido charcutero, varios amigos le señalaron que podía haberlo sido. "Me hubiera encantado, pero estuve mal dirigido", remató.

2.- Cierto día, una dama parisina, acaudalada y mezquina a un tiempo, invitó a comer a Rossini a su casa. La comida fue escasa y mediocre, no quedando satisfecho el compositor. En el momento de la despedida, la señora le agradeció haber aceptado la invitación con estas palabras: "Me encantaría que antes de que usted abandonase París comiera otra vez conmigo". "Con mucho gusto, ahora mismo", le replicó Rossini.

3.- Durante un brindis, se dice que, Rossini, hizo un elogio a la Malvasía, bebida con el postre, calificándola de "armonía angelical" y "genio brillante".

4.- Frase vitalista de Gioachino Rossini: “El apetito es la batuta que dirige la gran orquesta de nuestras pasiones”.

5.- Otra frase de Rossini, más vitalista aún: "Comer y amar, cantar y digerir: éstos son los cuatro actos de esta ópera bufa que llamamos vida, y que se desvanece como la espuma de una botella de champagne. Quién la dejó escapar, sin haberla disfrutado, es un loco ".

6.- Rossini, hablaba de “El Mozart de los hongos”, refiriéndose a la trufa blanca por su sabor intenso y su aroma glorioso.

Bibliografía: En La Mesa con Rossini” por Alessandro Falassi
                     “A tavola con Rossini” por Franco Ridolfi
                     “En cucina con Rossini” por Paolo Cecchini

Gioachino Rossini, es conocido por sus muchas óperas, pero su habilidad musical, no es el único mérito por el que se le recuerda. El compositor era, también, un gran personaje en el campo culinario, y sumó su nombre a la "fiesta de los sentidos", que es la comida y el vino. Rossini tenía un exquisito paladar. Su vida estaba llena de trufas, aceitunas, foie gras, mantequilla, carne, huevos, carne estofada, manitas de cerdo y riñones. Trató de sacar de los fogones, las mismas hermosas armonías que obtenía del piano o de la orquesta. Además de su pasión por la música y la gastronomía, también es recordado por su gran sentido del humor.

Caricatura Rossini
Para él, la mesa era una combinación de agricultura y artesanía. Recibía productos de Italia, España, Francia, Inglaterra…. Los regalos que más le gustaban, eran los alimentos artesanales, como mortadela, salchichas, longanizas,... Gracias a su personalidad, de múltiples facetas, música, gastronomía, humor, sensualidad y hedonismo, se unen en una danza frenética y juguetona. La historia nos ha trasmitido, una serie, interminable, de anécdotas, cartas, recetas y partituras.

París
Isabella Colbran
Después de una larga y anecdótica, estancia en Londres, donde amasó una fortuna, dando conciertos y dejándose admirar por la sociedad inglesa (ganó más allí en unos meses que en toda su carrera italiana), Gioachino Rossini, en el apogeo de su fama, llegó a París, la capital musical de Europa, con su primera esposa, Isabel Colbran, en 1824 y estuvo allí hasta 1829.

No habían visitado nunca Francia. El compositor fue nombrado director del Teatro de los Italianos y obtuvo cargos oficiales y honores. Le precedía, una reputación de genio. Se convirtió pronto en el árbitro artístico de la sociedad parisina. Firmó un contrato, por el que se comprometía a escribir diez óperas. Pero no tuvo la suficiente inspiración, y se limitó a realizar revisiones de obras suyas, ya estrenadas.

La historia de Guillermo Tell
El experto público francés, se dio cuenta, enseguida, de que se trataba de reutilizaciones, y exigió una ópera, realmente, nueva. Rossini, inició la composición de “Guillermo Tell”, debutada en 1829. Esta monumental ópera, le costó un gran esfuerzo, que, unido a periodos anteriores de estrenos ininterrumpidos, hicieron que se retirara de la composición con tan sólo, treinta y siete años.

Elegante y gordo, salía de juerga con Honorato de Balzac. Estando en Paris, es cuando contrae la sífilis, que se manifestaría con toda su crudeza, años más tarde. Ya en este periodo, los alimentos, que no la música, eran para él, su pasión guía. "No sé de ninguna ocupación más admirable que comer", decía el Maestro.

Los mejores restaurantes de París compitieron por su patrocinio. Reservaban una mesa para su uso exclusivo. Al entrar, Rossini, daba la mano al maitre, al sumiller, a los camareros y a los cocineros. Sólo entonces, ceremoniosamente, se sentaba y pedía la cena. Los Chefs, lo adoraban porque era un verdadero gourmet.

Boyante en su juventud, Rossini se había convertido, en la mediana edad, en un glotón. Era su refugio contra el estrés y la depresión. Los críticos de música cuentan que el compositor escribía, cada vez menos. "Rossini antes se rellenaba con la música", dijo un crítico oficial,  "Ahora está relleno de jamón".

Polémica gastronómica
Grimod de la Reynière
En éste, su primer viaje a Paris, se supo introducir en el ambiente de los  intelectuales franceses. Ellos, habían entablado un debate cultural sobre gastronomía. Rossini, inmediatamente, se involucró en él. Entre los diversos personajes que conoció, destacan, Anthelme Brillat-Savarin (crítico), Alexandre Balthasar Grimod de la Reynière (famoso gastrónomo), y Alejandro Dumas, padre (novelista). Estos hombres, iconos de la época en cuanto a gastronomía, se convertirían en contertulios y amigos.

Carême y Rossini
Carême
En estas discusiones, encontró al célebre "maitre", Marie Antoine, llamado por todos, Antonin, Carême, que habría de convertirse en su amigo. Era un importantísimo experto en el arte culinario. El divino cocinero, después de trabajar con los personajes más importantes de su época, atendía las cocinas de los Rothschild. Será precisamente allí, en la cocina, donde se conocerán.

Este entendimiento, dio lugar a una amistad de respeto y afecto. Algunas de las personalidades para las que había trabajado antes Carême, fueron: Tayllerand (exquisito gastrónomo), el zar Alejandro, el Príncipe de Gales (futuro Jorge IV), Lord Steward (embajador británico), la princesa de Bragation y el príncipe Sterhazy (embajador austriaco en París).

Caricatura Rossini
Cada vez que Rossini, era invitado por los Rothschild, iba antes a la cocina. Saludaba a Carême y pedía consejo sobre los platos más deliciosos del menú. Los encuentros, forjaron una gran amistad. Cuando Rossini abandonó París para ir a Bolonia, Carême, se quedó muy decepcionado. Antoine, no sólo había perdido un amigo, sino también un apasionado admirador de su talento culinario, porque había sido "el único que lo había entendido". La relación amistosa no terminó con la distancia. En una ocasión, le envió a Bolonia, un faisán trufado. En la caja escribió: "De Carême a Rossini". El Maestro, respondió con una pieza musical. En la primera hoja de la partitura, escribió: "De Rossini a Carême".

Firma autógrafa de Carême 
Esta gran estima mutua, es revelada por el propio Carême, en una carta: "Me dijo un día que había recibido una invitación para trasladarse a los Estados Unidos. Iría, sin duda alguna, añadió, si Ud. decidiera también trasladarse a América”. Carême, siempre que podía, le obsequiaba con nuevos platos en su honor, en general contenían trufas y paté de foie gras. El Maestro era ya un glotón incurable: podía devorar, tranquilamente, veinte tournedós en una sola sesión.

Carême
Carême
La vida de este cocinero llamado, Marie-Antoine Carême (1783/1833), fue muy difícil. Nació en París, hijo menor, de familia numerosa de veinte miembros, sumida en la miseria. A los diez años, su padre le abandonó para que se buscara la vida. Trabajó primero en una venta. A  los quince años, entró, de aprendiz, en una de las mejores pastelerías de la ciudad. Dos años más tarde, era su primer operario.

Diseños de Carême para decoración
Fue recorriendo distintos puestos y lugares hasta que, en 1804, abrió su propio negocio. Ya se relacionaba con los cocineros más prestigiosos. Empezó a atender a los personajes más importantes de la época. Y en 1829, dio por terminada su carrera. Se dedicó a escribir, a sus estudios científico-gastronómicos y a recibir y aconsejar a sus alumnos. Murió, un día de enero de 1833.

Uno de los libros
de Carême
Carême fue un hombre culto, en el que, además de la cocina, podemos encontrar a un arquitecto y a un escritor. Si ese mundo, hay alguien que merece destacar, uno de ellos es Antonin Carême. Con él termina una época y empieza la cocina moderna con hegemonía francesa. El continuador de Carême, fue Escoffier (1846-1935), llamado "El Emperador de los Cocineros".

Grimod de la Reyniere
Grimod de la Reynière
De los intelectuales, interesados en la cocina, que tuvieron relación con Rossini, se debe destacar a Grimod de la Reynière y a Brillat Savarin. Ambos, críticos culinarios y precursores del periodismo gastronómico. Los “Almanaques” de Grimon, anticipan las actuales guías gastronómicas. Vamos a poner sólo, unas pocas frases, de Grimon, hombre culto, acomodado y con fortuna:

Los placeres que nos procura la buena cocina son los primeros que se conocen, los que más tarde se abandonan y los que más a menudo se pueden saborear. ¿Podrías decirme lo mismo del resto?”.

El mayor pecado que un “gourmet” puede cometer contra los demás, es quitarles el apetito. El apetito es el alma del “gourmet”, y quien intenta estropearlo, comete un asesinato moral, un asesinato gastronómico, y por lo tanto merece que se le condene a trabajos forzados”.

Nada hay que ayude tanto a la digestión como una buena anécdota de la que uno pueda reírse con toda el alma”.

La virtud del verdadero gourmet, consiste en no comer nunca más de lo que puede digerir con cordura y no beber más de lo que pueda soportar con plena conciencia”.

¡Viva la vida!
Desde su retiro de los escenarios a los treinta y siete años, hasta su muerte a los setenta y seis, el Cisne de Pesaro, escribió, para su propio placer, alrededor de ciento cincuenta obras, entre piezas para Piano, Música de Cámara y Obras Sacras. Y es que, la idea, generalmente extendida, de que el músico, después de estrenar “Guillermo Tell”, en 1829, dejó de componer para dedicarse, plenamente, al “dolce far niente”, no resulta verídica.

Por ejemplo, la llamada, casi humorísticamente, “Pequeña misa solemne”, extensa obra para dos pianos, armonio y cuatro solistas vocales, acompañados de un coro de ocho voces, compuesta en 1863. Incluye, curiosamente, una carta de Rossini a Dios, en la que se excusa por el carácter operístico de su música.
Olympia Pélisser

El compositor, después del primer viaje a Paris, rompió relaciones con su mujer, Isabel Colbran: se había convertido en una ludópata. En 1832, conoció a Olympia Pélisser, y, se casó con ella en 1845, una vez muerta su primera esposa. En su segundo viaje a Francia, se trasladó a Paris, en el año 1855, buscando cura para su sífilis, con un tratamiento innovador que aplicaban en aquel país.

Consiguió unos sensacionales resultados y la sífilis le desapareció. Ya no regresó a su país natal, se quedó definitivamente allí. La última etapa de su vida (1855/1868), se caracterizó por la felicidad, conseguida a través de paz, tranquilidad, y alegría de vivir, rodeado de la admiración inextinguible del mundo musical. El matrimonio Rossini (Gioachino y Olympia), se estableció en un lujoso piso, en el casco urbano de Paris y construyó una villa en la campiña francesa, en Passy.

Sábado, Sabadete
Según la descripción que hace el crítico musical, Filippo Filippi: “para Rossini el sábado era una día excepcional, pues invitaba a cenar a dieciséis personas a su casa”. Tanto en la de la capital francesa, como en la de Passy, organizaba espléndidas veladas, a las que solía asistir la flor y nata de la música y la literatura de la época. En ellas, brillaba la causticidad de su humor, la agudeza de su ingenio y un perfecto saber hacer y saber vivir.

Como anfitrión fue generoso. Recibía a sus amigos con la frase: "Entrad, entrad, amigos míos. Mi casa es un café", haciéndose famosas en París, las "soirée" de su hogar, situado en la calle Chaussée-d"Antin. Allí se ofrecían magníficos vinos y pasta, hecha por el propio músico y, también, se lucía el famoso cocinero y amigo, Caréme, con algunos platos.

Los invitados debían vestirse con traje de gala, mientras que él, utilizada una zamarra (vestido rústico de piel). Su corbata, la sujetaba con un broche, de un medallón de Händel. El esmero que ponía en estas cenas, se reflejaba en las especialidades culinarias, en el refinamiento de la vajilla y en el de la casa. Según se comenta, el motivo principal para organizarlas, era ubicar a su esposa Olimpia entre la sociedad de París.

Los Invitados
El Barón Haussmann
Recibía a los más famosos artistas. La variedad estaba asegurada: Príncipes, Estadistas, Literatos, Señoras Bellas y Cultas, Poetas, Escritores, Célebres Cantantes (Sopranos, Mezzosopranos, Tenores y Barítonos)… Y también la categoría del personaje: Auber, Saint-Saëns, Weber, Verdi, Boito, Poniatowski (príncipe ruso), Ricordi (su editor), Carafa, Alejandro Dumas (padre), Gustave Doré, El Barón Rothschild, el Barón Haussmann (arquitecto del nuevo Paris), Brillat Savarin (gastrónomo) y más……. Los contertulios, tocaban varios instrumentos, cantaban o recitaban.

Importancia
Alegoría de Rossini
aguantando el
Teatro Italiano de Paris
Rossini en sus ágapes sabatinos, fue capaz de aglutinar, cultura y gastronomía, al más alto nivel. El ser invitado a sus cenas, era un reconocimiento, casi un certificado, para ser alguien. Las gacetas de la época, relataban estas reuniones, con todos los detalles posibles. Por tanto, los acontecimientos que rodearon la creación y la condimentación de los tournedós, tuvieron como espectadores, a personajes de elevada cualificación artística y culinaria.


Olympia
La elección de los invitados se hacía por tres motivos:
1.   Por tener capacidad de divertir e interesar
2.   Por demostrar extrema deferencia hacia su esposa Olympia
Olympia Pelisser
3.   O por distinguirse en uno u otro ámbito

La señora Olympia,  jugaba un papel muy importante. Ella asistía, con una gran dignidad. Sólo era necesario que alguno de los invitados no le devolviese un cumplido, para ser borrado de la lista del siguiente convite.

Caricatura Rossini
Olympia, funcionaba como freno de la desmedida generosidad de Rossini, buscando siempre ahorrar. Por ejemplo, en cada cena, había, en medio de la mesa, unas enormes bandejas, rebosantes de fruta fresca. Pero en la casa, nunca se llegaba al momento de catarla. Unas veces, la Señora Olympia, simulaba sentirse mal. Otras, se anunciaba una visita inesperada. El caso era, salvar la fruta, distrayendo la atención de los comensales que, finalmente, se olvidaban del postre. Uno de los invitados, quiso saber la razón. Preguntó al camarero y éste sonrió. "La razón es muy sencilla –le contestó el camarero con un guiño–, la señora coge la fruta en depósito y luego tiene que devolverla".

Relatos
El libro se titula: Una comida
en casa de Rossini
En 1849, Alejandro Dumas (padre), asistió a una de esas cenas. Durante la sobremesa, cuando Dumas dijo que, en Italia “no hay historias de terror”, un joven poeta le replicó, “eso no es cierto” y le prometió entregarle una historia que sucedió en su propia familia. Se trataba de dos grandes amigos, que juran seguir siéndolo, incluso, después de la muerte. El que se vaya antes, contará al otro, cómo es el más allá. Mientras estaban haciendo el juramento, uno de ellos, recibió el anuncio de que su padre se encontraba gravemente enfermo. Decidió partir, pero le pidió a su amigo que no lo acompañase. La preocupación, embargó al que se quedó. Soñaba que su amigo, iba a tener un destino trágico. Decidió ir a buscarlo. A partir de ese momento, el fantasma de su amigo, lo dirigió para indicarle donde se encontraba su cuerpo, y cómo vengarse de los que le habían matado.

Caricatura de Wagner
Por otra parte, Richard Wagner en su ensayo “Recuerdo de Rossini”, evoca con detalle, la seductora impresión que le causaron estas reuniones, cuando visitó a Rossini en 1860, buscando, a través del compositor, el apoyo de la vieja guardia musical para su “Tannhäuser”.

Las Veladas
Es en estas reuniones, donde Rossini da a conocer gran cantidad de piezas para piano y canto, obras pequeñas, pero con mucho ingenio y refinamiento, que él mismo llamó, “Péchés de vieillesse (Pecados de vejez)”. Era música de salón, destinada a ser ejecutada, en la intimidad, por algunos cantantes amigos, con acompañamiento de piano, en veladas privadas para los contertulios.

Algunas de estas piezas, estaban dedicadas a Olympia, su mujer (Une caresse à ma femme) y otras muchas de carácter humorístico, cercano, a veces, a ese absurdo, tan apreciado por él. Parecen anunciar el humor de Erik Satie, en algunos aspectos. Entre otras obras de ese  estilo, desenfadado, cabe destacar, por ejemplo, su célebre “Dueto bufo para dos gatos”, y una parodia de viaje en tren, vehículo que asustaba a Rossini y que solo lo tomó una vez en toda su vida. El compositor, siempre se negó a que se editasen estas piezas. En otras ocasiones, también dejaba volar su fantasía, improvisando composiciones al piano.

Final
De sus últimos años, nos habla, con humor, Théophile Gautier: "Está monstruosamente obeso; hace seis años que no ha visto sus pies. El metal de su orquesta tiene resonancias de batería de cocina, incluso en el momento de sus más sublimes inspiraciones".

Tócanos, esta vez, hacer el Menudeo de un genuino representante del arte lírico tardo-rococó italiano, autor indiscutible de florido belcanto, con el que consiguió páginas gloriosas. Se trata de Gioachino Antonio Rossini (1792/1868). Espero que podamos divertirnos con él, lo más posible.


1.- CUARENTA MAS…. “EL BARBERO”
Al Cisne de Pésaro, se le toma siempre, por una parte (Il Barbiere di Siviglia), frente a un todo mucho mayor, que generalmente se desconoce. Quiero decir que, tiene una obra famosísima, por la que es célebre universalmente, esto ya es sabido. Pero, muy pocos, advierten que esta ópera no es única. Hay una abundante producción de música (óperas, piezas religiosas y profanas, partituras para instrumentos solos, canciones,……), de las que, la inmensa mayoría, no ha oído hablar. Fue un compositor muy prolífico, ya que escribió, ¡nada menos que cuarenta y una óperas!, entre Cómicas (Bufas), Semi-Serias, Serias y Pastiches.

L’italiana in Algeri (La italiana en Argel)” y “La Cenerentola (La Cenicienta)”, además del “Barbero”, serían ejemplos Bufos (Cómicos). Como Serias, podrían destacar “Tancredi”, “Otello” y “Semiramide”. En el punto medio de lo Cómico y lo Dramático, estaría la Semi-Seria, cuyo representante más típico, es “La gazza ladra (La urraca ladrona)”. Y, finalmente, uno de sus pastiches, “Ivanhoé”.

Un Pasticcio, en italiano, o Pastiche, es una ópera normal, con su argumento, pero, en cuanto a su música, está constituida por fragmentos melódicos de varias óperas a los que se han puesto nuevos textos (no existe música original, escrita ex profeso, toda absolutamente es reutilizada). Por ejemplo, para elaborar “Ivanhoé”, se tomaron fragmentos musicales de once óperas rossinianas (1.-Semiramide, 2.- Cenerentola, 3.- La gazza ladra, 4.- Tancredi, 5.- Armida, 6.-Bianca e Faliero, 7.- Maometto secondo, 8.- Aureliano in Palmira, 9.- Sigismondo, 10.- Torvaldo e Dorliska  y 11.- Mosè in Egitto….).

2.- TRAYECTORIA
Rossini, fue un hombre, a caballo, entre los siglos XVIII y XIX, es decir, entre el modernismo y la tradición. Esos aspectos se reflejan en su música y también en sus actos. Como dato de su carácter, diremos que nunca utilizó el ferrocarril, pues le tenía prevención. En cuanto a su música, frente a óperas conservadoras de belcanto (con coloratura, ornamentación y brillantez orquestal), hay otras en las que se distingue, ya, la nueva tendencia romántica (“La donna del lago” y “Guillermo Tell”). Especialmente está última, señala la senda por donde iba a caminar la ópera del romanticismo. Sin embargo, no sigue componiendo. Aborrece del camino creado, y prefiere retirarse para dejar paso a las genuinas figuras de Bellini, Donizetti, y todo el movimiento romántico.

Las fechas que hay que manejar con este compositor, resultan siempre muy tempranas. A los dieciocho años, debutó con una farsa que se escenificó en Venecia, en el Teatro San Moisè: “La cambiale di matrimonio (La letra de cambio matrimonial)”. Con sólo veintiuno, y a través de “Tandredi” y “L’italiana in Algeri” (ambas estrenadas en Venecia), logró ser el compositor más famoso de Italia, al que más se solicitaba y el que mejores honorarios cobraba.

Pero esta carrera meteórica, se terminó, también, muy pronto: a la modestísima edad de treinta y siete años. Fue un retiro voluntario del que no conocemos las causas. Se intuye, sin ser seguro, que la principal razón consistió en el rechazo moral que tenía hacia la nueva estética del romanticismo, que se avecinaba ya, de un modo imparable.

3.- LOS AUTO-PRÉSTAMOS
Incluso los que no conocen la obra de Rossini, saben que tenía fama de perezoso. Desde luego, no lo demostró en las abundantes composiciones que creó. Hay, de todos modos, una costumbre que podría, sólo en parte, esgrimirse como apoyo a su supuesta gandulería: los auto-préstamos.

Relación de Auto-préstamos
¿Qué es eso?, os preguntareis. Pues, cuando un compositor, incluye en una ópera que está creando, música de otra ya estrenada. El caso, aunque con puntos de unión, es distinto al del pasticcio. En este último, no hay música nueva, toda es reutilizada. En el auto-préstamo, sólo una parte es antigua, siendo, las demás, de nueva creación. Los motivos para practicarlo son varios:

1.   Querer recuperar melodías que, en su día, no prosperaron.
2.   Aprovechar el tirón de alguna música que resultó un éxito, cambiando, sólo un poco, el material melódico.
3.   Disponer de escaso tiempo para componer.
4.   Volver a intentarlo con óperas que no tuvieron éxito.
5.   Poca o ninguna gana en el trabajo que se está realizando.

Podemos considerar a Rossini como uno de los que más aplicaron esta práctica, pero no fue el único. En su descargo, decir que era costumbre, bastante arraigada en la época, y que, hasta compositores como Händel, Bach o el mismo Verdi, la ejercieron. Como ejemplo fragante de auto-préstamo, siempre se suele poner a la Obertura de “Il Barbiere di Siviglia”. Antes de ser la de esa ópera, lo fue de “Aureliano in Palmira” y también de “Elisabetta, Regina d’Inghilterra”.


4.- POPULARIDAD
No siempre la música de Rossini ha sido recibida por igual. Es obvio que en nuestro tiempo existe una demanda de este compositor. Lo demuestra, los numerosos cantantes que han surgido, especializados en su música. Otro índice de que, hoy funcionan sus óperas, son las considerables grabaciones que han efectuado las distintas casas discográficas.

También, durante los dos primeros tercios del siglo XIX, estuvieron representándose sus obras con regularidad. Pero la llegada de la nueva estética romántica, la escuela verista y la música de Wagner, condenaron al ostracismo el belcanto, en general, y a Rossini en particular.

Fue aproximadamente desde 1870 a  1970. Unos cien años en que, los teatros, estuvieron huérfanos de obras rossinianas. No estaban de moda. Si, por excepción se reponía alguna, ésta era,  siempre, “Il Barbiere di Siviglia”.  Pero no se respetaba su estilismo y se atrevían a introducir muchas inconveniencias en la partitura. Así las cosas, en el primer tercio del siglo XX, la mezzosoprano barcelonesa, Conchita Supervia, en el Liceo de su ciudad natal, consiguió representar “L’italiana in Algeri”, pero la crítica, no fue favorable a la obra.

Teatrp Rossini de Pesaro
Hubo que esperar hasta 1940, año de creación de la Fundación Rossini de Pésaro, para que fueran revisadas sus obras. Doce años después, María Callas consiguió la recuperación de “Armida” y dos directores, Vittorio Gui y Silvio Varviso, lograron grabar en disco, varias de sus óperas. Hay que citar también a dos cantantes estrella: Monserrat Caballé y Joan Sutherland. La segunda colaboró en este reverdecer de las obras del Maestro, con unas representaciones de la “Semiramide”, en los años sesenta del siglo XX. Mientras que la Caballé, publicó en disco su concierto de “Rarezas rossinianas”, en el año 1967.


5.- LA ROSSINI RENAISSANCE
Hemos visto como se iban recuperando, muy poco a poco, las partituras de Rossini. El pistoletazo final, lo dio el Teatro alla Scala de Milán, en 1969, escenificando “L’assedio di Corinto”, protagonizado por unas poderosas Beverly Sills y Marilyn Horne. En la década siguiente, se consiguió restaurar en estilo, las óperas del Cisne de Pésaro, gracias a la labor ejercida por la Fundación Rossini.

Era evidente que empezaban a levantar interés entre los diferentes cantantes, las partituras recién revisadas. Hubo un numeroso grupo de ellos, que consiguió grabarlas y representarlas. El renacimiento pleno, se dio con la creación del Festival Rossini de Pésaro, en 1980. Nació con vocación de extender el turismo en la región e ir recuperando, año tras año, las óperas más olvidadas de uno de sus compatriotas más ilustres. Ya llevan, desde entonces, unos cuantos festivales y otras tantas óperas recuperadas que, seguramente, sin estas funciones, su rescate hubiera sido más complicado.


6.- ESTRENO SONADO

Creo que, los debuts más polémicos habidos en la historia de la ópera, han sido, el de “Tannhäuser”, en Paris y el de “Il Barbiere di Siviglia”, en Roma. Ya hemos hablado en mi blog de la pelea surgida con la obra de Wagner, así que, nos toca completar la faena, con la famosísima ópera de Rossini.

Los personajes
En 1815, Rossini firmó un contrato con el Teatro San Carlo de Nápoles, por el que estaba obligado a componer dos óperas al año. Si cumplida esa condición, el compositor aún tenía tiempo para atender otras peticiones en los dos meses y medio de descanso que le concedían, lo podía hacer, pues en el documento sólo se estipulaba que habría de estrenar, en esos casos, siempre, fuera de la ciudad napolitana. Rossini, para incrementar sus ingresos, se dirigió a Roma en la segunda quincena de diciembre del citado 1815, para atender un encargo que le había hecho el duque Francesco Cesarini-Sforza, empresario del Teatro di Torre Argentina, de la ciudad papal.

La primera Rosina
Al existir muy poco tiempo para crear la ópera (parece que tan sólo mes y medio), en una de las primeras reuniones entre, el músico, el empresario y el libretista (Cesare Sterbini), se acordó tomar un tema ya tratado en música, para así salvar la censura. Esto era una práctica muy corriente en aquellos tiempos. Se decidieron por Il Barbiere di Siviglia, que ya había musicalizado Giovanni Paisiello (1740/1819). Rápidamente, músico y poeta, se pusieron a trabajar. Para no herir los sentimientos del viejo compositor, que aún vivía en Nápoles, se decidió cambiar el título de la ópera por “Almaviva, ossia l’inutil precauzione (Almaviva o la precaución inútil)”, pero todo el mundo sabía que Rossini estaba intentando mejorar la obra de Paisiello, que aún conseguía muy buenos resultados en el escenario.

Teatro Argentina
El aristócrata regidor del teatro (duque Francesco Cesarini-Sforza), se embarcó en la aventura de las candilejas, buscando  entretenimiento, pero la situación financiera del coso operístico, le estaba desbordando. En este año, todo le salía mal: los cantantes enfermaban, había sustituciones en el último momento, los escenógrafos le daban problemas, también los músicos e, incluso, su rival (el empresario del teatro Valle). El pobre duque no sabía cómo sacar adelante aquello. La temporada, acababa obligatoriamente el último día del Carnaval. Faltaban dos semanas y aunque habían trabajado rápido, “Il Barbiere”, iba retrasado: los ensayos no eran suficientes para hacerse con la obra y se corría la posibilidad de un rotundo fracaso.

Don Basilio
Para colmo de males, la que iba a hacer de Rosina, Elisabetta Gafforini, estuvo dudando del papel hasta última hora, para, finalmente, abandonar. Se la sustituyó, en el último momento, con Geltrude Righetti-Giorgi. Todos estos sucedidos, desesperaban al empresario, que se lamentaba así en una carta: “Yo llevo una vida como para sacar sangre por la boca, y una vida tal que no la quiero volver a llevar en mi vida. Su Excelencia entenderá lo que quiere decir poner en pie una obra musical de dos actos en ocho días. Son cosas que no se comprenden si no se está metido dentro, y que en la primera función no las calculan los indiscretos de los que Roma está llena. Yo les he puesto el cuchillo en la garganta a todos para que la obra vaya a escena el miércoles [….] Lo que es seguro es que el tener que hacer las cosas de este modo, ensayos, escenas, decorados y todo a golpes de tambor, es algo que no me gusta nada. Y el resultado será poner la obra de modo indigesto, con los actores sin aliento, y si la ópera funciona, o se queda a medio camino o se hunde, entonces, todos gritan contra mí. Ayer por la noche, después de haberme fatigado todo el día, me estuve desde la una de la noche, hasta las cinco para ensayar la ópera, y estar sobre un escenario, con este tipo de frio, parece como si estuviésemos en la cima del Moncenisio, de modo que Rossini, la “prima donna”, el tenor y todo el mundo, no hacíamos más que temblar, y yo he vuelto a casa congelado, que he necesitado más de una hora para calentarme.”

Los personajes
La desesperación del pobre empresario, tuvo como resultado que,  a consecuencia de un colapso, falleciera el 16 de febrero, con cuarenta y cuatro años. El teatro quedó en manos de un sustituto, que se encargó de acabar la temporada del mejor modo posible. Por fin, el 20 de febrero de 1816, debutó “Il barbiere di Siviglia”. La función resultó un fiasco. Aunque no está verificado, pudo ser una claque de los seguidores de Paisiello. Aunque también podía haberse estropeado el estreno, por una serie de elementos que se confabularon en contra. Sin olvidar, la envidia a que daba lugar el joven compositor, moderno famoso y, para algunos, demasiado atrevido.

Stendhal
Cuando se produjo el estreno de “El Barbero”, Stendhal, el prestigioso novelista francés, publicó, en prensa, una reseña, exagerando lo ocurrido, como era su habitual costumbre. Es, sin embargo, la versión que más ha prevalecido, por lo morboso del asunto. Pero la cantante, Geltrude Giorgi-Righetti, que fue la primera Rosina aquella noche, al leerlo, se enfadó tanto, que ella misma se encargó de hacer otro escrito. Todo el mundo considera que, la descripción del estreno de la Giorgi-Righetti, es más realista y, por tanto, debe aproximarse más a la verdad. Es ésta, precisamente, la que he pillado por la red, pero no está completa, aunque merece la pena leerla y por eso la pongo:

Caricatura
"Al llegar la hora de comenzar la función de estreno en aquella noche del 20 de febrero de 1816, apareció Rossini vestido con su elegante chaqueta color avellana con botones dorados, se sentó al piano y levantando la mano dio paso a los primeros compases de la ópera. La cosa comenzó cuando el gran tenor Manuel García, en su papel de Conde Almaviva, se quiso acompañar con la guitarra para cantar la famosa serenata. Como quiera que se demoró algo en afinarla, se produjeron las primeras burlas en voz alta; le siguieron risas y comentarios de los graciosos de turno, cuando Fígaro cantó la, después famosa, cavatina; el dúo de Rosina y Fígaro fue “reventado”; numerosas e insistentes imitaciones de maullidos, acompañaron el magnífico y largo dúo entre Fígaro y el Conde.

La cosa llegó a tal extremo, que en la escena final del acto primero, el griterío,  fue tan ensordecedor, que no se podía escuchar a la orquesta ni a los cantantes. Cuando don Basilio, hecha a rodar toda su dignidad, al caer por una trampa, desapareciendo de escena, pueden imaginarse el jolgorio que provocó. Y  aumentó de intensidad, cuando por el mismo agujero, salió un gato negro que cruzó la escena".

Escena
La descripción que hace la cantante, tiene toda la apariencia del clásico pateo a cargo de una minoría violenta y es tan antigua como el teatro. A los espectadores que cobraban por aplaudir o reventar una obra (a voluntad del que pagaba), se les llamaba Clac o Claque. Estamos pues, ante alguien que pagó para hacer fracasar la obra. Sí, pero ¿Quién? Pues probablemente el que compuso el otro “Barbero”,  (Giovanni Paisiello). Puede que hubiera otras circunstancias, ya comentadas, pero son menos probables.

Stendhal, siempre tan sensacionalista con Rossini, habla de cosas que la mezzosoprano Righetti-Giorgi, nunca llegó a confirmar en su escrito, como por ejemplo:

1.   La ruptura de una cuerda de la guitarra del tenor, Manuel del P. Vicente García, sevillano, que debía cantar una serenata de tema andaluz, que él mismo compuesto. La Righetti-Giorgi, solo habla de que tardó en afinar la guitarra.

2.   El bajo Zenobio Vitarelli, tropezó accidentalmente por detrás del escenario y fue a dar, de bruces, contra el suelo, por lo que tuvo que cantar su Aria de “La Calumnia” con la nariz sangrando y un pañuelo para contener la hemorragia. La Mezzosoprano sólo habla de un tropezón y no cita ni la hemorragia ni el pañuelo.

Las risas que provocó la afinación de la guitarra (o la rotura de la cuerda), no dejaron apreciar la serenata. Cuando Rosina aparece, por primera vez, en la ventana, le dice al tenor: “Sigue, sigue así”, referido a la canción. Pero esto provocó una nueva hilaridad. El público, acostumbrado a que se cantara lo que se llama “Aria de salida”, no comprendió porqué Rosina no la cantó. Un gato negro cruzó el escenario (los italianos son supersticiosos). En el concertante final del primer acto, cuando dicen “Quest’avventura, quest’avventura, ah como mai finirà (Esta aventura, esta aventura, ah como diablos terminará)”. Justo en ese momento, un gracioso del anfiteatro, dijo: “Esto es el funeral de don Coglione (las iniciales del Duque Cesarini)”.

Figaro
El público se sumó al escándalo, sin atender a la ópera. Como dice la mezzosoprano, el segundo acto, debió de transcurrir en una oleada de silbidos, gritos, bromas y risotadas. Rossini, inmutable, esperó a que viniera la calma. Luego se fue una vez finalizado todo. La mezzosoprano y algunos amigos, le buscaron para intentar consolarlo. No hizo falta: le hallaron profundamente dormido. Pareció que el fracaso no iba con él. Al día siguiente, Rossini fue al teatro, rompió la obertura de “temas españoles”, que había compuesto el tenor García, así como la serenata, sustituyendo la primera por la Obertura de “Aureliano in Palmira” y creando una nueva serenata. Solicitó no acudir al teatro ese segundo día, en previsión de lo que pudiera pasar.

La función del día siguiente, transcurrió con normalidad y la obra fue aplaudida generosamente. Al terminar, se formó una procesión, con antorchas encendidas, que fue a buscar al maestro a su casa. Pero Rossini, creyendo que iban a quejarse de la ópera, se buscó un escondite. Les resultó difícil hacerle comprender que estaban celebrando su éxito. Así fue como pasó “Il Barbiere di Siviglia”, del más escandaloso fiasco al triunfo más lisonjero. Desde entonces, esta ópera, no ha parado de cosechar prestigio.


7.- ¿POR QUÉ?         
Gioachino Rossini, forma parte del quinteto de compositores, más famoso de Italia, en el siglo XIX (los otros cuatro son Bellini, Donizetti, Verdi y Puccini). Probablemente, estos cinco, sean también, los más representativos del género de ópera a la italiana. De todos ellos, Rossini es el mayor en edad, y el primero que hizo evolucionar el género, dejando marcado el camino a seguir por los demás. Tuvo mucho éxito en vida tanto de público como de críticos, lo que le supuso fama, popularidad y riqueza. Con apenas dieciocho años, estrenó su primera obra. La notoriedad le llegó muy pronto: a los veintiuno. Se debió a dos óperas emblemáticas (Tancredi y L’italiana in Algeri). Esto confirmó, que estábamos ante el compositor más importante de la península itálica, el más buscado, el más idolatrado y el más remunerado.
Guillermo Tell y su hijo

Pero el temprano éxito, exigió de él un gran esfuerzo para atender todas las peticiones de los empresarios. Como los compositores de la época, tuvo una existencia errante, de teatro en teatro, para completar y revisar las representaciones de sus óperas. A la temprana edad de treinta y siete años, después de estrenar su obra número cuarenta (Guillermo Tell), decidió no componer más óperas, tras casi veinte años de actividad febril. En los treinta y nueve años que restan, cesó su actividad en los teatros. Pero eso no quiere decir que abandonara la composición. No fueron pocas las piezas musicales que creó, en bastantes casos, para su propio deleite (se calculan unas ciento cincuenta).

Pero de cualquier modo, no se conocen bien las causas que le motivaron a quedarse en silencio compositivo tan largo tiempo. Hay múltiples interpretaciones sobre el asunto. Vamos a ir considerando algunos supuestos, los cuales, como siempre, resumo a continuación:

1.   Hartazgo de su vida artística
2.   Desengaño por el estreno de “Guillermo Tell
3.   Rechazo a las nuevas tendencias románticas
4.   La competencia de Bellini y Donizetti
5.   Problemas de salud
6.   Ruptura de relaciones con su mujer
7.   Cambio estético en el público
8.   Pereza

En cualquier caso, había acumulado una fortuna, suficiente para poderse dedicar a la vida placentera y la comida. Pero creo que la hipótesis más razonable es la de pensar que rechazaba con vehemencia las nuevas ideas estéticas del romanticismo. El nuevo pensamiento, se iba imponiendo con fuerza, provocando una renovación, en el gusto de la gente. Y, sin embargo, Rossini, fue uno de sus precursores. Sencillamente pienso que, el camino emprendido con “Guillermo Tell”, después de empezado, no acabó de gustarle. Ya anciano, manifestó: "Después de Guillermo Tell, un éxito más en mi carrera no añadiría nada a mi renombre; en cambio, un fracaso podría afectarlo. Ni tengo necesidad de más fama, ni deseo de exponerme a perderla".


8.- Nuevo Método
Este gran italiano, además de ser recordado por su música, su arte culinario y su campanuda gracia, parece que inventó un nuevo método para el piano. Así se deduce de este liviano chascarrillo, que nos sirve para empezar.

Rossini, sentado al piano, intentaba tocar la partitura de “Tannhäuser” ante los amigos. Uno de ellos advirtió que había puesto la partitura al revés y le preguntó:

Ω    ¿La pones al revés?
Ω    Sí, lo pruebo así. Antes, la he tocado al derecho, y me ha parecido peor.

PD: Dentro de la música italiana del XIX, Richard Wagner, no tuvo predicamento hasta la llegada del verismo (último tercio de dicho siglo). Por tanto, al menos, Rossini y Verdi, no eran adictos a esa música. Valga una opinión del cisne de Pésaro, sobre “Tannhäuser”: Esta obra, se debería escuchar más a menudo para poder juzgarla mejor, pero yo no la voy a oír por segunda vez”.


9.- Infundio
Rossini ganó un pavo trufado. Era el precio que tenía que pagar el perdedor, por una apuesta, de la que salió vencedor. El compositor, harto de que le diera largas, el que tenía que financiarle el exquisito bocado, se decidió a ir a verlo y reclamárselo.

Ω    Oye, ese famoso pavo, ¿cuándo se come?
Ω    Sabe, Maestro, no es todavía la estación de las trufas de primera calidad.
Ω    Que no, que no. Eso es una falsa noticia, que difunden los pavos, para no hacerse rellenar.

PD: Esta afición por la gastronomía debe ser característica del hombre italiano. Este caso, es muy conocido. Pero hay otro, que en pocos sitios se comenta. Me estoy refiriendo a Giuseppe Verdi y sus, más que pinitos, en la cocina.


10.- Concentrado de viña
En 1864, el Barón Rothschild le regaló a Rossini, unos racimos de las maravillosas uvas de sus invernaderos. Recibió la siguiente respuesta de agradecimiento:

Ω    Gracias. Su uva es excelente, pero no me gusta mucho el vino en pastillas.

El Barón, entendió la alusión. Le hizo tanta gracia este divertido comentario, que le envió enseguida un tonelete de su mejor Chateau-Lafitte.

PD: Rossini, en París, llevaba una activa vida social y gastronómica. Vivía con desahogo, gracias a los derechos de autor y los ahorros que supo administrar,  asesorado por Alejandro María Aguado, banquero español. Entre sus amistades, se encontraba el hombre más rico de la época, el Barón Rothschild, famoso por sus viñedos y bodegas de excelente calidad. James Mayer de Rothschild (1792/1868), fue un banquero, fundador de la rama parisina de la familia. Château Lafite, es una viña, ubicada en Burdeos, propiedad de esa saga. El nombre, de origen gascón, significa "pequeña colina".


11.- Sardinas en exclusiva
El compositor Alberto Lavignac, conocía perfectamente los vicios de Rossini. Le regalaba, de vez en cuando, una docena de las deliciosas sardinas que se pescan en el Golfo de Gascuña. Hasta que un día, le dijo el Maestro:

Ω    Por favor, no me mande estas cosas el sábado: hay siempre mucha gente a la mesa. Yo, cuando recibo las sardinas, quisiera comerlas sólo. Pero como soy tan buen marido, tengo que regalar una a Olimpia, mi esposa.

PD: Alberto Lavignac (1846/1916), pedagogo y musicólogo francés, autor de numerosas obras de didáctica musical. En 1902, inició la publicación de, “La Enciclopedia de la música” y el “Diccionario del conservatorio”, concluidos bajo la dirección de Lionel de La Laurencie, fundador de la Sociedad Francesa de Musicología.


12.- Genio y Figura
Tengo una muestra evidente de lo mucho que se han mixtificado, cambiado, o inventado, los sucedidos rossinianos. Es una misma anécdota, con dos versiones, bien distintas.

Versión nº. 1: Un día de invierno, Rossini estaba en Venecia, componiendo el "duetto" de la ópera "Il Signor Bruschino". Se encontraba en la cama, porque hacía mucho frío. No tenía ánimos para levantarse a encender la chimenea. De pronto se le cayó una hoja escrita. No se molestó en recogerla: escribió otra. Al entrar alguien en la habitación, pidió que se la recogiera y, de este modo, la recuperó. El contenido musical lo incluyó, luego, en otra parte de la misma ópera.

Versión nº. 2: El Maestro escribía, a menudo, en la cama. Un día que estaba componiendo acostado, recibió la visita de un empresario. En el suelo había unas hojas de música. El empresario, muy amable, se agachó y las cogió. Antes de hacer intención de entregárselas, por curiosidad, les hecho una ojeada. Era la partitura de un aria completa de factura excelente. Cuando le iba a dar las páginas, Rossini dijo que no le hacían falta. Por no agacharse a cogerlas, prefirió escribir otra pieza, que él creía que todavía era mejor.

PD: Es mucha la fama de vago de Rossini, no se sabe bien si por leyenda o realidad. Desde luego, su producción musical es considerable, de modo que por ese camino, no se justifica su gandulería. Parece que sufría un trastorno nervioso, cuyo principal síntoma era el cansancio. El simple hecho de agarrar un lápiz, era todo un suplicio para él. Si esto fuera cierto, se justificaría un poco su actitud.


13.- Recetas universales
Rossini era una persona de buen carácter y de muy buen comer. Le encantaba el arte culinario. Le causaba placer cocinar e inventar platos, con los que agasajaba a sus amistades. Fue uno de los gastrónomos, más reputados de su tiempo. Los “canelones Rossini” y el “tournedó Rossini (tapa de champiñones con salsa al jerez sobre pan de molde)”, fueron platos de su invención.

PD: Como ya se ha dicho, Rossini, además de tener muy buen gusto en su paladar, también era un excelente cocinero. Apuntan que le gustaban mucho los macarrones. Parece ser que perdía el sentido, por el paté de pollo con cangrejos a la mantequilla.


14.- Cinismo contra pereza
Gioachino Rossini, fue invitado, por un conde, a pasar unos días en su castillo. Era el día siguiente a la llegada. Sonaban las once de la mañana, y el aristócrata le esperaba para desayunar. En su habitación, el músico no daba señales de vida. Cansado de tanto esperar, el conde, llamó a la puerta y dijo:

Ω    Discúlpeme si le molesto. Pensé que quizás usted no sabía la hora que es.....
Ω    No, no me molesta. No crea que estaba durmiendo. Soñaba un poco. O, mejor dicho, meditaba. Tengo esta costumbre: a la mañana pienso y pongo en orden mis ideas. En una palabra, ¡trabajo!

Al día siguiente, se oyeron las doce campanadas del mediodía. De Rossini no se sabía nada. El conde, estaba ya muy mosca, por la explicación del día anterior. Volvió a la habitación del músico y le despertó con estas palabras:

Ω    ¡Pero, mi amigo! ¡Usted trabaja demasiado!<>

PD: Es notoria la facilidad de Rossini para componer. Tenía una capacidad asombrosa. Esto jugaba siempre a su favor. Por eso, no se preocupaba demasiado en cumplir los plazos. Si, en un momento dado, el empresario lo exigía, arrimaba el hombro y despachaba la ópera, en un tiempo increíble. Siempre tenía la opción de acudir al auto-préstamo. He encontrado que, lo que más le inspiraba, “era el stress del copista esperando, y los gritos del empresario arrancándose los cabellos”. No tengo referencia ni a favor ni en contra.


15.- Amor teutónico

           El parecer de Rossini sobre “Lohengrin”:
Ω    En su música hay momentos bellísimos, pero también malos cuartos de hora.
           También opinó de Wagner:
Richard Wagner
Ω    Desde luego, no dudo que es un genio, pero no comprendo a una nación, que a causa de Wagner, haya podido olvidar a un Mozart.

PD: Aun cuando se considera falsa, vamos a relatar una historia inventada, ya que se refiere al tema: “Un admirador de Wagner, preguntó a Rossini, qué pensaba de la obra del alemán. Como respuesta, el italiano lo invitó a comer. Le ofreció un platillo que llamó “‘Turbot à l’allemande”. Consistía en una salsa sin pescado. La falta del ingrediente principal, tenía la intención de sugerir que la música de Wagner carecía de la parte más vital: la melodía. Esta historia apócrifa molestó mucho a Rossini”.


16.- Secuestro
Volvemos a tener dos versiones de una misma anécdota, aunque, esta vez, no hay mucha discrepancia. La segunda, es un escrito del propio compositor.

Versión nº. 1: En 1816, el empresario Barbaja le contrató, por 15.000 francos, para que creara dos óperas al año. Rossini propuso “Otello”. El músico estuvo seis meses viviendo en casa del empresario, sin escribir una sola nota. Barbaja, harto de la situación, ordenó que encerraran al Cisne de Pésaro, con sólo un plato de macarrones hervidos y una jarra de agua.

La misma anécdota, escrita por el propio Rossini, en estos términos:
Versión nº. 2: “Compuse la Sinfonía de mi ópera "Otello" en una Buhardilla del Palacio Barbaja, donde el más feroz y más calvo de los empresarios, me había encerrado a la fuerza. No me suministraba otra cosa que, un plato de tallarines, con la amenaza de no dejarme salir de la habitación, hasta que no hubiese escrito hasta la última nota

PD: Esta y, la anécdota de Temistocles Solera con Giuseppe Verdi, son las dos más sonadas de la historia de la música, en cuanto a secuestros, claro está. Solera, tenía una gran corpulencia. Fue el libretista de “Nabucco”. Cómo le ocurría a Rossini, era muy despreocupado. Verdi le venía pidiendo que le hiciera un himno. Iba pasando el tiempo y no lo hacía. Verdi, que cuando se enfadaba era de temer, no le importó que Solera le doblaba en complexión. No le dejó salir hasta que hubo terminado los versos. Era el “Va pensiero”. Años después, Verdi confesó que temió por su integridad. 


17.- Sin Servir a la milicia
La ópera "La Piedra di Paragone" sirvió a Rossini para no cumplir el servicio militar.

           El Virrey no quiso:
Ω    asumir la responsabilidad de exponer a las balas enemigas, una existencia tan preciosa

PD: Durante la primera mitad del siglo XIX, la península itálica, no estaba constituida, todavía, en nación. Era un conglomerado de estados independientes, sobre los que ejercían su autoridad, entre otros, los austríacos, el Papa y los españoles. La milicia era forzosa de acuerdo al siguiente texto: "el servicio militar es obligatorio, para todos los varones físicamente convenientes". En tiempos de Rossini era costumbre que, a los destacados en alguna actividad artística, les libraran de esta carga. No creo sea el único caso. Pienso que Verdi, tampoco lo hizo. Y seguramente habrá más.


18.- ¡Capador!
Estando Rossini en un negocio de música, vio llegar al maestro Giacomo Panizza, excelente concertador de óperas, pero que tenía la manía de hacer en ellas grandes "cortes" por cualquier pretexto. El músico, que conocía esta afición, hizo,  ostentosamente, el acto de proteger sus partes pudendas, exclamando:

Ω    ¡Pongámonos en guardia!".

PD: Giacomo Panizza (1804-1860) fue director del Teatro alla Scala,  de Milán durante trece años, tiempo en el que compuso dos óperas y trece ballets.


19.- Falsa impresión 
Un amigo de Rossini, mostrándola un retrato de Meyerbeer, le hizo exclamar:

Giacono Meyerbeer
Ω    Éste no puede ser Meyerbeer
Ω    ¿Por qué?
Ω    Porque Meyerbeer trabaja siempre y aquí está con los brazos cruzados

PD: Giacomo Meyerbeer (1791/1864), compositor alemán afincado en Francia, fue muy influyente en el Paris de la época de Luis Felipe de Orleans y del Segundo Imperio. Su estilo operístico, hoy nos suena a hueco y pomposo. Sin embargo, influyó en el primer Wagner y también en Verdi.


20.- ¡Qué joven!
Un joven Rossini
Rossini nació el día 29 de febrero de 1792. Era un año bisiesto. En 1864, un cronista le preguntó:

Ω    ¿Cuántos años tiene?
Ω    Dieciocho, respondió.

PD: La respuesta se justifica por: 1864 (año en el que estaban), menos 1792 (año nacimiento de Rossini), hacen 72 años reales. Que divididos por 4 (año bisiesto), serán Dieciocho Años Bisiestos.


21.- ¿Entero o Capado?
Los personajes de el
Guillermo Tell
Guillaume Tell”, última ópera de Rossini,  se estrenó en el Teatro de la Ópera de París el 3 de agosto de 1829. La obra tuvo un éxito de los llamados “de estima”. Poco tiempo después del debut, a causa de su extensión, el teatro comenzó a fragmentaria, provocando el desagrado de Rossini. En una ocasión, el Maestro se encontró con el director de la Ópera y éste le dijo:

Ω    Maestro, esta noche daremos el segundo acto de vuestro ‘Guillaume Tell’.
           A lo que Rossini respondió con su característico humor irónico:
Ω    ¿De veras? Pero, ¿se dará todo entero?

PD: La ópera “Guillermo Tell”, recorrió Europa, pero, casi siempre, amputada. Grandes músicos reconocieron su valor: Vincenzo Bellini, la consideraba su “Biblia Musical”. Es el camino por el que se llegó a la ópera del romanticismo.


22.- Empacho de risa
Año 1994, en los ensayos generales del teatro Cervantes de Málaga. Se trataba de un “Barbero”, con Carlos Álvarez, haciendo de Fígaro. Avisaron que el público asistente, debía de permanecer callado, ocurriese lo que ocurriese. Era el acto II con la lección de música. Tras cantar Bartolo una breve cancioncilla, se pone a bailarla con Rosina.

           En ese momento, entra Fígaro y, sin ser visto por Bartolo, hace el cambio con Rosina. Bartolo se enfada y dice:
Ω    ”Bravo signor Barbiere, ma bravo (Muy bien señor barbero, pero que muy bien)”
           A lo que Fígaro le responde:
Ω    "E, niente a fatto, scusi, son debolezze (Ah, no es nada, perdone, son debilidades)"

Al joven barítono, le entró un ataque de risa y se repitió la escena ¡una docena de veces! Risa que contagió a cantantes, músicos, director...A todos ¡Carlos decía que ya estaba bien, que se había calmado! Empezaban y ¡vuelta a reír!

PD: Carlos Álvarez Rodríguez (nacido en 1966), barítono malagueño que, además de escenarios internacionales, ha destacado en producciones en el Teatro Real de Madrid. Canta ópera, pero, también, zarzuela.


23.- Envenenador tranquilo
Después de la muerte de Mozart, se ha sugerido que Salieri lo asesinó, por razones profesionales, utilizando un veneno de acción lenta. Un día Rossini, se encontró con Salieri. Y le espetó, en son de broma macabra:

Ω    Beethoven ha tenido suerte, ya que su instinto de supervivencia, lo llevó a evitar cenar con usted. De otra forma pudo haberlo enviado al otro mundo, como hizo con Mozart".
           Salieri replicó, inmutable:
Ω    ¿Tengo yo aspecto de envenenador?

PD: Antonio Salieri (1750/1825), compositor que pasó, la mayor parte de su vida, en la Corte Imperial de Viena, donde fue Maestro de capilla. Músico de valía y dotado de talento. Salieri ha unido su nombre al de Mozart, atribuyéndole el envenenamiento del compositor de Salzburgo, sin pruebas evidentes de que lo hiciera. Es uno de los muchos casos sin resolver, que tiene la historia.


24.- ¡Cuidado con la alegría ajena!
Meyerbeer
Rossini y un amigo cantante paseando por París. Se encuentran con Meyerbeer. Tras un amistoso saludo, el autor de “Los Hugonotes”, pregunta:

Ω    ¿Qué tal se encuentra, maestro?".
           A lo que Rossini responde
Ω    Siendo sinceros me encuentro mal. Este mundo ya no me motiva y estoy pensando muy seriamente en abandonar mi carrera
           Meyerbeer, afligido, lo anima y se marcha con una sonrisa en la boca. Cuando éste se hubo alejado, el cantante le dice al compositor:
Ω    Pero bueno, no tenía ni idea de que te encontrabas tan mal. ¿Por qué no me lo has dicho?"
           A lo que Rossini responde:
Ω    ¡Qué va! ¡Si yo me encuentro perfectamente! Pero si no le hubiera dicho a Meyerbeer que iba a retirarme se hubiera ido con un enfado de narices".

PD: Meyerbeer, tuvo sus grandes éxitos en Francia. Antes de ubicarse en París, inició su carrera en su Alemania natal, pero no despertó interés. Pasó, entonces, a Italia, en 1816. Compuso seis óperas en estilo italiano. La última, llegó a ser, realmente famosa (Il crociato in Egitto- El cruzado en Egipto- 1824). Por el éxito de esta ópera, se le dio la oportunidad de estrenar en París.


25.- Socarronería
Una noche, al salir de un concierto al cual acababa de asistir el compositor, se acercó una señora.
            
Ω    Maestro –le dijo–, ¡finalmente puedo contemplar esta cara genial, que solo conocía por retratos! No se puede equivocar: Ud., tiene en el cráneo la joroba de la música.
Ω    –¿Y qué me dice de ésta, señora? –Contestó Rossini tocándose la barriga– Ud. no puede negar que sea aún más visible y desarrollada. Y es cierto que mi verdadera joroba es la gula.

PD: Rossini, a edad avanzada, fue un viejo picarón muy dado a los juegos verbales y otras cosas difíciles de contar. No obstante, sigue siendo, incluso entonces, un compositor sólido, cuya producción no se agota en el género bufo, aunque sea el apartado, donde luzcan mejor sus habilidades.


26.- Beethoven
En un famoso encuentro con Ludwig Van Beethoven, durante la visita de Rossini a Viena, en 1822, el genio de Bonn, al terminar la conversación, dijo a Rossini:

Ω    Sobre todo, componga usted muchos Barberos
           Refiriéndose, claro está, a la más afamada partitura del músico

PD: La opinión que a Rossini, le merecía Beethoven, queda muy bien reflejada en estas otras dos anécdotas, con las que se cierra el tema rossiniano. Ahí va la primera:

           En cierta ocasión le preguntaron a Gioachino Rossini:
Ω    ¿Quién es el más grande de los músicos?
Ω    Beethoven —respondió
Ω    ¿Y Mozart? —insistió quien preguntaba
Ω    ¿Mozart? —dijo Rossini— ¡Ah, Mozart es único!

La segunda es un pensamiento de Rossini sobre varios compositores:
Ω    Beethoven me conquistó dos veces por semana
Ω    Haydn cuatro,
Ω    Pero Mozart, lo hacía todos los días