sábado, 30 de julio de 2011

LAS FÉMINAS EN "DON GIOVANNI"

Creo que estaremos de acuerdo en que la música es una manera de provocar emociones. Éstas, van a depender, lógicamente, del compositor y del oyente. Pero no son siempre iguales. Varían según diferentes circunstancias, caracteres y estados de ánimo. Sin embargo, en la Historia de la Música, hay un creador que nos iguala a todos en sentimientos, porque mejora nuestro estado psíquico, intelectual y humano. No es clásico ni romántico, está excluido de cualquier clasificación.
W. A. Mozart

Estoy hablando de Wolfgang Amadeus Mozart, que ya se ha repetido, otras veces, en este blog. Su elección no es gratuita, porque merece se hable de él. Pero lo difícil, es, por donde caminar para no repetirse. El que, existan muchas páginas en la red, que tratan sus obras y biografía, lo complica aún más. Después de afanarme la sesera, he decidido ir por la vía del sexo, pero no penséis mal, ya que se trata solo del género, en este caso femenino. Quiero creer que os va a resultar, al menos, curioso. Así lo espero.

Las conquistas de Don Giovanni
Don Giovanni”, ópera de Mozart con texto de Lorenzo Da Ponte, es la segunda de las tres obras que hicieron en colaboración (las otras dos son: “Le nozze di Figaro- Las bodas de Fígaro” y “Così fan tutte- Así hacen todas”). Todas ellas giran, fundamentalmente, en torno a las mujeres y el sexo. Desde el estreno de “Don Giovanni” en Praga, ha gozado siempre del favor de un amplio sector de público. Está definida como “drama giocoso (jocoso)”, por el propio autor del libreto. Efectivamente, se encuentra en la tradición de la ópera bufa, pero es, fundamentalmente, realista.

La obra ha levantado mucha polémica, en sus años de existencia. Hay un amplio número de comentarios, teorías e interpretaciones diversas, sobre ella. Una de las razones, sino la principal, por la que se ha producido tanta documentación, es su argumento. Don Juan, constituye junto con Fausto, los dos grandes y eternos mitos, tratados ampliamente por la literatura y la música, de todos los tiempos, ya que son tan antiguos, como la humanidad.

En estos estudios hay muchas teorías, algunas antagónicas. La causa de estas discrepancias se centra en la ambigüedad del propio libreto, que da argumentos para lecturas diferentes y contrarias. En general, se tiende a pasar por alto el aspecto disoluto del burlador, menospreciando a los personajes femeninos. Y es que Don Giovanni, tiene un lado simpático, que es lo que más destaca, cuando se piensa en él. Según unos, el mayor pecado del disoluto, no son las mujeres, sino su ateísmo; para otros, su delito es burlarse de la muerte. Estas opiniones son especialmente diversas, si hablamos de los amores y la potencia sexual del burlador.

Gregorio Marañón
La mayoría de la crítica, asegura que, el bueno de Don Juan, es todo humo y que, en realidad, en la ópera, no llega a seducir a nadie. No es de extrañar esta cuestión, porque, Gregorio Marañon, que fue un eminente médico, forense e historiador, en su ensayo sobre el disoluto, no admite abiertamente el carácter homosexual de Don Juan, pero sí deja entrever la posibilidad de que padeciera una desviación sexual. Por el contrario, hay quien defiende que durante la obra musical, el libertino, consigue poseer a seis mujeres. La curiosa lista de sus conquistas, sería como sigue:

• Primero doña Ana, al comienzo. Suponiendo que no lo consiguiera, sería el primer rechazo que don Giovanni haya recibido nunca.

Zerlina, al final del primer acto. Don Juan se la lleva a sus aposentos, pero tiene que salir, rápidamente, asediado por todos los demás. Tuvo que ser veloz de veras, pero, es de suponer, que, para un experto como él, es suficiente el poco espacio de tiempo, del que dispone.

• La doncella de doña Elvira, después de la serenata. Don Juan, cree tener la seguridad de que ninguna mujer, puede resistirse a su canto. La desaparición de escena, de Leporello y doña Elvira, deja el camino libre al disoluto para conseguir a la fémina más fácilmente.

Dos muchachas del país, en el intervalo, antes del inicio del segundo acto. Este aspecto fue subrayado en el film de Joseph Losey, de nombre homónimo, abriendo el segundo acto con don Giovanni, divirtiéndose con una muchacha campesina semidesnuda. Por otro lado, si al acabar el primer acto don Giovanni estaba huyendo, para poderse salvar del asedio al que le sometían ¿Por qué al inicio del segundo está así de contento? Esto puede demostrar que ha satisfecho su instinto.

La mujer de Leporello. Don Giovanni, dice a Leporello, que ha encontrado una “muchacha bella, joven y galante”, que le ha acariciado, llamándole: “Mi querido Leporello” (téngase en cuenta que habían intercambiado la vestimenta). Leporello, enfadado, le contesta “¿Y si hubiese sido esa mi esposa?”. Don Giovanni, rompe a reír y le replica “Mejor aún”, provocando con ello, la primera frase de la estatua del Comendador “Terminarás de reír antes de la aurora”.

Doña Ana
Doña Ana con don Octavio
Esta dama española hija del Comendador es, también, un personaje controvertido de “Don Giovanni”, la ópera de Mozart. Representada, a menudo, por los críticos y escenógrafos, como profundamente atraída por el libertino, le atribuyen incapacidad de sentir nada por su novio Octavio. Otros autores, han señalado, además, que la reiterada resistencia de esta mujer a casarse, evidencia su pasión secreta por el burlador. Más testimonios, nos dan otro motivo de reflexión, pues desmienten lo antedicho, basándose en las dos arias que interpreta, dirigidas ambas a su prometido y en las que expresa su profundo afecto hacia él.

Primera escena de la Ópera
Ana, Octavio y
el cadáver del Comendador
La ópera “Don Giovanni”, se inicia con una escena rápida, casi cinematográfica, en la que, resulta muerto el Comendador, tras perseguir a don Juan, por haber entrado en la habitación de doña Ana. El libreto sugiere que ha existido violación, por las palabras de Leporello, que reflexiona, para sí mismo, sobre su amo: “Bravo, dos encantadoras faenas, fuerza a la hija y mata al padre”. Pero, ¿Qué sucedió realmente en esa escena? Suponiendo que Don Giovanni haya conseguido seducirla: ¿Qué sentido tendría que ella cante su gran aria a Don Octavio: “Or sai chi l’onore.... (Ahora sabes quién, el honor quiso robarme, quien fue el traidor, que me arrebató a mi padre)”? Sería una mentira muy gorda y un excesivo cinismo por su parte, si no es sincera en lo que expresa.

Octavio y Ana
Además, su explicación a Don Octavio de cómo sucedieron los hechos aquella noche: “Era già alquanto avanzata la notte.... (Era ya un tanto avanzada la noche, cuando en mis aposentos, donde sola me encontraba por desgracia, vi entrar, envuelto en una capa, a un hombre, que al primer instante había tomado por Usted”, nos indica que no se extraña de la llegada de don Octavio en su habitación. Esto solo puede significar que tenían, ya, una relación íntima entre ambos (es la única explicación lógica). En la intervención de Doña Ana, escuchamos el lamento de una mujer, que no ha sido seducida, pero, quizás, habría querido serlo.

Ana y Octavio
Si Octavio no hubiese ido nunca a encontrarse, de noche, con doña Ana, para hacerle el amor, no tendría sentido que ésta no manifieste extrañeza de ver a don Octavio en su lecho. Lo da como algo natural, pues, regularmente, le hace visitas de noche. Evidentemente, ella había pensado de verdad que fuese Octavio. Después, se dio cuenta de que era un desconocido muy atractivo. Gritó, exactamente, como afirma. Don Giovanni, tuvo que desaparecer para evitar enfrentarse a los hombres de armas de la casa. Y en su huida, mató al Comendador, porque se le interpuso. De otra forma, se hubiera, seguramente, quedado hasta la mañana siguiente, siempre preparado para poder escapar.

Ana odia y quiere venganza, si bien este sentimiento se ha atenuado un poco, con el remordimiento por la muerte de su padre. Frente a las dramáticas frases de Elvira, ella solo tienen ojos para su Octavio: “non mi dir, bell idol mio, che io son crudele con te (No me digas, bello ídolo mío, que soy cruel contigo. Sabes bien cuanto te amé y conoces mi fe, calma, calma tu tormento)”. Por sus palabras, demuestra una profunda relación de complicidad con la dama. Octavio no es un héroe vengativo, más bien un hombre de paz, que, seguramente, se hubiera resignado ante la relación de don Giovanni, con su prometida.

Doña Elvira
Elvira, Leporello y "el catálogo"
Elvira, personaje de “Don Giovanni”, que viene desde Burgos en busca del burlador. Su capacidad de aguante es infinita. Hasta el último momento, está dispuesta a perdonar y amar a don Giovanni. Por este motivo, sus palabras del recitativo previo a su aria principal, “aperto veggio il baratro mortal.... (Veo abierto el ataúd mortal, mísera Elvira, que contraste de afectos nacen en tu seno)”, han sido interpretadas del modo correcto, por parte de Losey, en su película: una confesión religiosa en la que ella ruega por el alma de don Giovanni y por la suya propia.

La Elvira de la mezzo-soprano
Cecilia Bartoli
Sus muy sentidas y esclarecedoras palabras en el aria “Mi tradì quell’alma ingrata.... (Me traicionó esa alma ingrata, infeliz, oh dios, me hace, pero traicionada y abandonada, aún siento piedad por él)”, dan idea de hasta dónde está dispuesta a llegar. En todo momento ejerce una función de vigilante del que ella llama “su esposo” y rescata del abismo a las distintas mujeres que don Giovanni, quiere atrapar. Es el corazón sensible de la ópera que, incluso llega a avisar al propio tenorio para que cambie de vida, poco antes de que sea arrastrado a los infiernos.

Doña Elvira
A través de doña Elvira, Mozart y Da Ponte, nos muestran hasta dónde puede llegar la crueldad del personaje. Como afirma Leporello en la ópera refiriéndose a ella: “Si no lo conmueve su dolor, o tiene un corazón de piedra, o es que no tiene corazón”.

Zerlina
Es curioso cómo puede observarse el atractivo sexual y el egoísmo insaciable de don Giovanni, a través de este personaje. Los autores convierten a la campesina, en una figura clave del desenmascaramiento del libertino. La aldeana, se siente atraída hacia él por su posición, gracia, galantería, riqueza y, sobre todo, su promesa de cambiar su destino a través del matrimonio. Para don Giovanni, es una conquista fácil.

Zerlina y Masetto
En su dúo “Là ci darem la mano (Allí nos daremos la mano)”, Zerlina piensa en su novio, Masetto, pues duda de la sinceridad de la propuesta del gentilhombre. Pero al final, se rinde a su tierno y súper-sensual atractivo. Cuando entra en escena doña Elvira y le avisa de las malas intenciones de don Juan, ella le hace caso, pues el miedo a que le mienta reaparece.

Zerlina y "el burlador"
Sigue a Elvira, sin protestar y corre en busca del novio con quien iba a casarse. Los deseos en conflicto de Zerlina, han desaparecido. Ahora solo implora: “¡Deja que me vaya!”. Si antes meditó, “No tengo voluntad para resistirme”, ahora piensa “Si ve a mi marido, bien se lo que le hará”. Desencantada, no quiere saber nada del tema, pero se ve arrastrada por el burlador. No hay duda de que al final del acto primero, intenta forzarla. El deseo de don Giovanni de tener todo lo que quiere, por cualquier medio, hace que no reconozca la libertad de su prójimo.

Ana y Elvira
Si en el “Don Giovanni”, los personajes de, Elvira y Ana, defendiesen la misma posición, la ópera perdería sentido. Según las convenciones del siglo XVIII, ellas deberían ser enemigas acérrimas. Pero no lo son. Bien al contrario, muestran una recíproca simpatía, a pesar de que sus controversias con don Giovanni, sean muy diferentes.

Una escena de la Ópera
en un cromo de una
colección humorística privada
Elvira, para su mayor desgracia, está enamorada del burlador, a pesar de que él, la ha abandonado y humillado, varias veces. Sigue empecinada en la ilusión de que don Giovanni, regrese a ella. En cambio, Ana, es portadora del deseo de vengar la muerte de su padre.

 Su lema es el odio: si logra satisfacerlo con el castigo al malvado, quedará libre. No obstante, algunos han visto en la actitud de Ana, una desesperación de mujer enamorada de don Juan. Una mezcla de amor y odio. De cualquier modo, el conflicto de Ana, no parece que sea estar atrapada entre dos amantes, sino estarlo entre el deber filial y su propia felicidad, que, en la ópera, está más identificada con don Octavio que con don Giovanni.

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